Barcelona 92 acaba en Alcarràs
La película de Carla Simón nos pone ante la pregunta de cómo vamos a hacer posible la vida
Barcelona 92 culmina la ilusión de un progreso continuo desde la dictadura franquista al crecimiento económico, al reconocimiento internacional… La ilusión de un progreso continuo en el que, siguiendo el mito de la Transición ejemplar, se habría conseguido pasar de la oscuridad de la dictadura a la luminosidad de la democracia. Como si fuera nuestra propia historia vital, estábamos creciendo y mejorando a cada nuevo paso. Salimos de la oscuridad en los setenta; en los ochenta empieza a llegar el desarrollo económico, la libertad y la modernidad que la dictadura impedía, el Mundial del Naranjito en el 82 como un primer logro; y, diez años después, el Barça gana la Copa de Europa, los Juegos Olímpicos… ¿Qué más se puede pedir? Barcelona 92 como una consolidación. La ciudad cambia, el país también. Barcelona se ha puesto guapa y recibe y se ofrece al mundo. Ya nada será igual, todo será mejor. A todo el mundo le gusta Barcelona, vienen cantidad de turistas, gentes de negocios, la antigua ciudad de ferias y congresos se actualiza y llega a un clímax que se quiere eterno.
Esta es una manera de ver Barcelona 92, una manera de vivir aquellos años, una de las memorias de ese periodo. Una de las diferentes maneras existentes. Pero hay otras, como en este Grec la compañía Antigua i Barbuda se ha atrevido a plantear con su Copito de nieve de 6 metros de altura y su trabajo tan estimulante como poco habitual. La sociedad del espectáculo, de los Juegos Olímpicos, del gorila blanco, oculta otras realidades. Realidades ocultas en el 92, que había quien quería mostrar en aquella ciudad. Realidades todavía demasiado ocultas en el 2022.
El espectáculo del cine este año nos ha regalado una gran obra, que además ha obtenido un gran reconocimiento. Una película universal, Alcarràs, de una directora barcelonesa que acabamos de saber que será la pregonera de las próximas fiestas de la Mercè. Es una película que no busca ocultar, que no busca contribuir a la sociedad del espectáculo, que intenta desvelar, mostrar una vida que no vemos o no queremos ver. Alcarràs nos muestra lo indispensable para toda vida, por eso es una película universal que puede ser vista en cualquier lugar del mundo y que hablando de una familia de agricultores de un pueblo de Lleida puede ser premiada en la Berlinale. Los juegos olímpicos también son universales: deporte, compañerismo, competición, negocio…
Treinta años después de Barcelona 92 convendría no seguir ocultando lo que ya sabemos, y sabíamos, que debemos afrontar. Barcelona 92 acaba en Alcarràs. La ilusión del progreso que hemos vivido acaba en Alcarràs. La película de Carla Simón nos pone ante la pregunta de cómo vamos a hacer posible la vida. La vida de las personas que viven en el campo, nuestra vida que necesita la alimentación que viene del campo, la vida que siempre debía y debe ser sostenible… Cómo vamos a hacer posibles todas las vidas, que necesitan tener garantizadas sus necesidades.
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