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La Fórmula 1 de los caballos llega a Barcelona

El CSIO, la competición internacional más antigua del país, celebra este fin de semana su 112ª edición en el Real Club de Polo de Barcelona

El irlandés Michael Pender saltando el obstáculo de la Sagrada Familia con su caballo HHS Calais.
El irlandés Michael Pender saltando el obstáculo de la Sagrada Familia con su caballo HHS Calais.Nacho Olano

El público aguanta la respiración cada vez que un animal de media tonelada salta, o más bien vuela, por encima de un obstáculo de metro y medio. Mientras dura el recorrido, el silencio es solo interrumpido por la respiración agitada del caballo, el sonido de los cascos contra la arena y, de vez en cuando, suspiros de decepción entre la audiencia cuando el animal derriba con sus patas una de las vallas. Cuando jinete y caballo cruzan el último salto, el público felicita fielmente a todos los concursantes, con un aplauso un poco más modesto si han tumbado algún salto o un poco más efusivo si han dejado todos los obstáculos en pie. A cambio de sus esfuerzos, los animales reciben una palmada en el cuello.

El Real Club de Polo de Barcelona se ha vestido de gala para celebrar su 112ª edición del Concurso de Saltos Internacional Oficial (CSIO). Por un lado, el público más arreglado se sitúa detrás de las mesas para cenar, mientras que una audiencia más diversa ve el espectáculo desde una grada, donde un viernes por la noche predominan los asientos libres. Pere, un menorquín de 14 años, llega apresurado con su madre. Su vuelo se ha retrasado y se han perdido media prueba, pero todavía les queda todo el fin de semana por delante. El joven domina la competición, conoce los concursantes y pidió por su cumpleaños venir a Barcelona “para ver y aprender de los jinetes”.

En la grada predominan los grupos de chicas jóvenes. Andrea y Mariona tienen amigos del club que les han dejado entradas y saben poco sobre el campeonato. “Venimos a ver los caballos, pero al igual que sale Pepita o María, no los conocemos, así que no tenemos ningún equipo que queremos que gane”, comentan. Aun así, suelen venir cada año para pasear por las tiendas que monta el club en la pista de polo “para tomar un poco de vino y comentar la jugada”. Ariadna, Aran y Carla sí que están interesadas en los caballos, vienen desde Vilanova y la Geltrú y las acompañan sus padres, quienes están sentados a una distancia prudencial sin entender muy bien de qué va la competición. Las tres amigas aprovechan el descuento de estar federadas para ver el CSIO, y al ser preguntadas si tienen caballos, la respuesta es rápida: “ojalá”, suspiran las tres.

Los jinetes se disputan 300.000 euros un viernes por la noche en el Gran Premio de Ciudad de Barcelona, donde los caballos deben cruzar obstáculos que recuerdan a la Sagrada Familia, el paseo de Gràcia o la rosa y el libro de Sant Jordi. Los patrocinadores también están presentes en la pista, estampando sus marcas en saltos llamados CaixaBank, Estrella Damm o Negrita, y siempre rodeados del omnipresente Longines. En total, la dotación económica de los premios del fin de semana es de casi dos millones de euros, también gracias a la colaboración de la Federación Internacional Ecuestre y al Ayuntamiento de Barcelona, la Diputación, la Generalitat y el Consejo Superior de Deportes.

El CSIO tiene sus raíces en la Plaza de Armas de la Ciudadela, donde actualmente se encuentra el Parlament. La primera edición tuvo lugar en 1902 y ya se planteó como una prueba internacional, con una mayoría de jinetes provenientes de España, Portugal y Francia. La competición era prácticamente entre militares y a partir de los años 40 se fueron incorporando jinetes civiles. En sus inicios los saltos eran más bajos y los recorridos más sencillos, mientras que actualmente lo que prima es la habilidad del jinete de llevar el caballo a la distancia perfecta. “Sería impensable saltar estas alturas el siglo pasado” comenta la directora de comunicación del evento, Isabel Suter, y añade que en comparación con los años 70 el evento se ha vuelto “más espectacular”.

Un caballo con un jinete militar saltando en 1903 en la Plaza de Armas
Un caballo con un jinete militar saltando en 1903 en la Plaza de Armasel RCPB

José Miguel Rosillo fue atleta olímpico y miembro de la selección española de salto y explica cómo el deporte se ha vuelto más seguro pero más elitista. Las barras medían seis metros de largo, pesaban más y los soportes cogían más de media barra, por lo tanto, al ser más difíciles de tumbar, era más fácil que cayeran jinete y caballo. “Los bofetones eran espectaculares”, rememora Rosillo. Por otro lado, destaca que los concursos son “muy elitistas”, donde muy poca gente alcanza este nivel y es imposible hacerlo sin el apoyo de los patrocinadores. “Esto es la Fórmula 1 de los caballos” sentencia.


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