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El estrés, el factor de riesgo tras la mitad de las muertes en el trabajo en Cataluña

Los sindicatos alertan de que infartos y otras causas “no traumáticas” representan ya el 55,8% del total

Josep Catà Figuls
Un trabajador agotado en su puesto de trabajo.
Un hombre trabaja en su oficina, en una imagen de archivo.Getty Images/Westend61

El desplome de una galería en la mina de Súria, que acabó con la vida de tres geólogos, y la muerte de un operario durante los preparativos del Mobile World Congress han vuelto a poner sobre la mesa la lacra de los accidentes laborales en Cataluña. Pero estos son solo tres de los 13 accidentes mortales que ya ha habido en lo que va de año. Si bien los fallecimientos por caídas, golpes y otras circunstancias traumáticas tienen por lo general más repercusión, sobre muchas de las muertes que ocurren en el trabajo no se acostumbra a saber nada: de todas las que ha habido desde enero, la mitad fueron por infartos, derrames cerebrales y otras causas calificadas como “no traumáticas”. El año pasado también representaron más de la mitad de los fallecimientos durante la jornada laboral, una proporción que ha ido creciendo desde 2019. Sindicatos y expertos lo vinculan al estrés y a la ansiedad por el trabajo, y aunque que admiten que es complejo de demostrar que esta es la única causa, también afirman que muchas otras muertes, que tienen lugar fuera de la jornada, pueden ser por el mismo motivo.

El peso de las muertes en jornada laboral categorizadas como “no traumáticas” sobre el total ha ido subiendo desde la pandemia, del 40% en 2019, al 55,8% del año pasado, según los datos del Observatori del Treball i el Model Productiu, de la Generalitat. Estos fallecimientos pueden tener causas muy variadas, desde patologías de base del trabajador, a otras variables asociadas al trabajo como el estrés. Sindicatos y expertos creen que la ansiedad en el entorno laboral juega un papel, aunque reconocen que es complicado demostrar qué peso tiene cada causa en cada accidente. “El incremento es muy preocupante, tiene que ver con la falta de prevención de riesgos psicosociales, y en las nuevas formas de trabajo y con las nuevas tecnologías, estos aumentan”, afirma Núria Gilgado, secretaria de Política Sindical en UGT Cataluña. Una de estas transformaciones ha venido con la irrupción del teletrabajo y la dificultad para desconectar. “Hay muchas empresas que no tienen protocolos de desconexión digital, las jornadas se alargan, no hay separación entre vida profesional y personal, y sobre todo después de la pandemia la carga de trabajo ha aumentado”, señala Gilgado, que añade que es difícil concretar las causas de estas muertes: “La mayoría de las que ocurren fuera del trabajo, pero que tienen que ver con él, no se incluyen como accidentes laborales”. Tampoco las muertes por accidente de tráfico en las idas y vueltas del trabajo constan como causadas por el estrés: “Y el riesgo de tener un choque aumenta un 30% si estás estresado”, apunta Natàlia Cugeró, profesora de Economía de la Universitat Oberta de Catalunya, e investigadora del grupo Sumat.

¿Cómo se puede asegurar que un accidente está provocado por el estrés que genera el trabajo? Cugeró explica que es complejo asignar esta causa como única: “Hay casos de siniestros laborales donde la causa está muy clara, sobre todo si se trata de un golpe o una caída. En otros es más complicado”. Si este accidente no traumático tiene lugar en la jornada laboral, se inscribe como accidente laboral, aunque faltan datos para analizar si el estrés está detrás de este infarto o ictus (en el caso de las muertes y sucesos graves) o detrás de enfermedades mentales, y si este estrés es por causa laboral. “El burn out [el síndrome del trabajador quemado] está reconocido por la Organización Mundial de la Salud (OMS), pero la gente cuando tiene estrés laboral suele coger una baja por enfermedad común, no se considera enfermedad laboral, y cuando ya se encuentra mejor, vuelve, eso si no lo han echado”, señala Cugeró, que añade que aunque el estrés es multicausal, se podría identificar si las responsabilidades laborales tienen un impacto o no.

