Vincent Pérez: “El secreto para una buena escena de esgrima es mucha precisión y la mejor arma en el cine es el sable”
El actor y director, que ha presentado su película de duelos ‘Asunto de honor’ en el BCN Film Fest, recuerda que se ha batido en más de 30 combates en la pantalla
Hablar con Vincent Pérez de esgrima es casi como hacerlo con Dutreval de Dijon o Jaime Astarloa, por no decir con D’Artagnan. No en balde ha interpretado a numerosos espadachines y se ha batido —y muy bien— en muchas películas. Pérez (Lausana, Suiza, 59 años) ha estado en Barcelona como invitado del BCN Film Fest para presentar Asunto de honor, filme centrado en un maestro de esgrima francés de finales del XIX y que él ha dirigido, reservándose el papel del villano de la historia, un coronel de coraceros brutalmente hábil con la espada y el sable.
La película (la cuarta de Pérez como realizador y que se estrenará en España en otoño) es muy emocionante, con escenas de combate muy bien hechas y varios duelos espectaculares, incluido uno a caballo. Tiene toques de swashbuckling (el género hollywoodense de capa y espada), como algún heterodoxo salto sobre el adversario que firmaría Douglas Fairbank padre (el más atlético de los espadachines de pantalla) pero en líneas generales resulta muy realista y respetuosa con el noble arte de la esgrima. Un atractivo extra es que incluye en la trama a una mujer, la parisina Marie-Rose Astié de Valsayre (1846–1915), una pionera del feminismo, sufragista, escritora y música que hizo de sanitaria en la guerra franco-prusiana, luchó contra la prohibición de que las mujeres vistieran pantalones y, para lo que nos atañe, fue una hábil esgrimista, creó una asociación de tiradoras y se batió en duelo. En realidad, lo hizo con otra mujer, pero Asunto de honor, donde la encarna Doria Tillier, le inventa uno con un hombre que le ha espetado muy gráficamente “el honor es un órgano que la mujer no tiene”. En la película, el maestro de esgrima protagonista, Clément Lacaze (Roschdy Zem), se ve involucrado en una espiral de duelos y adiestra a Astié para el suyo (en el que le hacen quitarse el corsé) mientras afronta los propios.
Vincent Pérez, un hombre maduro en el que has de escudriñar para reconocer a aquel joven sensacionalmente atractivo que fue considerado por votación popular de Paris-Match el octavo hombre más sexy del mundo, se muestra satisfecho cuando se le alaba la calidad esgrimística de su película. “Tengo alguna experiencia, sí, he hecho mucha esgrima en el cine y me he batido en 30 duelos en el cine”, explica agitando mucho las manos como si sostuviera un florete en ellas. Recuerda que empezó con los duelos en el teatro, con el paradigmático del final de Hamlet, encarnando a Laertes. En la pantalla ha hecho el Cyrano de Rappeneau con Depardieu (él hacia de Christian de Neuvillette, mejor con la espada que con la lengua), La reina Margot (La Môle), la versión de Ettore Scola de Le Capitaine Fracasse de Théophile Gautier, el remake de 2003 de Fanfan la Tulipe, en el rôle titre, con Penélope Cruz, y sobre todo el espléndido El jorobado (Le bossu) de 1997 de Philippe de Broca, una nueva versión de la gran novela de Paul Féval con Daniel Auteuil como Enrique de Lagardère y Pérez en el papel del duque de Nevers (el de la célebre estocada secreta y letal). “Algunos combates en esas películas fueron formidables”, rememora Vincent Pérez. “Ridley Scott vio nuestro El jorobado y dijo que era de las mejores películas de esgrima que conocía; el duelo inicial entre Lagardère y Nevers es de mis favoritos en el cine”.
El actor y director dice que Asunto de honor está muy inspirada en su experiencia de haber trabajado en el cine con grandes maestros de armas (profesionales nunca lo suficientemente valorados). A la hora de considerar cuál es el mejor filme de la historia desde el punto de vista de la esgrima señala que “probablemente Los duelistas, de Ridley Scott. Y también, para mí, Barry Lyndon”. La influencia de ambos es patente en Asunto de honor: el duelo a sable a caballo entre el salvaje coronel Berchère y el maestro (y ex soldado) Lacaze remite a la película de Scott, mientras que el duelo a pistola entre ambos y el que libran a espada el propio coronel y el sobrino de Lacaze recuerda también a la de Kubrick (“I will pay you today sir”). De la tremenda escena del combate a caballo de su filme explica que fue muy complicada de realizar y que tuvieron que dedicarle dos días enteros. “A diferencia de Ridley Scott, que usó teleobjetivo para la suya, yo quise hacerla muy próxima, para que se viera toda la violencia”.
