Prevención de abusos sexuales a menores: “No puede ser que la educación afectivo-sexual sea a los 11 años en la escuela. Debe llegar mucho antes”
La unidad especializada sobre agresiones a niños y adolescentes de Vall d’Hebron pide integrar la formación en las primeras etapas escolares “antes de llegar tarde”
“Es la punta del iceberg”. Así describen los expertos del hospital de Vall d’Hebron sus datos sobre las violencias sexuales a menores atendidas en el centro. La unidad especializada de atención a las violencias a menores (conocida como equipo Emma) atendió el último año a 341 casos de violencia, 34 casos más que el balance anterior. De estas atenciones, casi el 80% sufrió violencia sexual y la gran mayoría fueron niñas y adolescentes. “La violencia la ejercen los hombres, y la mayoría de casos son conocidos o familiares”, remarca Mireia Forner, psicóloga clínica del equipo. Vall d’Hebron es el centro de referencia para estas situaciones en Barcelona: “Los datos son extrapolables al conjunto de la capital catalana”.
Las cifras hablan por sí solas. El 87% de las víctimas son mujeres y el 96% de los agresores son hombres. Y el volumen principal de las agresiones llegan desde la misma familia o el entorno cercano. “A veces pensamos que la violencia sexual ocurre por personas desconocidas o en la calle, pero no es así. Es un falso mito. Se detectan en los entornos de confianza”, remarca Forner. Según el equipo Emma, cuatro de cada cinco víctimas conocían a su agresor. “Dentro de los entornos familiares, los padres son los principales agresores; mientras que en los entornos cercanos vemos que las agresiones ocurren entre iguales”, insiste Forner. Este último factor lleva a que un tercio de las agresiones contabilizadas en Vall d’Hebron las realiza un menor de edad. “Son adolescentes que ejercen violencia sobre otros adolescentes”.
Existe un grupo de edad especialmente vulnerable a las agresiones. El 75% de las atenciones son a niñas de entre 8 y 16 años y el perfil mayoritario de los pacientes que sufren violencia sexual es de 13 años.
Todos estos casos, sin embargo, no llegan a investigarse. El 53% de las atenciones realizan finalmente la denuncia, una cifra notablemente superior a las cifras de otros organismos. Save the Children, por ejemplo, asegura que únicamente se denuncia el 17% de los casos. “Las estadísticas globales de denuncias son bajas porque las víctimas perciben que los procesos judiciales son complejos y a veces les disuaden”, entiende Anna Fàbregas, coordinadora de Emma.
Fàbregas avisa de que el número de atenciones “irá creciendo” por el cambio de paradigma sobre las agresiones sexuales en los espacios sociales y educativos. “Cada vez se detectan más casos. Llegan desde urgencias o las escuelas porque se tiene una mayor sensibilización”, remarca.
La experta pide que las escuelas integren la educación afectivo-sexual cuánto antes para evitar “llegar tarde” y pide fomentar la “prevención”. “Es necesario integrar la formación antes de los 11 años, que es cuando generalmente se desarrolla en la escuela. Tiene que hacerse antes”; insiste. Fàbregas insiste en estudiar cada casos sospecho, que puede determinarse a través de diversos síntomas: “A veces se detectan dolores de cabeza o de barriga; pero no hay ninguna patología. Si se observa un bajo rendimiento académico repentino o que alguien se separa del grupo, puede indicar que hay algo hay detrás”.
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