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Marta Pontnou, estilista de ERC: “El ideal es que el político se mire desnudo al espejo y se acepte”

La asesora de imagen del partido considera que “la presión estética es tan brutal” en las políticas “que hace que mujeres súper potentes se tambaleen en un debate”

Camilo S. Baquero
Marta Pontnou
La asesora de imagen Marta Pontnou, en su despacho en el coworking Lanauva, en Sabadell.MASSIMILIANO MINOCRI

Los designios estéticos de los líderes de ERC están en manos de Marta Pontnou (Santa Coloma de Queralt, Tarragona, 1980). Lograr que Oriol Junqueras se anudara una corbata para los Premios Gaudí de 2017 fue mérito de esta graduada en Humanidades y Producción Audiovisual. Tras la polémica desatada, hace un mes, por la pregunta de una estudiante a Ada Colau sobre la evolución de su vestimenta, Pontnou diserta sobre la aparente contradicción entre el look como pieza clave de la comunicación política y la crítica a la constante presión estética. “El límite es la cosificación”, afirma.

Pregunta. ¿Una estilista en un partido?

Respuesta. Hay personas muy preparadas, que tienen muy claro lo que quieren decir pero que ante las cámaras su imagen no transmite la misma fuerza. Mi tarea es que se sientan cómodos y coherentes con lo que representan y lo logren proyectarlo.

P. ¿Cómo les asesora?

R. No soy invasiva. Lo primero es una entrevista, saber qué les gusta y qué quiere transmitir. Ya después vemos qué tiene en su armario y de qué vamos a morir (risas). Comienzo con piezas que nos gusten a ambos o ambas y después les arrastro a lo que visualizo.

P. ¿Diría que hay un mayor problema de autoestima física en los políticos que en otro colectivo?

R. Las políticas están mucho más expuestas. Siempre había sido un ámbito muy masculinizado, con lo cual a ellos nunca se les cuestionaba la vestimenta, o la manera de expresarse o de la forma de los cuerpos. Con ellas es lo contrario: si enseña mucho o poco, si va maquillada o no. Esa presión estética es tan brutal que hace que mujeres súper potentes se tambaleen en un debate.

P. Periodísticamente se puede criticar la estrategia comunicativa de un partido. Si allí se incluye el look, ¿la fiscalización también es válida?

R. La línea es muy fina. Se ve frivolidad en la apariencia, el maquillaje, la ropa, pero son elementos que te permiten expresar ideas. Si se opta por salir con una chaqueta roja, que muestra poder y decisión, puedes criticarlo o no, pero no quedarte en que sea escotada. La línea es la cosificación.

P. ¿Y si el discurso político va por un lado y el vestuario por otro?

R. Buscar diferenciarte así es un gran error. Como lo es pensar que llevar prendas caras hace que vayas mejor vestida. Es posible vestirse bien sin gastar mucho poniendo en valor cosas como la ropa reciclada, con diseños locales y materiales kilómetro cero.

P. La CUP y los comunes abrazan la informalidad con la idea de verse como uno más de los gobernados. ¿Tiene sentido la etiqueta parlamentaria?

R. Veo importante respetar a la institucionalidad, a la gente le gusta ver una imagen más formal de un político que, finalmente, está a su servicio y trabaja para él. Una cosa es que haya cierta ruptura pero tampoco va de que en el escaño se tome Coca-Cola a morro y se saquen unas patatas en las sesiones.

P. Después de lo de Colau da la sensación de que abordar ese tema, sea como sea, te convierte en un machista.

R. Lo que no se puede es sexualizar las preguntas. Hablar de las piezas, no de los cuerpos que hay abajo. La pregunta a la alcaldesa no estaba mal formulada. Una respuesta buena habría podido ser que cuando en una época no se tienen ni cámaras ni micros ni cargos, la reivindicación se hace con camisetas. Ahora, que se tiene la atención y, además, los cargos para cambiar las cosas, tiene sentido vestirse distinto.

P. A Pere Aragonès también se le podría hacer la misma pregunta. ¿Qué cree que habría dicho?

R. Todos evolucionamos y nuestros looks también. Por el cargo, por las responsabilidades. Me gustaría que el president se arriesgara más, pero tiene la ventaja de saber qué tiene que ponerse en cada ocasión.

P. ¿Le haríamos un favor al debate si también los analizáramos a ellos?

R. Mejor hablar de identidades, más que de cuerpos. Sí, deberíamos de hablar de todos. Los hombres meten mucho la pata estéticamente y pasan inadvertidos dentro de un espacio tan masculinizado.

P. ¿Qué político viste mejor? Decir Aragonès no vale...

R. Pedro Sánchez, siempre va muy adecuado. Siempre iba por los azules, algo inseguro, y ahora comienza a portar trajes grises o verdes.

P. ¿Dónde compra el president?

R. Aragonès se paga sus trajes y se los confeccionan en Señor, una empresa manresana. Es importante que los y las políticas se hagan los trajes a medida. Esta fórmula, además de ayudar a los talleres, permite escapar de las tallas tradicionales. Y no es tan caro.

P. El diputado Juli Fernández se pintaba las uñas a manera de reivindicación. ¿Lo hará también como consejero?

R. Yo creo que lo seguirá haciendo. Las armillas, las botas Martens de colores... Sin duda es el más arriesgado.

P. ¿El político más auténtico se vería mejor vestido o desnudo ante el espejo?

R. El ideal es que se mire desnudo y se quiera mucho. Si se acepta como es, con sus defectos y virtudes, esa es la mejor base sobre la que cualquier cosa lucirá bien.

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Sobre la firma

Camilo S. Baquero
Reportero de la sección de Nacional, con la política catalana en el punto de mira. Antes de aterrizar en Barcelona había trabajado en diario El Tiempo (Bogotá). Estudió Comunicación Social - Periodismo en la Universidad de Antioquia y es exalumno de la Escuela UAM-EL PAÍS.

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