Barcelona estrena un equipamiento público para romper la cadena del maltrato infantil
El Ayuntamiento crea un servicio de psicoterapia que atiende a menores que han sufrido violencia intrafamiliar y también a los padres, con el objetivo de reparar los daños y las relaciones
Barcelona acaba de estrenar un equipamiento público que busca atender a menores que han sido víctimas de malos tratos (de cualquier tipo) en el ámbito familiar, pero también a sus familias, para romper la cadena, la llamada “transmisión intergeneracional” de la “violencia intrafamiliar”. El nuevo servicio del Ayuntamiento ofrece psicoterapia a las víctimas y sus padres, con el objetivo de reparar la relación, caminar hacia una “parentalidad sana y competente” y evitar la reincidencia en los comportamientos de abuso. La tesis de fondo es que si la inmensa mayoría de padres y madres que ejercen violencia han sido niños maltratados, no tienen por qué ser maltratadores los niños que los sufren. El nombre oficial del equipamiento es Espai Niu (nido, en catalán) y otra de sus peculiaridades es que es ajeno a la función de control a las familias que tienen como competencia otros servicios del área social.
La directora del espacio, Laia Martínez, explica que la metodología de trabajo es la “traumaterapia infantil sistémica”, creada por Jorge Barudy y Maryorie Dantagnan, de la Fundación Exil, que se ha encargado de la formación de los cinco psicólogos del servicio. Los profesionales, por cierto, son funcionarios, no personal externalizado. El trabajo con las familias (las primeras comenzaron antes del verano) será de dos años, con visitas semanales. “La vida de la infancia es muy corta, de ahí la importancia de trabajar de forma intensiva y en un espacio adaptado” a las necesidades y complejidades de estos traumas. Pero no hay un tratamiento igual: en algunas familias se trabaja individualmente con cada miembro en paralelo, y en otras conjuntamente. O primero individualmente y más adelante juntos.
El espacio, luminoso, cuidado, con espacios de reunión con adultos, otros con material para atender a niños muy pequeños o ya adolescentes y una gama de colores agradables fue diseñado por un arquitecto al que se explicó la metodología. Hay cámaras por si se considera necesario grabar y analizar las sesiones. Y el espacio estrella es la sala Snoezelen, con elementos de distintos colores, texturas o materiales (cojines, cables, agua) que permite trabajar multisensorialmente los efectos del trauma. La sala permite trabajar daños de los abusos que afectan al desarrollo neuronal, porque los traumas se quedan en el cuerpo, explica Martínez. Por ejemplo, una víctima de abuso sexual puede rechazar cualquier contacto humano, y en este espacio se puede trabajar el tacto con otros materiales para que poco a poco se vuelva a tolerar.
Elena Boira, directora de los Servicios Especializados de Atención a la Infancia y Adolescencia (SEAIA), explica que los equipos de atención a la infancia de los servicios sociales tienen por competencia estudiar la situación de los niños atendidos y una propuesta de atención, con el objetivo final de que “la criatura esté con su familia, que es un derechos básico reconocido”. En este caso, se trabaja con las familias “siempre que estén preparadas”. “Tiene que haber consciencia del daño, motivación para la reparación”, añade. Y sobre el perfil de familias, insiste en que la violencia familiar no tiene clase social: “Hay familias con rentas bajas y unas competencias parentales fantásticas, y familias acomodadas sin esas competencias”. Lo que comparten es que la violencia genera un daño, una herida, que “se puede reparar con un buen acompañamiento”.
El alcalde, Jaume Collboni, ha visitado este martes el espacio, donde ha subrayado que el servicio atiende a familias de todos los distritos, “también de barrios donde se cree que no hay problemas sociales”. Sobre el nuevo servicio ha destacado su “nivel de sofisticación y excelencia, centrado en la protección y también en la prevención”. El socialista ha destacado la “vocación de innovar de los servicios sociales” del consistorio barcelonés, y ha recordado la “larga trayectoria de la ciudad en servicios de protección a la infancia, ahora con modelos profesionales, de trabajo en red y pluridisciplinares”. Los servicios municipales destinados a la infancia atienden anualmente a 4.400 menores, la mitad niños y niñas que están con sus familias y la otra mitad tutelados por la DGAIA (Dirección General de Atención a la Infancia y Adolescencia).
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