Maragall: “Colau quiere vender emblemas, yo conquistar la ciudad”
El candidato de Esquerra Republicana a la alcaldía de Barcelona apunta al recorte del Estatut como una de las causas del caos en infraestructuras
Ernest Maragall (Barcelona, 80 años) acarició hace cuatro años la alcaldía de Barcelona. La lista de Esquerra fue la más votada y hasta su rival, Ada Colau le llamó a felicitarle por el triunfo en la noche electoral. El republicano comenzó esta campaña (donde de nuevo compite con la alcaldesa) denunciando “el pacto de la vergüenza” entre PSC, BComú y Manuel Valls que finalmente le impidió liderar el Consistorio. Ahora enfrenta la semana final aterrizando un veto a acuerdos con un PSC (le acusa de estar descolgándose del bloque progresista) y falto de un real contraste con los comunes, con quienes las discrepancias parecen ser más de forma que de fondo. “Colau quiere vender emblemas, yo conquistar la ciudad” dice para contraponer, por ejemplo, su visión sobre los ejes verdes.
Pregunta. ¿Cuál sería su primera medida de gobierno?
Respuesta. Sentarnos a la mesa con los sectores implicados en la construcción de vivienda, promotores, cooperativas, patronal, sindicatos, vecinos. Empezar a explicar dónde hay suelo disponible.
P. ¿Qué rectificaría del actual Ejecutivo?
R. El clima. En esta Administración hay demasiada incomprensión o negación de colaboración con una sociedad activa que no siempre tiene por qué coincidir ideológicamente con el Gobierno. Prescindir de ese capital ha sido un error grave.
P. ¿ERC quiere o no un peaje urbano?
R. Sería muy precipitado tomar una decisión inmediata, por eso proponemos estudiarla. Antes que llegar a eso hay que agotar todo un arsenal de instrumentos, algo que durante este mandato no se ha hecho bien.
P. Aún la ciudad está digiriendo los efectos de intervenciones como la de Consell de Cent. ¿Su propuesta de quitar un carril en las calles de más de 20 metros y o la peatonalizar otro más de Aragó no añade más presión?
R. Invertir en esas calles es hacerlo en la globalidad de la ciudad, no solo en 21 sitios específicos, que es lo que dice Colau. Nuestra propuesta distribuye la intensidad del tráfico manera más eficiente y equitativa. Colau quiere vender emblemas, yo conquistar la ciudad. Transformar autopistas urbanas en calles implicará de todas maneras que todos debemos acostumbrarnos a una reducción en la velocidad de la movilidad privada.
P. Aún queda para que se noten las nuevas inversiones en transporte público. ¿Qué hacer mientras tanto con la movilidad metropolitana y el coche?
R. Hay que añadir alternativas. Electrificación, aparcamientos disuasorios cerca de estaciones de tren, mejorar la red conectando la estación de Francia con las vías del Morrot. Esos ciudadanos de otros municipios que vienen a diario en coche son también vecinos de Barcelona, solo que no nos votan. Y también están llamados a esa corresponsabilidad sobre el cambio climático, no solo por imposición legal sino por una convicción cívica.
P. ¿No es curioso que en el balance de su capacidad de presión ante el Gobierno no haya avances en Rodalies?
R. Hay ámbitos en que es más complejo, pero seguiremos intentándolo. Pero la primera responsabilidad sobre el tema es de Colau y Jaume Collboni, que no usan los instrumentos que sí tienen en sus manos.
P. Y está la Comisión Bilateral Gobierno-Generalitat
R. Un Ayuntamiento liderado por ERC será un instrumento de presión añadida. Hoy vemos las consecuencias de que no se aprobaran los artículos del Estatut referidos a infraestructuras. La ciudad tiene mucho que decir en el Puerto o la zona ciudad aeroportuaria proyectada.
P. Critica la “subasta” política con la vivienda pero propone 20.000 pisos en el mandato.
R. No los prometo, digo que hay planteamiento que los posibilita. Hay que reunirse con los diferentes actores para ver, además, del suelo disponible, los posibles nuevos desarrollos y nuevas decisiones urbanísticas en suelo consolidado.
P. ¿Y la reserva del 30%?
R. Su rigidez, fijando que tuviera que hacerse en la misma finca, no ha ayudado. Hay que explorar mecanismos de compensación, de copropiedad municipal y de intercambio prudente de edificabilidad territorial.
P. Hay 90.000 viviendas de ancianos que viven solos y ve posible liberarlas con programas de hipotecas inversas. ¿No da alas al mobbing inmobiliario?
R. No le podemos dejar ese instrumento al mercado. Seguro que no liberaremos todos los pisos ni en dos ni en diez años, pero podemos hacer camino. Se actuará conociendo la letra pequeña de cada caso y respetando el derecho a elegir cómo vivir.
P. ¿El Puerto debería descartar la séptima terminal de cruceros?
P. Me parecería bien. Esa decisión no puede ser un mero acto administrativo del Puerto, tiene que ser una decisión coral. La ciudad es quien debería tener la última palabra.
P. Si ERC no revalida su hegemonía el 28-M ¿Será el fracaso de la estrategia de Oriol Junqueras o de la de Pere Aragonès?
R. Es muy simplista verlo así. ERC logró sintetizar su debate en un acuerdo propositivo [sobre el pacto con el PSC]. Cualquier cita electoral deja un mensaje a interpretar, pero no siempre en clave de elección.
P. Uno de esos mensajes es quien obtiene más votos. ¿Respetará la lista más votada?
R. No se debería repetir lo de 2019. Aunque ese principio tiene un límite: la existencia de una mayoría coherente y claramente alternativa al ganador en las urnas.
P. ¿La idea de votarse a sí mismo en la sesión constitutiva la compartirá todo su grupo?
R. Con “Maragall votará a Maragall” quise decir que somos un equipo unido y que vamos a ganar.
P. ¿Veta a Collboni o al PSC de cara a un eventual pacto?
R. Nuestra campaña no es contra nadie, es a favor unos principios progresistas que el PSC parece haber aparcado
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