Pérez, que afirma que ha investigado mucho sobre esgrima para su filme, añade como influencias las películas asiáticas y a Kurosawa. Y señala la relación entre la personalidad de los samuráis y la de maestros de armas como su protagonista, Lacaze.
El actor y director dice que conoce bien El maestro de esgrima, la novela de Arturo Pérez-Reverte llevada al cine en 1992 por Pedro Olea con Assumpta Serna y Omero Antonutti, y cuya trama (la mujer que toma clases con el maestro para un duelo) tiene puntos de contacto con Asunto de honor. “De hecho hago salir a un maestro de esgrima español, Gustavo de Borda, quería que hubiera algún español, no solo en homenaje a los grandes maestros de esa época sino porque lo español [es hijo de padre valenciano] está en mi ADN”. Pérez puntualiza que, a diferencia de la inventada Adela de Otero, su esgrimista es un personaje real, “que encontramos en los diarios de su tiempo”.
Al cineasta le gusta el papel que juega Astié de Valsayre en su película (“el alma de un ángel en el cuerpo de una diablesa”), en la que los personajes masculinos se encuentran en proceso de reconstruir su cuestionada y maltrecha virilidad tras la debacle de la guerra franco-prusiana. “Esa dualidad entre un feminismo creciente y la masculinidad puesta en cuestión me pareció muy interesante”. Pérez apunta que en las películas de época es importante introducir temas que cuestionen la nuestra y también marcar con exactitud el tiempo en que transcurren, como hace él con la introducción en una escena del primer gramófono.
¿Por qué decidió encarnar Vincent Pérez al villano? “Ya tenía a un actor protagonista con un gran nivel de esgrima, Zem, y de hecho yo no pensaba hacer de actor, pero mi mujer me dijo: ‘¿Cómo?, ¿con la experiencia que tienes de esgrima y no vas a salir en la película?’. Fue ella la que me hizo salir. Es la primera vez que lo hago en una de mis películas”.
¿Cuál es el secreto para hacer una buena película de esgrima? “Mucha precisión. Hay que preparar muy bien los combates. Nosotros los filmamos antes. Sabíamos muy bien lo que queríamos. Cada combate ha de tener un elemento especial, algo característico. Y cada duelo tiene su propia dinámica y sistema. En Asunto de honor, los actores han trabajado mucho, no solo es una cuestión de habilidad con el arma e interpretación, sino también de coreografía”. Vincent Pérez está satisfecho de cómo la película muestra la espectacularidad y emoción de la esgrima pero también la oscuridad y la angustia de los duelos. ¿Qué arma prefiere? “El sable, es la más interesante y fácil cinematográficamente. Es muy épica además. La escena del duelo a caballo lo muestra muy bien. Pero la más complicada técnicamente es la espada, el arma maestra”.
En Asunto de honor se homenajea al mundo de la esgrima con la famosa frase (que se escucha en la sala de armas de Lacaze) de que la espada es como un pájaro, no debes aferrarlo con tanta fuerza que lo asfixies ni tan débilmente que escape volando de tu mano: la famosa máxima de Doutreval en Scaramouche. Otras frases esgrimísticas destacadas del filme, todas muy útiles, son: “La venganza no puede ser el motivo de un duelo”, “jamás subestimes al adversario”, “el secreto es anticiparse sin precipitarse”, “la distancia es tu compañera”, “la espada es la extensión del dedo, y la extensión del pensamiento”, o “la emoción es nuestra enemiga”.
De su carrera le gusta a Pérez especialmente el personaje de Viviane, el transexual que hizo con Patrice Chéreau —el director que le dio la alternativa en el Théâtre des Amendiers, en Naterre en 1986 y al que considera “un segundo padre”— en la película Ceux qui m’aiment prendront le train (1998). También recuerda con especial emoción el rodaje con Antonioni y Wenders de Más allá de las nubes (1995).
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