Un Liceo infantil de ida y vuelta
Más de un millar de escolares del Ripollès copan el teatro de la Rambla de Barcelona en el proyecto educativo ‘Liceuaprèn’ para difundir la música y la ópera
Niños en el vestíbulo del teatro, en la platea, luego en el Foyer, en los camerinos. 1.300 escolares de 14 colegios de la comarca del Ripollès han acudido este miércoles al Liceo para presenciar la ópera La cocina de Rossini y, cuando llenado el teatro y ocupado las butacas, se ha hecho el silencio. “No es que sean más callados que los de otra parte. Es que llevaban todo el curso preparándolo”, cuenta Antoni Pallès, director musical y educativo del Liceo en alusión a los talleres de teatro, música o aprendizaje de hábitos alimenticios que han hecho los escolares antes y harán después de la función. “1.300 personas generan una mancha de aceite. Son espectáculos con vocación educativa. El éxito no es es que se haya llenado sino que pasen cosas después”.
Fiel a su origen de institución musical como su propio nombre indica-nació para conseguir recursos para los estudiantes del Conservatorio-, el Liceo está a punto de cumplir los 25 años del Petit Liceo, que nació como una temporada estable infantil tras la reconstrucción del devastador incendio. No es gratuito el volumen de espectadores que moviliza: son 60.000 personas en sesiones escolares y familiares cuando el teatro contabiliza cada año 250.000. El Petit Liceu ha dado paso después al proyecto educativo LiceuAprèn, destinado a los centros educativos, a familias y al público en general. En total, ha presentado en los últimos cuatro años siete nuevas producciones como La barcarola, El monstre al laberint, La nit de Sant Joan o La cuina de Rossini. Con una especial mirada en la infancia y los adolescentes, este curso ofrece 65 funciones. El teatro brinda para los centros 40 funciones con la visita de 30.000 alumnos pertenecientes a 416 centros. En los últimos tres años, ha contado con la complicidad de 39 colegios, 8.000 escolares y 700 profesores.
“El arte no puede estar restringido. tenemos la obligación de abrir el abanico a tantas personas como sea posible. Es una obligación”, sostiene el director general del Liceu, Valentí Oviedo en el balance del proyecto educativo. Pallès añade que desde el nacimiento del Petit Liceu han pasado ya 25 años y el público demanda también otras cosas. “No podemos se metros prescriptores de espectáculos. El LiceuAprèn es de ida y vuelta. ¿es que puede no hacerlo? Su decimos que hay una oportunidad de ayudar a la sociedad, hablamos de retorno”, añade en alusión al germen que intentan cultivar. Bajo el lema Liceu als centres en zonas rurals de Cataluña, la filosofía del proyecto se basa en acercar el teatro a los niños de las comarcas más lejanas de Barcelona con la particularidad que el mismo personal del teatro se desplaza para hacer talleres y cursos de formación y contribuir a que se disfrute de la música como un hecho colectivo. Antes de los niños del Ripollès, ya hicieron lo propio los de las comarcas de Les Garrigues y de las Terres del Ebre.
La experiencia escolar del Liceu dura semanas porque con antelación a la función de hoy miembros del equipo visitaron los 14 centros y se dispensado cursos de formación a 150 profesores en Ripoll que además acudieron a un ensayo de la ópera Carmen para después participar en talleres con los pequeños sobre cómo se crea una ópera. “Han vivido la experiencia como una oportunidad”, afirma Jordina Oriols, responsable del servicio Liceuprèn. “Los niños ya venían con una predisposición para venir al teatro de otra manera”. El presupuesto global de todos los proyectos educativos asciende a 1,5 millón de euros y cada entrada cuesta 10 euros. El Liceu beca a las familias que no lo puedan costear. En mayo, el teatro programa una función especial de La Cenerentola el 30 de mayo, a 30 euros, dijo Oviedo, para alimentar una pasión por la ópera intergeneracional.
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