_
_
_
_
OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Pujol riñe y ordena, de nuevo

Lo de ahora con Carles Puigdemont no es lo que se requiere para reunir de nuevo el disperso universo social y político en el que Pujol fue el sol en torno al cual todo giraba

El expresidente de la Generalitat Jordi Pujol Soley, en una imagen de archivo.
El expresidente de la Generalitat Jordi Pujol Soley, en una imagen de archivo.Albert Garcia
Enric Company

La campaña de rehabilitación personal y política de Jordi Pujol emprendida de unos meses a esta parte por algunos de sus fieles escuderos está resultando más interesante de lo que cabía esperar si se hubiera limitado a reconocerle su pasado como figura política de primera fila.

A poco que se conozca la trayectoria y el fuste del personaje se comprende que una autolimitación de Pujol era en realidad muy improbable si se le presentaba la ocasión de ejercer de nuevo como líder ante los suyos. Tras las primeras reapariciones públicas un poco titubeantes, puros tanteos para calibrar la receptividad en el desorientado universo político de la derecha catalana, Pujol ha retomado su papel de dirigente nacionalista y se ha lanzado al ataque. El momento más explícito se dio hace un mes en un homenaje a Enric Prat de la Riba en Castellterçol. Cuando sus aduladores conmilitones esperaban otra cosa, algo así como la glosa de los paralelismos histórico-políticos entre la obra de Prat de la Riba como presidente de la Mancomunidad de Diputaciones de 1914 y la realizada por el propio Pujol desde 1980, actuó como era de esperar de él: riñó severamente a la que fue la dirigencia de su partido y le puso deberes.

Fue eso, una reprimenda en toda regla. En presencia de las dos principales figuras de la Convergència Democràtica de hace una década, Artur Mas y Xavier Trias, y de otras personalidades de relieve en la también extinta CiU, les riñó a todos sin contemplaciones por haber cometido el grave error de liquidar a su partido por propia voluntad. Esto fue algo que a su juicio no debió suceder nunca. Una cosa es una crisis, por grave que sea, argumentó, y otra “destruir la herramienta”. Una ingenuidad inútil. Es quedarse con las manos vacías. Y sin herramientas no se puede hacer nada.

Esta no es una idea que deba sorprender, tratándose de Pujol. Porque dotarse de una herramienta potente fue lo primero que hizo a la salida de la dictadura franquista, hace ahora medio siglo. En otro momento de grandes incertidumbres, distintas de las actuales, Convergència fue para Pujol a partir de 1974 el instrumento concebido para reunir y unificar a la derecha catalana, participar en la construcción de la democracia y del nuevo autogobierno catalán, intervenir en la política española y dirigir lo que en la década de 1970 se planeaba como la reconstrucción nacional de Cataluña.

Tras la confesión en 2014 de sus incumplimientos fiscales, Pujol se ha reconocido en repetidas veces, y ese día en Castellterçol también, como parcialmente responsable de la crisis que desembocó en la disolución de Convergència. Faltaría más, el engaño fue de dimensiones colosales y es inocultable. Ahora, conocidos sus pecados fiscales, resulta inevitable pensar que la campaña de rehabilitación política forma parte también de la defensa ante el juicio en la Audiencia anunciado para noviembre.

Pero Pujol es un personaje que no se arredra. Mientras tenga aliento, él se sigue considerando líder del nacionalismo catalán y después de abroncar a los suyos por haber echado la herramienta a la basura, les dio, imperativamente, una orden. “Ahora lo primero es el partido”. Porque está claro que lo de ahora con Carles Puigdemont no es lo que se requiere para reunir de nuevo el disperso universo social y político en el que Pujol fue el sol en torno al cual todo giraba.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_