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La falta de personal eleva el número de bares condenados a cerrar un día en plena campaña turística

Los empresarios de la Costa Brava han tenido que reestructurar horarios: “No se puede dar descanso a unos y a otros no, así que un día no trabaja nadie”

Turismo
Un camarero atiende a los clientes de una terraza, en la Costa Brava.David Borrat (EFE)

La de este verano ha sido una buena temporada turística pese a no cumplir las expectativas marcadas en julio. Hay un factor, sin embargo, que la ha empañado: la falta de personal iniciada tras la pandemia y la imposibilidad de hacer rotaciones obliga cada vez a más empresarios a cerrar un día sus restaurantes o bares para permitir el descanso de su personal tal y como estipula el convenio colectivo del sector, que garantiza dos jornadas consecutivas sin trabajar. Esta práctica empezó a detectarse el año pasado en poblaciones donde históricamente era impensable, como Begur o Lloret de Mar, y este verano se ha extendido el número de negocios que han renunciado a abrir toda la semana.

“Los tiempos están cambiando, parece que muy poco a poco los horarios intempestivos y las jornadas maratonianas de la hostelería van desapareciendo”, apunta el secretario general de la UGT en Girona, Maxi Rica. Para él, “se han puesto un poco las pilas y empiezan a intentar conciliar la vida de sus empleados y el trabajo, pero aún es una gota que empieza a calar entre el empresariado, para muchos lo que cuenta es la pela”. El secretario general de Servicios de CC OO en Girona, Antonio Ferro también cree que “lo hace un porcentaje muy pequeño”.

En Lloret de Mar, principal destino turístico de Cataluña tras Barcelona, o Blanes, también se ha detectado la tendencia a cerrar un día entre semana. “No son los \[locales\] a pie de playa, son de calles interiores. Cierran un día y todos los trabajadores hacen el descanso a la vez porque no tienen capacidad para hacer rotaciones”, indica Ferro para destacar el impacto que está teniendo esta nueva práctica.. En hoteles grandes el cierre se traduce en servicios limitados a la media pensión, desayuno y cena, y en los más pequeños, como los de la Costa Brava centro, cierran el restaurante un día y sólo dan desayunos, como se hace también en Francia.

“No tengo personal para poder hacer la rotación, me falta un cocinero”, asume Marcos Morales, propietario del restaurante mexicano Xela de Begur. En su caso, ha optado por cerrar los lunes. “No se puede dar descanso a unos y a otros no, así que cerramos y ese día lo tienen todos a la vez. En principio no quería cerrar porque en agosto pierdes mucho dinero, pero si no se puede organizar de otra manera, se tiene que cerrar”. En la misma población también cierran otros locales céntricos, que consideran que no se trata solo de no tener mano de obra sino de mostrar a posibles trabajadores de que se respetan las condiciones del descanso. “Es la manera de encontrar personal, sino no te viene nadie”, reconoce un restaurador de la población, Jordi Valés. “Los tiempos han cambiado, antes trabajábamos meses seguidos, ahora dejamos de ganar un dinero, pero hay que disfrutar un poco mas de la vida”, sostiene.

Algunos trabajadores procedentes de otras zonas no tienen dónde vivir, por eso algunos empresarios alquilan pisos o casas para acogerlos. “De Francia llegan ofertas de trabajo en las que ofrecen sueldo, comida y alojamiento. Aquí ya no es que se les vaya más de la mitad del sueldo, hay casos de “camas calientes”, gente que hace turnos distintos y comparte cama. “Es terrible, esperemos que no sea una práctica habitual”, lamenta Ferro. “Esto no cambiará hasta que no se dé la importancia al sector turístico que realmente tiene, teniendo en cuenta el PIB que representa, y que se den las condiciones para fidelizar al trabajador”, asegura.

Sindicatos y trabajadores creen que son necesarias inspecciones y sanciones para que los empresarios acaten el convenio. Por lo general sólo se cumple en grandes negocios con representación sindical. Carlos hace 30 años que trabaja en un restaurante del corazón de la Costa Brava y tiene claro que “los empresarios se pasan el convenio por el forro” y que “la Inspección de Trabajo es una pantomima, no quieren abordar el problema; si hicieran inspecciones a saco, encontrarían todos los incumplimientos, que son muchos”. Este año ha sido el primero que han tenido un día de descanso. La dueña del local no tuvo más remedio “por la presión de los jóvenes que traían el currículum. Cuando les decía que no se descansaba de junio a septiembre se iban todos”, explica. Los camareros han incluido en sus tareas la limpieza de los lavabos porque no hay personal de limpieza.

Maximizar ingresos

No todos los empleados quieren perder la oportunidad de aprovechar la cantidad de trabajo e ingresos que ofrece la temporada turística. Una empleada como María no quiere que se denuncie. Trabaja 12 horas diarias por 1.500 o 1.800 euros mensuales, incluidas las propinas. Considera que “en ningún otro empleo podría sacar esta cantidad”. Algunos empresarios se aprovechan de esa necesidad. Este verano, dicen propietarios de establecimientos y sindicatos, ha habido más inspecciones administrativas, sobre todo para comprobar que se cumplen los calendarios y los horarios de trabajo.

Las organizaciones sindicales han puesto varias denuncias en Lloret, Tossa de Mar, Platja d’Aro, Palamós o Begur, pero se desconoce el número de inspecciones y sanciones que se han efectuado y dónde, ya que Inspección de Trabajo de Cataluña, con total opacidad, no facilita la información.

“El empresario quiere beneficios similares a la prepandemia, y con el personal actual no puede ser, con menos plantilla deben soportar cargas de trabajo absolutamente enloquecidas”, dice Rica. Esto, en momentos determinados como con las olas de calor, puede afectar a la salud del empleado. Este año ha afectado a personal de exterior y a los que trabajan dentro a más de 40 grados, explica Jesús Lourido, responsable del sector de Hostelería y Turismo de Cataluña de la UGT. Varios negocios han tenido bajas este final de agosto por desmayos o problemas diversos de salud. UGT ha presentado varias denuncias por determinadas condiciones de trabajo y por las altas temperaturas que tenían que soportar los empleados.

Normalidad prepandémica

La temporada ha acabado bien pese que los empresarios pensaban en el inicio del verano que todavía sería mejor. “Las pernoctaciones y los comensales entre semana han bajado, pero con la subida generalizada que ha habido de precios puede ser que al final la facturación sea igual que el año pasado”, dice Judit Lloberol, gerente del Grupo Costa Brava Centro.

Según la Federación de Hostelería de Girona, en la Costa Brava, donde están el 88% de las plazas hoteleras de Girona, en julio la ocupación media fue del 75%, frente al 84% del año pasado. Las mejores cifras, un 85%, se dieron en la Costa Brava Centro, al sur Lloret de Mar y Blanes con un 80% y un marcado descenso del turismo británico, y la Costa Brava Norte con un 60%, no cumplieron las expectativas. Agosto, con una ocupación media del 89% no ha llegado al 94% de 2022. En general, la ocupación ha sido de entre un 85% y un 90%, con pernoctaciones de entre dos y tres días. A pesar del descenso, prevén que la facturación quede compensada con la subida generalizada de entre un 10% y un 15% de los precios –con casos de hasta un 30%-. El sector apunta que se ha vuelto a la “normalidad” prepandémica, ya que se ha trabajado como en 2019.




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