Del triunfo al triunfalismo y viceversa
Manzanares y Roca Rey se reparten siete orejas y salen a hombros
La tarde empezó directo al grano, sin calentamiento previo. Cuatro orejas en los dos primeros toros no es cualquier cosa, pero no fueron cuatro orejas de igual mérito. Las dos de Manzanares, al primero, fueron de precio justo; las dos de Roca, producto de sus emocionantes bernadinas finales, al cambio, y la estocada final. Pero un comienzo de tarde rotundo, con matices, pero de triunfo o triunfalismo, según se juzgue.
Para abril boca saltó uno de Garcigrande a tan solo tres meses de cumplir los seis años. Toro viejo, podrían decir, pero gran toro: entregado en la muleta y dejándose el aliento en cada embestida. Encontró ese toro un torero en momento dulce, a lo mejor incluso en el mejor de su carrera, y uno y otro dejaron sobre el ruedo lo mejor de cada casa. La faena tuvo siempre argumento, por lo clásico. Muy inspirada por ambos pitones, de muletazos largos y profundos, sobre todos un par de series con la izquierda que fueron de monumento. Con el acento de un pase cambiado por la espalda, improvisado sobre la marcha, para ligar luego en redondo. Ligada una faena de gran calado. Un detalle final: con el toro en el mismo platillo, allí lo mató Manzanares de una estocada a recibir. Al toro se lo llevaron las mulillas en medio de una gran ovación. Triunfo.
GARCIGRANDE, ALGARRA, JANDILLA, VEGAHERMOSA / MANZANARES, ROCA REY
Toros de Garcigrande (1º y 4º), Luis Algarra (2º y 3º), Jandilla (5º) y Vegahermosa (6º), de correcta presentación. Al de Jandilla le dieron la vuelta en el arrastre. También destacaron 1º y 2º. Todos con más de cinco años cumplidos.
José María Manzanares: estocada a recibir (dos orejas); pinchazo y estocada (saludos); gran estocada (dos orejas).
Roca Rey: estocada sin puntilla (dos orejas); estocada (oreja muy protestada); dos pinchazos y bajonado (palmas).
Plaza de Castellón, 26 junio. Tercera de Feria. Lleno de “no hay billetes” sobre un aforo de 4000.
Que Roca Rey es el torero de moda, el más taquillero, nadie lo niega. Pero el Roca Rey visto en Castellón no fue el conocido por más que la gente lo apoyara pasara lo que pasara e hiciera lo que hiciera. Le faltaron ideas y le sobró ceremonia y paseos. A su primero, de Algarra, no terminó de cogerle el ritmo por más vueltas que le dio. En medio de una labor con altibajos, lo que más llegó al tendido fue lo accesorio. Después de buscar acomodo por ambos pitones, solo una serie ajustada por la derecha tuvo calado de verdad aunque el toro se le ofreció siempre sin condiciones. Con la faena sin acabar de rematar, las bernadinas finales, al cambio, muy abrochadas, desataron el entusiasmo. Triunfalismo.
Con la tarde embalada se frenó algo en el tercero, de Algarra, que además de justo de fuerzas fue algo distraído y con cierto aire rebrincado en la muleta. El saludo de Manzanares con el capote fue inusual en este torero: tres larga cambiadas de rodillas en el tercio. El buen oficio del torero puntuó por encima de la brillantez. Labor trabajada y en algún pasaje hasta trabada. Las aguas volvieron al cauce del triunfo en el quinto, de Jandilla. Otro gran toro en la muleta, aunque más justo de fuerzas, pero de calidad indudable. Y de nuevo un Manzanares en plan grande. La faena arrancó de verdad en una serie con la izquierda, tras un paciente inicio. Labrada paso a paso, sin prisas pero sin pausas gratuitas, el toro se dejó querer por un torero que lo trató como merecía. El toreo fundamental como fundamento a la faena, que creció y terminó con visos de antología. Un gran Manzanares en Castellón. Triunfo.
En sus otros dos toros, Roca Rey mantuvo la misma línea irregular. Con el cuarto, de Garcigrande, apostó por la cantidad pero no consiguió levantar la faena. No terminó de acoplarse con un toro que también fue a menos, aunque tampoco opuso resistencia. Solo en los alardes finales, de cercanías, logró la reacción del público. La estocada fulminante convenció palco para conceder una oreja, muy protestada. Triunfalismo.
En el sexto, con el hierro de Vegahermosa, amontonó muletazos más de acompañar que de torear. Siempre con el público a favor, Roca se dejó llevar por el ambiente y desarrolló su toreo más popular para regocijo de sus partidarios.
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