Muerta Convergència, viva Convergència
Junts se ha consolidado como heredera de la tradición política que ha gobernado durante veinte y tres años en Cataluña
Dentro del panorama de las noticias de las últimas semanas, quizá haya pasado algo desapercibido el último tramo del proceso de reconfiguración del antiguo espacio convergente. Cuando estamos a diez años de la decisión de Artur Mas de adoptar la reivindicación independentista (que en sus previsiones debía reportarle una mayoría incontestable, y, en cambio, le llevó a perder 10 diputados en el 2012), puede decirse que con el congreso de Junts celebrado estos días se empieza a cerrar la parábola de las turbulencias vividas por este espacio en una década.
El primer elemento a tener en cuenta es que Junts, y no otra de las pequeñas siglas de carácter centrista y catalanista que han aparecido en los últimos tiempos en busca del votante moderado pujolista, se ha consolidado como heredera de la tradición política que ha gobernado durante veinte y tres años en Cataluña.
Lo dicen las cifras del simulacro de congreso de Argelès (¿es un congreso o un mitin una reunión donde no se debaten ponencias políticas?), donde la tradición convergente simbolizada por Jordi Turull se ha impuesto claramente ante los “independientes” de Laura Borràs. Con datos incuestionables: no sólo Turull es el más votado (frente a una Laura Borràs que quedó sólo tercera, detrás de Anna Erra), sino que el grueso de los dirigentes propuestos para la ejecutiva por parte de la presidenta -muchos ellos con predicamento en las redes- han tenido resultados bastantes descriptibles.
Lo dice también el hecho de que en la mayoría de los casos el paciente trabajo de recorrer el territorio por parte de Turull de estos meses ha dado sus frutos. El grueso de los alcaldes de pueblos y ciudades pequeñas que, desde 2019 se habían quedado en tierra de nadie entre el PDCat y Junts se han decantado definitivamente por el proyecto de Turull. Así se ha suturado una herida que amenazaba con desintegrar un espacio que no puede sobrevivir sin arraigo en zonas de profunda tradición pujolista.
Y también la línea en torno a políticas de pactos marca una redefinición en sentido convergente del espacio de Junts: lejos de la gesticulación rupturista, substancialmente son buenos todos los pactos que garanticen posiciones de poder institucional. Es evidente que implícitamente esto incluye al PSC, en la mejor de las tradiciones convergentes.
Pero sobre todo, lo que hace pensar que (habrá que ver después qué nivel de éxito tendrá la operación), estamos ante una reconfiguración de marca convergente es la fórmula y la proporción de los ingredientes que connotan el partido. CDC era un partido nacionalista de centro derecha, con presencia en el territorio y vocación de poder institucional. De Argelès sale un partido de centro derecha, con presencia en el territorio, vocación de poder institucional e independentista, que, a la hora de la verdad, es la forma que en los últimos diez años ha ido adoptando el grueso de la narrativa nacionalista pujolista de toda la vida.
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