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Barrotes en portales, paredes inclinadas y otros 50 obstáculos para malvivir en Barcelona: “Esconden a los pobres debajo de la alfombra”

Cientos de estudiantes participan en un proyecto de la Fundación Arrels para identificar la arquitectura hostil repartida por la ciudad

Vivienda Barcelona
Una alumna observa la fachada de la Parroquia Immaculada Concepcio i Sant Llorenç donde han encontrado distintos elementos hostiles, aun así, hay gente durmiendo junto a la fachada.Albert Garcia
Rodrigo Marinas

Gabriela García Nieto y Olivia Hargreaves se han saltado clase el pasado viernes viernes junto a sus compañeros de cuarto de la ESO para una actividad en Ciutat Vella. No han visitado un museo, ni el zoo, ni un parque. Han pasado su mañana fotografiando portales, bancos y escaparates en las inmediaciones de la Rambla para desentrañar un concepto que no habían conocido antes: la arquitectura hostil. Este distrito barcelonés tiene más de 50 elementos como barrotes en portales, bancos deliberadamente separados para uso individual o bolas de hormigón en accesos a edificios. La Fundación Arrels denuncia que estos elementos dificultan el día a día de las 1.080 personas que duermen al raso en la capital catalana, según los últimos datos del Ayuntamiento.

“Son temas de lo que no se hablan, como un tabú”, reconocen estas estudiantes de Oak School, uno de los 15 centros participantes en esta iniciativa de Arrels, que ha reunido a cientos de alumnos para construir este mapa a lo largo de Barcelona y L’Hospitalet de Llobregat a través de las cámaras de sus teléfonos móviles. Detrás de estas estructuras aparentemente decorativas, una de las imágenes que más ha sorprendido a las adolescentes es la de una iglesia que ofrecía alimentos en un comedor social en un lado de su fachada, mientras que en otro tenía dispuesto varios barrotes en un acceso. También han destacado aspectos más sutiles, como paredes en portales ligeramente inclinadas para impedir tumbarse.

Para el antropólogo José Mansilla, desde estos casos concretos hasta el diseño de calles enteras como la Rambla del Raval no es casualidad: “Todo urbanismo pretende dominar y ordenar la ciudad”. Además, a diferencia de otros modelos como el anglosajón, “más agresivo”, el de Barcelona se muestra “más sútil”; incluso intenta “seducir” en una estrategia con intervenciones “casi invisibles”. “La ciudad es un referente turístico internacional y se proyecta una imagen para que solo se conciba gente tomándose una cerveza en la Rambla, no refugiada en las puertas del Liceo”. Esta infraestructura se instaló el pasado septiembre tras las polémicas palabras del director artístico de la institución, Víctor García de Gomar, donde consideró que servían para “proteger el teatro” de “gentes del mal vivir”.

Para Mansilla, “ese marketing urbano está relacionado con la mercantilización del espacio”; por ejemplo, en la proliferación de terrazas y que no pueda beberse en la calle. “Todo se orienta a que se produzca un decorado maravilloso, pero estas barreras arquitectónicas no atacan el problema de raíz, sino que esconden a los pobres debajo de la alfombra y los desplazan”.

Otra joven de la escuela Oak toma una foto de los elementos hostiles encontrados en el centro de Barcelona para el mapa interactivo creado por Arrels.
Otra joven de la escuela Oak toma una foto de los elementos hostiles encontrados en el centro de Barcelona para el mapa interactivo creado por Arrels. Albert Garcia
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Un joven que comienza a trabajar como repartidor y necesita guardar la mochila y cambiarse de ropa o una mujer que huyó de su país por violencia de género, que espera una cita con servicios sociales pero que en cuatro días deberá dejar la habitación donde vive porque se le acaba el dinero. Son algunos de los 1.177 casos atendidos por Arrels durante 2022. La entidad denuncia que esta tendencia urbanística incrementa el estrés y la ansiedad de estas personas sin hogar que enfrentan otros problemas como “el miedo, la inseguridad y la falta de descanso”. La Generalitat destinará un millón de euros adicionales a reforzar las políticas de atención a este colectivo, según anunció el president, Pere Aragonès, a inicios de año.

Gabriela y Olivia también han recorrido el centro de la ciudad con Fran, un voluntario de Arrels que les ha enseñado los lugares de la ciudad donde estuvo vagado durante más de ocho años. Han concluido que “una conversación o una mirada amable” son gestos muy importantes para que quienes viven en la calle “no se sientan invisibles”. El curso que viene, estas alumnas participarán en un programa de voluntariado para trabajar mano a mano con colectivos vulnerables como este. Mientras Arrels y otras organizaciones sociales presionan para que se dediquen más recursos habitacionales, también consideran relevante abordar el sinhogarismo desde otro ámbito: la educación de la mirada.

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