Junts y PSOE, atados por la amnistía
El entusiasmo con el que Míriam Nogueras alineó a los diputados independentistas con los del PP y Vox ha servido para recordar que el alma de esta fracción de la derecha catalana está plenamente identificada con la oleada reaccionaria que atraviesa Europa
En menos de dos semanas el Gobierno de Pedro Sánchez ha salvado una derrota parlamentaria que en su primer momento fue percibida no como un bache sino como la caída a un precipicio del que solo se salía con elecciones anticipadas. Las alarmas saltaron porque los siete diputados de Junts en el Congreso dieron forma ese día a la mayoría política alternativa con la que sueña el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo: la suma de PP, Vox y Junts.
Lo que daba la máxima credibilidad al alineamiento de las derechas fue que la diputada portavoz de Junts, Míriam Nogueras, no explicó el voto negativo de sus diputados como una finta táctica en un contexto de negociaciones, sino una nítida identificación con los discursos deslegitimadores del Gobierno de izquierdas lanzados por el PP y VOX desde el inicio de la legislatura. Al acusar agriamente al presidente de estar instalado en la mentira, el trilerismo, las manipulaciones, el chantaje y el incumplimiento de los acuerdos, Junts hacía suyo el discurso tremendista de Núñez Feijóo y Santiago Abascal.
El entusiasmo puesto por Nogueras en aquellas explicaciones mostraba que Junts no quiere ser el partido de la derecha catalana heredera de CiU, que en su día fue capaz de pactar a derecha e izquierda sin perder del todo la amistad con unos y otros. El susto del Gobierno y las fuerzas progresistas que forman la mayoría de investidura por la derrota parlamentaria fue mayúsculo porque anulaba numerosas medidas sociales, con la subida de las pensiones como proa, pero sobre todo porque el convencimiento con el que Nogueras se identificó con la deslegitimación del Gobierno mostró que esa es su posición de fondo. Nogueras exultaba de gozo porque aterrizaba en su espacio ideológico natural, por así decir.
No es extemporáneo recordar que la carta de presentación del ahora líder de Junts, Carles Puigdemont, cuando pasó de diputado raso a presidente la Generalitat en 2016 consistía en presumir de que él era quien cinco años antes, en 2011, había logrado desbancar a los socialistas de la alcaldía de Girona, una ciudad que se había resistido a CiU nada menos que desde 1979. Y que luego defendió en diversas ocasiones que esa era su baza: siempre contra la izquierda.
A estas alturas, sin embargo, Junts es un extraño objeto político en busca de un programa que le dé sentido. Se mantiene unido en torno a Puigdemont por la inercia de la década larga transcurrida desde que éste alcanzó la presidencia de la Generalitat, pero se ha visto obligado a realizar las más extrañas y contradictorias contorsiones. Comenzó pactando con la extrema izquierda de la CUP, asumiendo su alocada hoja de ruta y su programa de ruptura del marco constitucional y estatutario. Pero ahora se ha convertirse en el sostén de un gobierno del PSOE del que al mismo tiempo se declara enemiga. La todavía no culminada amnistía de Puigdemont y sus compañeros de la aventura de 2017 es lo que mantiene a Junts atada a Sánchez y al PSOE. Aunque el entusiasmo con el que Nogueras alineó a los diputados independentistas con los del PP y Vox ha servido para recordar que el alma de esta fracción de la derecha catalana está plenamente identificada con la oleada reaccionaria que atraviesa Europa.
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