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Las terapias contra las adicciones al juego y las pantallas aumentan un 24% en un año en Cataluña

Los expertos alertan de que el sistema sanitario no está preparado para asumir la demanda que habrá a medio plazo por el uso abusivo de móviles e Internet: “Nos faltan manos”

AEPD patrones adictivos webs
Un niño usa el teléfono móvil y y un dispositivo electrónico.Eduardo Parra ( Europa Press / CONTACTO )
Bernat Coll

“Ahora estamos tratando a pocos estudiantes con adicción a las pantallas, pero a corto plazo serán muchos más. Será una pandemia”. Francesc Perendreu, presidente de la Asociación Centro Catalán de Adicciones Sociales (Acencas), cuenta con casi tres décadas de experiencia en el tratamiento de adicciones. Y avisa de que las comportamentales (al juego, al sexo, a las compras, a los videojuegos, etc, aquellas que no implican el consumo de sustancias) van, e irán, en aumento. Según el último informe anual de 2022 sobre drogodependencias de Cataluña, publicado recientemente por el Departamento de Salud, los tratamientos a estas adicciones han crecido un 24% en un año (de 738 a los 914 casos, la gran mayoría al juego), por un 5,32% a las drogas (de 13.423 a 14.137). El sector alerta de que la demanda para las nuevas adicciones crecerá y que el propio sistema de Salud deberá adaptarse a las necesidades sociales. El documento de 2019 únicamente recogió 46 tratamientos a las adicciones comportamentales.

En pleno debate sobre el uso de los móviles entre los menores, el informe destaca que uno de cada cuatro estudiantes de secundaria muestra un uso compulsivo de internet, con un porcentaje superior entre las chicas (32%) que en los chicos (22%). Los tratamientos específicos en toda Cataluña por las adicciones a los videojuegos y la tecnología, sin embargo, ni alcanzan el centenar en la red pública. “La adicción a las pantallas y a la tecnología no es visible, como sí ocurre en la adicción al alcohol o al juego”, compara Perendreu. “Tarda más en descubrirse porque no hay un gasto económico o una consecuencia directa. Nos damos cuenta cuando las notas caen en picado o cuando te despiertan los puñetazos de tu hijo contra la pared a las cuatro de la madrugada porque ha perdido una partida”, añade.

¿Cómo puede tratarse un trastorno derivado de la tecnología, cuando la misma administración obliga a realizar algunos trámites de forma digital? “Primero se prohíbe y luego se reeduca”, responde Lara Grau, coordinadora de la sección de adicciones del hospital Vall d’Hebron. “El mensaje en las adicciones a las drogas es: ‘aléjate’, pero en las comportamentales es saber qué es esencial en tu vida. En el caso de las pantallas puede ser: quizás internet sí, pero redes sociales no. Depende de cada uno”, compara la psiquiatra.

Perendreu, que coincide con Grau y plantea ofrecer un “tiempo límite” al día a internet, reclama firmeza a los padres. “Muchos no se atreven a plantear a sus hijos que tienen un problema. Les da miedo. Cuando les proponemos que corten el internet, se echan atrás”. Y va más allá: “¿Verdad que si fuera un problema con la cocaína lo haríamos todo? Pues con las adicciones a las pantallas debería ser igual”, remarca.

En el Centro de Atención y Seguimiento (CAS) Vall d’Hebron, uno de los espacios donde se inicia un tratamiento a las adicciones, han registrado este 2023 unos 420 tratamientos por adicciones, un 20% más que en 2022 (350), y un 27% más en relación con 2022 (330). El aumento de este año, no recogido aún por el informe de Salud, confirma los vaticinios de los expertos: la salud mental requiere de más cuidados tras la pandemia.

El problema es que el sistema no parece adaptado a la demanda que viene. “Los CAS, como la sociedad, se están adaptando a los cambios de comportamiento”, plantea Àngels Guiteras, presidenta de la federación catalana de drogas. La experta anticipa dos fenómenos: la sociedad pedirá más oferta para afrontar los trastornos vinculados a la tecnología y el sistema tendrá que aumentar los recursos. “Estamos por debajo de la demanda que podría haber realmente. Va a incrementarse”, entiende Guiteras. Grau va a por lo esencial: “Faltan manos”. En el CAS Vall d’Hebron, las listas de espera han pasado de los 10 días a los 21, cifra menor que en el conjunto de Cataluña (de 23 a 31 días), según el informe de Salud. “Y eso que hay CAS con meses de listas de espera”, matiza Guiteras.

Abuso en alcohol y cannabis

El informe avisa de que el consumo de cocaína ha alcanzado los máximos históricos: un 16,9% de las población de entre 15 y 64 años asegura haberla consumido. Además, el documento confirma que las mujeres toman más hiposedantes que los hombres (el 22% y el 16% respectivamente lo ha consumido alguna vez) y que el consumo de cannabis entre los jóvenes está consolidado (representan más de la mitad de sus inicios de tratamientos).

“El cannabis se ve como una sustancia de bajo riesgo ”, analiza Enric Arqué, presidente del Fòrum Salut Mental de Cataluña. “Las pautas de consumo de los años 80 eran recreativas y con menos frecuencia. Ahora hay personas que pueden llegar a fumar hasta 10 o 12 [porros] al día, con una carga de THC [tetrahidrocannabinol, la sustancia del cannabis] 30 veces mayor que la que consumían los hippies de Berkeley. Falta información veraz de lo que ocurre cuando se abusa”.

El abuso también alcanza al alcohol. Según el informe, una cuarta parte de los jóvenes de entre 14 y 18 años afirma haber sufrido una intoxicación o haber consumido alcohol con intensidad en el último mes, un porcentaje mayor entre chicas. “Los jóvenes lo consumen a lo grande”, lamenta Arqué. “Recuerdo un día en el que un grupo de jóvenes que iban con bolsas y botellas me dijeron que ellos se comportaban, que solo traían una botella de vodka para tres personas; y que lo habitual era consumir una botella por persona en una noche. Falta mucha conciencia”.

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Sobre la firma

Bernat Coll
Periodista centrado actualmente en la información sanitaria. Trabaja en la delegación de Catalunya, donde inició su carrera en la sección de Deportes. Colabora en las transmisiones deportivas de Catalunya Ràdio y es profesor del Máster de Periodismo Deportivo de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona.

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