¿El Botánico frente a un iceberg?
La reciente remodelación del Consell aleja cualquier posibilidad de acortar la legislatura y deja un margen de tiempo escaso para que la izquierda valenciana resintonice con las preocupaciones de los ciudadanos
La pregunta pertinente que se repite en los despachos políticos y empresariales de la Comunidad Valenciana es si tras las elecciones autonómicas de 2023 será viable o no una tercera edición del Gobierno del Botánico. Es decir, si esa cita electoral marcará el fin del ciclo político abierto en 2015 e inaugurará el inicio de otro, con la vuelta al ejecutivo autonómico del PP valenciano (PPCV) asistido por Vox bajo no sabemos qué fórmula. Llegado el momento, si llega, dependerá de los escaños que cada formación sume.
Politólogos y expertos en demoscopia afirman desde hace semanas que el PP recupera espacio electoral y vuelve a liderar el centro político gracias al “efecto Feijóo”, efecto que se sintetiza en la capacidad del líder gallego para afianzar objetivos. Según los barómetros más recientes, el nuevo presidente del PP logra recuperar el suelo electoral de su partido y seduce a los votantes moderados que se habían refugiado en la abstención o habían migrado a Cs. Además, la figura de Feijóo no provoca rechazo entre los votantes socialistas más templados, dispuestos a protagonizar eso que se denomina “transferencia de voto” y a castigar a Pedro Sánchez desde el altar de su indiferencia, que diría el poeta.
El nuevo líder del PP ha sabido interpretar el hartazgo ciudadano estimulado por el clima de agresividad que se respira en el ambiente político, y actuar en consecuencia: sin estridencias.
El sondeo del CIS sobre cuestiones de actualidad dado a conocer el pasado día 11 no puede ser más clarificador al respecto: el 90,4% de los españoles está harto de la crispación política, mientras el 89,7% considera que sus representantes políticos están obligados a alcanzar grandes pactos de Estado en asuntos clave.
Con la campaña de vacunación en marcha tras sortear numerosos obstáculos y las expectativas generadas por los fondos europeos Next Generation, el año pasado por estas fechas el Gobierno del Botánico nadaba en un mar de tranquilidad, siempre relativa, claro, como en cualquier ejecutivo de cohabitación que se precie. En las mesas de análisis no se barajaba la alternancia política ni como hipótesis; sí se hablaba en los despachos de la oposición de adelanto electoral en la Comunidad Valenciana. En el PPCV estaban tan seguros de ese anticipo que confiaron su estrategia de otoño/invierno al mismo, probablemente porque alguien les habría filtrado que así se lo había sugerido el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a su homólogo valenciano, Ximo Puig. Adelanto electoral en la Comunidad Valenciana para conjurar el mal fario socialista tras procesos electorales encadenados:
Madrid, Castilla-León, Andalucía… Muy confiado estaba Sánchez en el tirón de sus huestes valencianas y en la resistencia de sus socios del Botánico. Puig, no tanto.
La reciente remodelación del Consell aleja cualquier posibilidad de acortar la legislatura y deja un margen de tiempo escaso —apenas un año— para que la izquierda valenciana recupere el pulso que parece haber perdido y resintonice, como lo hizo hace siete años, con la agenda pública de preocupaciones que los valencianos revelan cuando son preguntados: el desempleo, la sanidad, la vivienda, la pobreza salarial que no da para vivir. Inquietudes que exigen gestión y no florituras verbales.
Rescato de mi hemeroteca particular —una vieja libreta de tapas lívidas— las palabras de Javier Fernández, expresidente socialista asturiano, cuando, en 2017, abandonó el liderazgo del PSOE de su tierra: “Si tuviera que dar un consejo, diría que, aunque vayas muy sobrado por la vida, cuando navegas por los mares de la política tienes que saber que siempre hay un iceberg que está ahí, silencioso, esperándote en alguna parte”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.