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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Financiación autonómica: tragando, que es gerundio

Ni está ni se espera un nuevo modelo y la excusa en esta ocasión es el agudo clima de polarización en que se desenvuelve la política española. Unos y otros saben que este nuevo retraso apenas tiene coste electoral

Amparo Tórtola
Miembros de la Pataforma per un Finançament Just se concentran ante el Congreso de los Diputados el pasado lunes para reclamar una financiación justa para la Comunidad Valenciana.
Miembros de la Pataforma per un Finançament Just se concentran ante el Congreso de los Diputados el pasado lunes para reclamar una financiación justa para la Comunidad Valenciana.Fernando Alvarado (EFE)

Las inmensas tragaderas que exhibe la clase política valenciana ante los reiterados incumplimientos de sucesivos y distintos gobiernos centrales en materia de un nuevo modelo de financiación autonómica, solo tienen una explicación: unos y otros saben que el asunto ocupa y preocupa entre poco y nada a la ciudadanía. En román paladino: apenas tiene coste electoral.

Por más que los medios de comunicación hablemos de que la “sociedad civil valenciana” reclama un nuevo modelo de reparto de los dineros que no responda a planteamientos torticeros y lesivos para con el territorio valenciano, todos sabemos, en el fondo, que tras la fachada de esa “sociedad civil valenciana” se aglutinan representantes institucionales de partidos, sindicatos, organizaciones empresariales, centros de opinión y universidades. No es poco. Pero sí insuficiente.

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Escribí semanas atrás que la ciudadanía española en general y la valenciana, en particular, arrastra un déficit de formación cívica y política que se traduce en la falta de participación en el debate público. Nos desentendemos. Echamos los restos en la Transición. Somos analfabetos políticos que ignoramos cómo se adoptan o aplazan decisiones que lastran nuestro presente y condicionarán el futuro de nuestros descendientes.

Conocí a un conseller valenciano, del PP por más señas, que en el transcurso de una sobremesa dijo sin ningún pudor que el porvenir de nuestros hijos y nietos estaba escrito: servir copas a los turistas que nos visiten y limpiar el culo de los extranjeros que elijan este rincón del Mediterráneo para soportar sus últimos años de vida. Así, con toda la crudeza. El compromiso adquirido del off the record me impide reflejar el nombre y apellidos del honorable. Él y otros compañeros periodistas sentados a la misma mesa saben que fue tal cual.

Desde aquella charla, donde ya se habló de la urgencia de disponer de un nuevo modelo de financiación autonómica que diera respuesta justa a las necesidades valencianas para no ver reducido nuestro futuro a tareas tan dignas como las señaladas, si bien con escaso valor añadido, han pasado unos cuantos años y gobiernos, en Madrid y aquí. Todo sigue igual. Anclados a un caduco modelo de financiación que sitúa a la Comunidad Valenciana en el primer puesto del podio de las autonomías peor financiadas. No hay que dejar de repetirlo: una correcta financiación es la garantía de unos servicios públicos de calidad. Si no se da, se incumple la Constitución de 1978, máximo texto legal del ordenamiento jurídico español donde se consagra la igualdad de todos los ciudadanos. No puede haber igualdad cuando el reparto desconsiderado de los dineros públicos permite a unas autonomías disponer de mayores recursos que otras para el sostenimiento de sus sistemas sanitario y educativo, para desarrollar ambiciosas políticas de empleo o para dar cobertura social a los más desfavorecidos.

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Hay que agradecerle a la ministra socialista de Hacienda, María Jesús Montero, que esta semana haya puesto punto y final a la pantomima de hacernos creer que sí, que un nuevo modelo de financiación sería posible dentro de esta legislatura. Ni está ni se le espera. La excusa en esta ocasión es el agudo clima de polarización en que se desenvuelve la política española, estéril para la apertura de una negociación del calado que exige redefinir el método de financiación de las autonomías. Por lo menos la excusa es nueva. En anteriores ocasiones el pretexto ha sido el conflicto catalán, una convocatoria electoral y su posterior repetición.

Montero no permitió que la sociedad civil valenciana, esta vez en forma de Plataforma per un Finançament Just, se fuera de vacío el pasado martes. Se comprometió a articular instrumentos de pago y transferencias para que la autonomía valenciana no se afone (hunda) y siga siendo viable. Todo en orden, aún a costa de que la deuda pública valenciana, cifrada ya en más de 50.000 millones de euros, siga engordando.

Podría escribir que el Gobierno del Botánico tiene un problema. Sus integrantes, PSPV-PSOE, Compromís y Unides Podem, han hecho bandera del nuevo modelo de financiación autonómica. Han construido sus relatos políticos de la última década en torno a la reivindicación de una financiación ajustada al peso poblacional de la Comunidad Valenciana. Pero no lo haré. Porque, efectivamente, el coste electoral de no haber logrado la susodicha reclamación saben que es igual a cero. Asistiremos durante unos días al espectáculo de ver a sus dirigentes rasgarse las vestiduras, unos, y justificar lo injustificable, los otros. La oposición, especialmente el PP, pondrá el grito en el cielo, aunque cuando gobernaba Mariano Rajoy sus reclamos eran más comedidos. Luego llegará el verano, culminará la campaña de vacunación, el optimismo se instalará entre nosotros y el asunto caerá de nuevo en el olvido. Hasta la próxima contienda electoral. Es curioso: actúan sabiendo que el árido asunto de la financiación no cotiza en el mercado electoral, pero no pueden evitar volver a colocarlo en la portada de sus programas y agitarlo en los mítines de campaña. Al final una concluye que hay reivindicaciones azuzadas más por la frustración que por la aspiración real de conseguir objetivos.

El Bloc Nacionalista Valencià (Bloc), partido fundamental de la coalición Compromís, celebrará el próximo fin de semana su VIII Congreso. Las 69 páginas de su ponencia política, coordinadas por el conseller Vicent Marzà, han devenido en un brindis al sol, toda vez que la columna vertebral de las mismas es ese nuevo modelo de financiación autonómica nonato que debiera permitir desarrollar las progresistas y ambiciosas políticas que se propone la formación nacionalista, feminista y eco-pacifista. Sería una sorpresa que aprovechando el cónclave alguien presente en la sala proponga que Compromís abandone el Gobierno valenciano para no ser cómplices de tan reiterados incumplimientos y ninguneos. Nos íbamos a echar unas risas. Alguien que haga una pregunta como la que me planteó el otro día un antiguo militante del Bloc: “Si el gato -Compromís- no caza ratones -nuevo modelo de financiación-, ¿para qué lo queremos?”.

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