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El ‘Escándalo’ de Juan Antonio Jiménez, el deportista más longevo de París 2024

El jinete de doma clásica de 65 años, que tiene un ejercicio con temas de Raphael, es también el deportista de más edad de toda la historia olímpica española

Juan Antonio Jiménez
El jinete Juan Antonio Jiménez Cobo, con su caballo Euclides Mor, en la cuadra del recinto ecuestre de Versalles.Albert Garcia
Lorenzo Calonge

El jinete Juan Antonio Jiménez Cobo, que este miércoles debuta en doma clásica bajo la hoguera del sol de Versalles, tiene un historial y una visión olímpica curiosa. Hacía 20 años que no participaba en unos Juegos, desde su plata por equipos en Atenas 2004, y no ha sido porque no ha podido. No ha querido. “Estaba en la lista de Londres 2012, pero no veía que el caballo tuviera suficiente calidad. Y en Tokio era reserva y renuncié por la pandemia y porque no iba a haber público. Es que una vez que compites en unos ya tienes esa experiencia. No quiero estar por estar, tengo otro concepto de esto”, justifica este hombre de piel curtida que se presenta como un “autodidacta”.

Para París fue seleccionado (la federación elige entre los que cumplen unos mínimos) y esta vez sí ha aceptado. Monta un caballo lusitano llamado Euclides Mor “con muy buena cabeza”. Pero a él eso de vivir en la Villa Olímpica no le convence. “Fui el primer día para verla e iré también mañana [por este miércoles] o pasado, pero está tan lejos que tampoco me apetecía. Prefiero quedarme con mis amigos y familia en un hotel de un pueblo al lado de Versalles que dormir solo en la Villa. Es emocionante, pero un día”, apunta.

Aunque lo que de verdad lo hace único es que, con sus 65 años, se trata del deportista más veterano de estos Juegos en todas las disciplinas posibles, y del participante de más edad en toda la historia olímpica española en una edición de verano, según detalla la Federación Internacional de Hípica tras consultarlo con el Comité Olímpico Internacional. En París, solo lo podría superar una jinete reserva australiana de 69 años, Mary Hanna, aunque la experiencia dice que es poco probable que un contratiempo en su equipo le haga competir. “Me enteré cuando me seleccionaron”, afirma sin darle importancia. “Mientras la salud me respete, pienso seguir. Si no, ejerceré de entrenador”, puntualiza.

Prefiero quedarme con mis amigos y familia en un hotel de un pueblo al lado de Versalles que dormir solo en la Villa

Juan Antonio Jiménez nació en Castro del Río (Córdoba) y se crio con caballos. Casi literalmente. “En vez de estar con niños, he crecido con ellos”, confiesa. Y habla de los caballos como si lo hiciera de personas. “Aunque parezca mentira”, afirma. “No encajamos con todas las personas igual que yo no encajo con todos los caballos. En casa tengo muchos y no monto cualquiera. Solo con los que conecto, que igual no son los mejores. Euclides y yo tenemos un entendimiento y él sabe lo que quiero. Aprende fácil y tiene buen carácter. Yo veo un caballo y puedo decir: ‘no, este no lo quiero’. Es lo que siento”, se sincera.

Jiménez, que tiene una academia en Torrejón de Ardoz (Madrid), se dedicaba a la doma vaquera y los espectáculos hasta que encendió la tele en Barcelona 92 para ver doma clásica. “Me dije que quería hacer eso y lo dejé todo. Esta modalidad es la perfección. Se necesita paciencia y, sobre todo, feeling para interpretar lo que transmite un caballo. Tienes que comunicarte con él, que sienta lo que quieres. Yo les hablo porque distinguen la forma en la que les dices las cosas. Y también les transmites con el cuerpo”, explica este bailador de equinos.

En una modalidad dominada por Alemania, en París dice que le ha tocado el peor grupo de competición, pero si entra en la final avisa que en Versalles sonará un mix con canciones de Raphael, como Escándalo y Digan lo que digan. “Llevo compitiendo todo el año con ellas. Es con las que más he triunfado”, celebra. Y será su despedida de Euclides Mor, un caballo de 15 años que lleva con él desde los seis. Luego se lo devolverá al dueño, en México, para que agote sus últimos tres o cuatro años de vida competitiva.

En la doma clásica se necesita paciencia y ‘feeling’ para interpretar lo que transmite un caballo. Yo les hablo porque distinguen la forma en la que les dices las cosas

“Un entrenamiento diario de un caballo de estos suele durar entre 30 y 40 minutos, no es necesario más. También andan, galopan en el campo y hacen trabajo de cuerda porque les fortalece. No es solo montarlos. Hay que tenerlo en forma como en un gimnasio”, explica. Los suyos comen tres veces al día y en eso, subraya, es “estricto” con los horarios. “La cantidad la fijan los nutricionistas. Ellos deciden si a uno les da más fibra y a otro más heno, aunque sí les puedo pedir que me llenen más una parte determinada”, desarrolla el jinete más longevo, que dice que un caballo puede aguantar bajo hielo sin problemas pero soporta peor el calor. De dinero y precios de estos ejemplares prefiere pasar palabra.

Bajo el calor achicharrante de estas jornadas en Francia, acercarse estos días a las cuadras olímpicas supone una misión casi imposible para el personal no autorizado, que son escasos. Los controles antidopaje también se multiplican. La federación internacional calcula que se realizarán entre 90 y 120. De orina son los más corrientes, pero también se están empezando a hacer de pelo y están próximos los genéticos. Los países del Golfo, como Emiratos o Arabia Saudí, son los que tienen más ojos encima.

A Jiménez Cobo, ahora, lo único que le preocupa es poder pinchar Digan los que digan junto al Palacio de Versalles.

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