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La Audiencia de Barcelona absuelve al fundador de Casa Cádiz, Lagarder Danciu: “Llevo tres años sufriendo la etiqueta de violador”

El tribunal no cree el testimonio de la víctima, a la que acusa de caer en continuas contradicciones

Lagarder al poco de ocupar la Casa Cádiz.
Lagarder al poco de ocupar la Casa Cádiz.Carles Ribas
Alfonso L. Congostrina

El activista y fundador del hogar social la Casa Cádiz de Barcelona, Lagarder Danciu, ha resultado absuelto en el juicio en el que se le acusaba de haber abusado sexualmente de uno de los indigentes del hogar. La Fiscalía solicitaba una pena de 11 años de prisión para el activista acusándole de dos delitos de abuso sexual pero la sección segunda de la Audiencia de Barcelona considera que ninguno de los delitos ha quedado probados. Danciu ha roto este miércoles su silencio y ha declarado a EL PAÍS: “Llevo tres años sufriendo la etiqueta de abusador y violador por una denuncia falsa”.

Danciu es un conocido sintecho de origen rumano y etnia gitana. En 2018 fue uno de los líderes de una insólita acampada de indigentes en la plaza Catalunya de Barcelona en la que se reclamaban derechos a las personas sin hogar. Antes de liderar la acampada, Danciu ya era conocido por los medios por sus fugaces apariciones en actos políticos: increpó a Mariano Rajoy en Madrid en un acto en 2016 al grito de “¡sois la mafia!”; se enfrentó al grupo neonazi Hogar Social en una manifestación; e increpó a los líderes de Podemos y a la propia alcaldesa Ada Colau en actos por el derecho a la vivienda.

En 2018 hizo realidad una de sus utopías. Junto a otros activistas, okupó un local –la antigua Casa de Cádiz, muy cerca de la Sagrada Familia- y allí creó un espacio autogestionado y asambleario en el que acogían a personas sin hogar y en riesgo de exclusión social. Precisamente su mayor logro, la Casa Cádiz, es lo que acabó sacando de la circulación a este activista con una denuncia por abusos sexuales.

El denunciante es un joven marroquí, B.B, que en 2018 llegó a España siendo menor de edad y fue tutelado por la Generalitat hasta que alcanzó la mayoría de edad. Tras abandonar el amparo de la administración catalana y sin saber qué hacer, B.B. pidió ayuda en la Casa Cadiz. Un comité formado por cuatro personas, entre las que se encontraba Danciu, aprobaron su ingreso en el hostal okupado. A partir de entonces, Danciu y B.B. entablaron una amistad que acabó derivando, tal y como mantiene la propia sentencia, en una relación íntima.

En marzo de 2020, 24 indigentes quedaron confinados en la Casa Cádiz. “Fue muy dura la pandemia allí dentro y hubo algunos que montaron un asamblea contra mí. Me expulsaron el 21 de mayo”. Lagarder se fue de su propia criatura. “Tenían mucha sed de venganza y el 25 de mayo B.B. me denunció por abusos sexuales”, recuerda. Danciu asegura que habían mantenido una relación sexoafectiva consentida por ambos. “El problema es que es un joven marroquí de religión musulmana que está dentro del armario y que ha preferido denunciarme antes de admitir su condición sexual. Ha instrumentalizado la justicia y se ha compinchado con otros compañeros de Casa Cádiz que me odiaban”, denuncia.

Durante el juicio, el pasado 13 de diciembre, tanto la Fiscalía como la acusación particular acusaron a Danciu de forzar a B.B. a mantener relaciones. Ahora el tribunal de la sección segunda de la Audiencia de Barcelona considera en su sentencia que “el testimonio de la víctima carece por completo de la verosimilitud que pudiera justificar la atribución al acusado de la autoría de delitos tan graves como los que le imputan”. Según el tribunal, B.B. entró en contradicciones en su declaración y tampoco cuadraba su relato con el de los testigos. El tribunal considera que a la declaración de la víctima le falta “la más elemental lógica” ya que en ningún momento intentó alejarse de Danciu a pesar de sus denuncias y, al contrario, continuó yendo al gimnasio con él y haciendo juntos infinidad de actividades. Además, la mayoría de testigos, también miembros de Casa Cádiz, admitieron que dentro del hostal todos sabían que B.B. y Danciu eran pareja sentimental.

Dos días después de que expulsaran a Danciu de la Casa Cádiz, el denunciante y otros sin techo desmontaron el sistema de videovigilancia que había instalado en el hostal. “No encontraron ninguna imagen en la que aparecieran abusos”, asegura Danciu.

“Está claro que han querido instrumentalizar las instituciones en mi contra. Pedían 11 años de cárcel para mí con una denuncia falsa. Aprovecharon que rompí la relación con B.B. para hundirme. Han sido tres años horribles con mucho dolor y sufrimiento. Me han querido quitar de en medio. No sé qué haré ahora pero seguiré luchando por el derecho del colectivo LGTBI”, ha concluido el activista.

La sentencia puede recurrirse al TSJC. El letrado de Lagarder, Alejandro Gámez Selma, mantiene que la defensa ha sido la única parte que ha aportado pruebas y testigos que acreditan la inocencia del activista.

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