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Paté de campaña
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Qué pasa cuando “los vecinos” son los racistas

Esta campaña pide chupito cada vez que un político se acoja a ese epígrafe para hacer de la xenofobia una estrategia política digna

Un hombre pasa por delante de una pintada contra la islamofobia en una calle de Calella, en enero de 2024.
Un hombre pasa por delante de una pintada contra la islamofobia en una calle de Calella, en enero de 2024.Kike Rincón (Kike Rincon)

Es una práctica habitual y peca de tramposa, pero cuando en periodismo se quiere defender una teoría y se va mal de tiempo, se suele tirar de tres fuentes acreditadas —por la academia o por su especialidad— intuyendo que se agarrarán a la misma cuerda de la que queremos tirar. Si algo hemos aprendido en esta carrera cada vez más acelerada de la información diaria es que todo cabe bajo el epígrafe de “los expertos”. Los expertos dicen. Los expertos critican. Los expertos sostienen. Nadie cuestiona a “los expertos” porque por algo lo son y por eso merecen ese hueco, ¿no? En mi cabeza siempre he pensado que los expertos traman algo y posiblemente no sea nada bueno, pero quién va a problematizarlos, ¡si son expertos!

Durante los últimos meses, he pensado mucho en ese manto de autoridad fácil con el que cubrimos a ciertos grupos heterogéneos mientras leía noticias en las que los vecinos del territorio catalán, ensalzados como “los vecinos” como tal, han rechazado la integración y progreso social en su zona.

A principio de mes, “los vecinos” de Foixà (Baix Empordà) firmaron una carta en la que rechazaron que la casa de colonias del pueblo se convirtiera en un centro de menores para acoger extranjeros. El espacio de ocio del Mercadal, que pertenece al obispado de Girona, había sido elegido por la Generalitat para alojar el centro y se había llegado a un acuerdo; pero la mitad de los habitantes del pueblo, al enterarse, firmaron una carta en su contra. “No estamos en contra de ellos, pero deben ser atendidos con la máxima dignidad”, esgrimía el documento consensuado por 140 personas. En mayo de 2023, en Tarragona, “los vecinos” agrupados en la plataforma ProLlevant, casi un centenar en total, cortaron la N-340 contra la construcción de un albergue juvenil en la zona de Ciutat Residencial. Aunque el Ayuntamiento aseguró que se trataba de una futura equipación de la red Xanascat, según recogió la prensa local, la plataforma defendió su rechazo porque creían que vendrían “menores extranjeros no acompañados y jóvenes con problemas psico-sociales”. No olvidemos que ha sido el malestar y la sensación de inseguriad de “los vecinos” de Calella y Ripoll lo que ha propiciado una ofensiva que ha normalizado proclamas y propuestas abiertamente racistas en la agenda política catalana.

En 2024, la aporofobia no solo se defiende desde un bando político. El postrumpismo ha permeado tan bien en nuestra rutina que ya ni nos sorprende leer que “los vecinos” rechazan la construcción de pisos sociales con fondos europeos porque “piensan que habrá pobres que serán conflictivos”. Así pasó en Manlleu este agosto, cuando se tiró por tierra la construcción de dos bloques de vivienda de alquiler social, financiados con 2,8 millones de euros de fondos Next Generation. El gobierno de Junts y PSC aprobó a mediados de julio tramitar por vía urgente dicho proyecto para acceder a las ayudas europeas. Un mes después lo anulaba alegando que, tras estudiarlo a fondo, atentaba contra “el carácter propio de los barrios de Manlleu”. El carácter, ya saben, de “los vecinos”.

Esta campaña pide chupito cada vez que un político se proteja bajo el paraguas de “los vecinos” para hacer de la xenofobia una estrategia política digna. Como el de los expertos, ese epígrafe también se ha pervertido hasta convertirse en la salida más fácil y rápida. Quién va a problematizarlos, si son vecinos, ¡y encima de los nuestros!

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