El Ayuntamiento de Barcelona planea regular el acceso a los Búnkeres del Carmel ante la masificación turística
La asociación de vecinos del mirador, que ha denunciado saltos al vallado nocturno, quiere saber si se cobrará entrada como en el Parc Güell
A punto de cumplirse cuatro meses del vallado nocturno de los búnkeres del Carmel, que presenció botellones descontrolados antes de comenzar la temporada de verano, el Ayuntamiento de Barcelona dará un paso más para contener uno de los puntos más masificados de la ciudad en los últimos años.
El nuevo concejal del distrito Horta-Guinardó, Lluís Rabell, admite que la colina del Turó de la Rovira llegó a reunir a “2.000 visitantes” en primavera, antes de implantar esa infraestructura de 1,6 millones de euros, compuesta por vallas de acero de dos metros de altura. “No está prevista una presencia de personas masiva y desordenada. La aglomeración supone un riesgo cuando se desborda la capacidad de aforo de un lugar”, añade Rabell.
Fuentes del distrito indican que esta medida, junto con el dispositivo de vigilancia policial vigente hasta octubre, “ha contenido la llegada masiva de personas a la zona, pero no han resuelto el problema completamente”. Y afirman que el El Turó de la Rovira se ha convertido en un “centro de atracción turística”. Por ello, el Consistorio admite que ha comenzado a “estudiar la regularización de los accesos y la pacificación del entorno” con los técnicos de diversas áreas municipales.
El Consell Veïnal del Turó de la Rovira, una de las asociaciones más activas en la zona, agrupa a residentes de calles cercanas como como Gran Vista o Maria Labernia. Ya desde marzo de 2023, dos meses antes de completar del vallado, realizaron las primeras protestas semanales contra la masificación del entorno de los búnkeres. Y en esas movilizaciones miembros como Francisco Bernal alertaban de que el proyecto del vallado nocturno iba a materializarse en un control de accesos con entrada: “Esto será el Parc Güell 2.0″, una expresión en boca de muchos vecinos manifestantes.
Otro de los militantes del Consell, David Mar, asegura que el proceso del vallado “es idéntico y el mismo proceso” que el Parc Güell, por lo que mantiene que su principal sospecha es que se acabará cobrando una entrada. “Es irritante que el Ayuntamiento diga ahora que la zona es de interés turístico como si surgiera naturalmente. Lo han hecho ellos, los tres anteriores Consistorios, desde Xavier Trias”. Indica que llevan sin reunirse con el distrito desde julio, pero que esperan volver a verse en septiembre, con “posturas comunes” entre las asociaciones del Carmel.
Desde la administración aclaran que se trabajará para “consensuar” la propuesta con los vecinos. Y que se están “estudiando posibilidades”, por lo que no se ha concretado ninguna de momento. Ante todo, el concejal insiste en que se necesita una solución “estructural”: “Aunque ya no se den botellones masivos, sigue habiendo un malestar en el vecindario que hay que cortar”. Y aclara que mandar patrullas de policía local frecuentemente solo supone “un parche”. “Necesitamos una gestión ordenada. La popularización del Turó es endémica”, remarca.
Respecto a la comparación con el Parc Güell, Rabell señala que esta zona tiene “características distintas a la del Turó por su valor patrimonial” aunque pretenden darle “proyección” porque los búnkeres forman parte de la red de espacios museizados del Museu d’Història de Barcelona (Muhba). “El acceso no pasa necesariamente por el cobro de una entrada. Estamos estudiando distintas posibilidades”, remarca el concejal porque se encuentran en “fase de estudio”.
Desde el 2 de mayo, solo puede accederse a esta colina del barrio del Carmel de 9.00 a 19.30 horas en verano, como en otros parques públicos de la ciudad. Sin embargo, el Consell Veïnal ha denunciado en varias ocasiones con vídeos en redes sociales cómo los visitantes acceden al recinto saltándose las vallas, llegando a agresiones físicas a vecinos, para continuar haciendo botellón. Además, se quejan de las consecuencias diurnas de la masificación turística, como los autobuses de barrio llenos de usuarios, excediendo el aforo permitido por TMB. El Consell también critica que los pilones de tráfico que impiden el acceso a vehículos que no residen en las calles Panorama y Turo de la Rovira llevan averiados “desde inicios de julio”, lo que provoca que también entren turistas en coche.
Otra de las denuncias habituales de los vecinos, explica Mar, es que no se requise el alcohol en el espacio público, una medida que creen que sería disuasoria. Fuentes del Ayuntamiento ya indicaron a EL PAÍS que la prioridad de los agentes es desalojar en este espacio “tan característico orográficamente”, aunque consuman alcohol en la vía pública: “Si tienen que empezar a denunciar a todas las personas que están consumiendo alcohol se pueden producir situaciones no deseadas. Cualquier actuación policial se basa en los principios básicos de oportunidad, congruencia y proporcionalidad”.
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