“Después hay casos más extremos como el mobbing, la sobrecarga, la inestabilidad laboral, la falta de formación… La mayoría de veces la degradación del entorno laboral lleva a estrés, a una baja por enfermedad común, y si se degrada más, llega a un pacto con la empresa para dejarla, y no se denuncia. Pero las bajas por estrés son las más abundantes entre las enfermedades comunes”, relata la profesora. “Es muy difícil de demostrar, pero a la vez está muy diagnosticado”, dice Cugeró, que refiere al profesor de Stanford Jeffrey Pfeffer, autor del libro El trabajo nos está matando (editorial Lid). Mònica Pérez, responsable de salud laboral de CC OO, recuerda que Cataluña tiene competencias, a través de los centros de atención primaria, para calificar las enfermedades como profesionales. “Comunica muchas menos que otras comunidades. No se entiende, por ejemplo, que tengamos un caso al año de cáncer declarado como enfermedad profesional, cuando los expertos dicen que deberían ser muchos más”, afirma. Pérez destaca que la normativa para calificar los accidentes como laborales es muy estricta y, a la vez, no hila fino, con lo que muchas veces se tiene que ir a juicio para demostrar que el trabajo es la causa.

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Una siniestralidad al alza

Estos datos se enmarcan en un contexto de siniestralidad laboral al alza. Las cifras muestran que, tras una breve y tímida tregua en 2020, las bajas por accidente han crecido desde la pandemia y ya rozan los números anteriores a la crisis sanitaria. Los sindicatos denuncian que la vuelta a la actividad, combinada con una falta de prevención endémica en las empresas y un mercado de trabajo precario, han propiciado este aumento. Según los datos del Ministerio de Trabajo, en Cataluña se registraron en 2019 un total de 119.304 accidentes laborales con baja. Tras caer este volumen un 25% en el año de la pandemia (a causa de la paralización de la actividad), las bajas por siniestro laboral se han ido recuperando hasta las 113.646 del año pasado. El aumento se ha dado tanto en accidentes durante la jornada laboral como en los llamados in itinere, aquellos que ocurren yendo o volviendo del trabajo. En 2022, los accidentes leves fueron 112.912 (un 5% menos que en 2019, pero un 27% más que el año de la pandemia) y los graves sumaron 631 (un 18% menos que en 2019, pero un 7% más que en 2020). En cuanto a los accidentes mortales, estos se han mantenido alrededor de los 100 anuales desde 2019: ese año fueron 117, el siguiente fueron 110, en 2021 fueron 97, y el año pasado 103.

“Vemos un incremento de la siniestralidad en general desde 2012, cuando se aprobó la reforma laboral del PP. La degradación de las condiciones de trabajo y de los sistemas de prevención tiene un impacto en los accidentes”, detalla Pérez. Una de las claves está en los recursos que se dedican a la prevención: pese a que la directiva europea indica que las empresas tienen que dedicar recursos internos a servicios de prevención, y solo pueden externalizarlos en casos justificados, la ley en España permite a la mayoría de empresas externalizar este servicio. En Cataluña, cerca del 80% de las empresas solo tienen servicios de prevención externos. “Hay estudios que dicen que los técnicos solo van a las empresas cinco horas al año. Si se externaliza en servicios de baja calidad, hay menos vigilancia y, por lo tanto, menos seguridad. Y las administraciones saben que los controles no son exhaustivos”, dice Pérez. Pone como ejemplo una empresa a la que los técnicos han validado por tener redes de seguridad ante caídas, pero que no se ha analizado la resistencia de estas redes, con lo que pueden romperse cuando cae un operario junto a varios objetos.

Esto tiene consecuencias: desde hace unos años los sindicatos están viendo cómo aumentan los accidentes por caídas desde tejados. “Son completamente evitables y pensábamos que estaban superados, pero vuelven a aparecer, especialmente en la instalación de placas solares”, relata Núria Gilgado, secretaria de Política Sindical en UGT Cataluña. El balance de muertes durante la jornada en 2022 es revelador: 38 por infartos, derrames cerebrales y otras patologías no traumáticas; siete por aplastamientos en caídas; cinco por atrapamientos en máquinas o similares; 12 por choques de tráfico; dos por contacto con corriente eléctrico, fuego o sustancias peligrosas; uno por agresión física de animales y personas, y tres por sepultación o ahogo.

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Sobre la firma

Josep Catà Figuls
Es redactor de Economía en EL PAÍS. Cubre información sobre empresas, relaciones laborales y desigualdades. Ha desarrollado su carrera en la redacción de Barcelona. Licenciado en Filología por la Universidad de Barcelona y Máster de Periodismo UAM - El País.

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