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Oriente Próximo
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

‘Shalom’, señora Colau

Me comprometo a restablecer el acuerdo con Tel Aviv. Hoy nuestra ciudad hermana de Israel es una capital diversa, abierta, tolerante y progresista

La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, fotografiada el viernes.
La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, fotografiada el viernes.Gianluca Battista

Barcelona no debería romper relaciones ni con Tel Aviv ni con Gaza. Barcelona debería seguir manteniendo sus políticas de cooperación porque nos sentimos hermanados con palestinos e israelíes. Por ello, creo que es un grave error y soy contrario a la decisión unilateral que ha tomado la alcaldesa Ada Colau de romper el acuerdo de amistad con Tel Aviv. Los socialistas no compartimos esta decisión y por ello llevaremos una proposición que se votará lo antes posible en los órganos del Ayuntamiento para que se mantenga el acuerdo con Tel Aviv y Gaza. Estamos convencidos de que la mayoría de concejales del Consistorio no apoyará la decisión que ha tomado la alcaldesa.

Barcelona tiende alianzas, no rompe puentes. Por ello acogemos la sede de las principales redes globales de ciudades (CGLU y Metropolis), formamos parte del liderazgo de Eurociudades y estamos hermanados con más de 20 ciudades de todas las regiones del mundo.

Barcelona es la única ciudad del mundo que está hermanada con Tel Aviv y Gaza mediante un acuerdo de amistad y colaboración firmado por los alcaldes de las tres ciudades el día 24 de septiembre de 1998 para estrechar los lazos entre sus poblaciones.

En aquel tiempo parecía que la paz era posible y que se abrían nuevas oportunidades para los palestinos. Se canalizó una importante inversión internacional en que España participó activamente. Hasta que estalló de nuevo la guerra. Desde entonces, Barcelona no ha podido colaborar más con Gaza y Tel Aviv, a pesar de que hemos intercambiado aprendizajes sobre políticas tecnológicas con Tel Aviv y prestado asistencia técnica a Gaza.

Nuestro mundo de hoy es otro, pero Barcelona, como capital de la Unión por el Mediterráneo, quiere seguir ejerciendo de puente entre los países, las culturas y las religiones de nuestro mar. Puente entre las ciudades ricas y cosmopolitas, y las ciudades pobres y aisladas.

Barcelona no rompe puentes, y no debería romper con nadie. Al contrario, me comprometo a restablecer el acuerdo con Tel Aviv. Hoy nuestra ciudad hermana de Israel es una capital diversa, abierta, tolerante y progresista.

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Su alcalde, Ron Huldai, del Partido Laborista, defensor de la paz y crítico con la deriva del actual Gobierno, hace unos días afirmaba: “La democracia no es la mayoría tomando el control de la minoría y diciéndole qué pensar, cómo comer y qué hacer. Tel Aviv es democrática, tolerante, pluralista, respetuosa con todas las minorías. Lo defenderemos. Mantendremos libre a Tel Aviv”. Una alianza con Tel Aviv es una alianza por el futuro, por un futuro posible que debemos poder garantizar. Mantener el hermanamiento es mantener la puerta abierta a la promoción de la paz, los derechos humanos y el cumplimiento del derecho internacional, junto a las ciudades palestinas.

Los socialistas no nos resignamos. Seguiremos trabajando por un futuro en el que se restablezcan las negociaciones y se pueda llegar a nuevos acuerdos. La alianza entre ciudades es la mejor garantía para mantener los lazos que unen a las respectivas ciudadanías. La diplomacia de ciudades es la política exterior que la ciudad de Barcelona viene desarrollando con ayuntamientos de los cinco continentes —desde que Pasqual Maragall era nuestro alcalde— en países con todo tipo de sistemas políticos.

Nos encontramos en un momento terrible, por eso en estos momentos hay que apoyar a la sociedad civil, a los pueblos, y a los alcaldes israelíes que quieren encontrar soluciones para evitar una deriva que podría ser irreversible.

Como nos enseñó Miguel Ángel Moratinos, uno de los diplomáticos que mejor conoce el conflicto palestino-israelí y a sus protagonistas, incluso cuando el conflicto pueda arreciar, hay que seguir negociando. Porque sólo el diálogo abierto y sin líneas rojas, nos puede volver a traer algún día la ansiada paz entre Israel y Palestina.

Este es el camino que debería seguir Barcelona, capital mediterránea y ciudad de paz.

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