Los pactos, el eterno debate de ERC

Parecía que el debate congresual de ERC giraba en torno a la renovación o no del liderazgo de Oriol Junqueras al frente del partido, pero a medida que pasan las semanas y avanzan los debates se va viendo que sigue vigente la vieja disyuntiva del partido republicano: pactar por la izquierda, aunque sea españolista, o hacerlo con los nacionalistas catalanes, aunque sean de derechas.

Hay entre los afiliados y los dirigentes una gradación en las preferencias. En función de ellas, se discute sobre la entidad de las contrapartidas a obtener. Y, acto seguido, sobre la exigencia del cumplimiento de los pactos alcanzados. En Esquerra hay una discusión casi permanente sobre el rendimiento político obtenido con los pactos, ya sea con los nacionalistas de CiU y de Junts, o con los socialistas. También ahora. De cara al congreso del domingo, las tres candidaturas debaten sobre qué hacer si Pedro Sánchez o Salvador Illa no cumplen a rajatabla los acuerdos de investidura.

Las posiciones sobre qué hacer ante un eventual incumplimiento son presentadas por cada candidatura como elementos diferenciales respecto a las demás. Como una prueba de mayor o menor ambición política y de más o menos firmeza en las convicciones. La existencia de un debate casi constante sobre estas cuestiones termina proyectándose como elemento de inestabilidad política más allá de ERC y la convierte en un socio imprevisible.

Implícita en la discusión sobre pactos está la amenaza sobre su continuidad o su ruptura. Para Esquerra es relativamente factible cambiar de aliados en el escenario catalán, pero le resulta imposible hacerlo en el escenario general de España. En el ámbito español o se está en la mayoría de las derechas, con PP, Vox y algunos regionalistas conservadores, o se está en la izquierda, en una alianza formal o informal de un heterogéneo grupo de partidos necesariamente encabezada por el socialista.

Esta característica del sistema español de partidos es un determinismo que condiciona a ERC, y que ahora mismo alcanza incluso a los partidos de la derecha vasca y catalana que, como el PNV y Junts, aparecen como moderados en comparación con los nacionalistas españoles del PP y Vox. Al partido de Carles Puigdemont le ocurre lo mismo que al de Oriol Junqueras. ¿Cómo no van a preferir la alianza con el partido de Pedro Sánchez que les ha amnistiado por la revuelta de 2017 frente al bloque de los que les han perseguido y todavía ahora los quieren en la cárcel por los mismos hechos?

En el debate congresual de ERC aparecen recelos por los apoyos a la investidura del líder del PSC Salvador Illa como presidente de la Generalitat o ante la propuesta de Elisenda Alemany de que ERC entre en el equipo de gobierno municipal de Jaume Collboni en el Ayuntamiento de Barcelona. También por el grado de cumplimiento de los pactos para la investidura de Illa. Son asuntos que pueden tener muchos matices, en los que puede haber sus más y sus menos. Pero el congreso republicano debe saber que los acuerdos y la colaboración entre los partidos de la izquierda es una necesidad ineludible, inesquivable, para todos ellos. Tanto para ERC como para los socialistas y los comunes, si quieren alcanzar y mantener las mayorías electorales y de gobierno que persiguen por separado.