Falín Cáceres, bajista de Els Pets: “¿Y esto es trabajar?”
El trío edita ‘1.963′ un disco sencillo, directo y optimista con letras de un Lluís Gavaldà más expuesto

Els Pets tienen nuevo disco, pero resulta casi más noticioso que por vez primera en su historia, o casi, Falín Cáceres, el bajista, acompañe a Lluís Gavaldà y Joan Reig en la promoción. Está feliz: “Me jubilé del trabajo en noviembre y ahora tengo tiempo para todo. He disfrutado mucho del disco, no me he perdido ni una sesión de estudio”, asegura. Está radiante. Lluís y Joan sonríen antes de que el primero fije las coordenadas de 1.963, que así se titula el disco: “No quería un disco sobre la pandemia, me daba pereza, no quería canciones filosóficas ni trascendentes, sino un disco para desdramatizar. Cierra unas ventanas para abrir otras”, apunta. Joan asiente bajo su camisa de cuadros. Se declara viejo, rockero e hipocondríaco, también suelta como si nada su admiración por Alabaster DePlume, un renovador de la escena jazzística de Londres. Es el único trampantojo en unos Pets más nítidos que nunca.
Según Lluís Gavaldà, la frase que resume el disco se encuentra en S’equivoquen, cuando niega que con los años aumente la sabiduría: “Es mentira”, dice enfático, “de joven piensas que de mayor serás más sabio y no cometerás los mismos errores, pero cuando lo eres siguen ahí, con más evidencia de que los sigues cometiendo. Te equivocas igual”. Pequeña muestra de canciones que despliegan, esta vez con menos personajes interpuestos, qué siente Lluís de la vida y su mochila de miedos, esperanzas, angustias, minúsculas plenitudes y dudas. Lo confirma Joan, “es muy Lluís” y Falín, un carácter en las antípodas de Lluís, práctico, resolutivo y optimista, le suelta: “Así te has ahorrado el psicólogo”. Lluís lo desmiente: “Le digo que me gustaría ser normal y él me responde que no hay gente normal, sino gente que conozco poco”. Sí, Lluís es un sufridor, “hay veces que me doy rabia”, confirma. Lo cierto, y él lo sabe, es que de no ser así sus letras no serían lo mismo: “Eso también me lo dice el psicólogo”, ríe.
Pero las letras también muestran nuevos ángulos, pues hay humor, y en Atracament a la Caixa un cierto aroma de Atraco a las tres, hay relativización y poco drama, ternura, calidez, fragilidad y no blanda nostalgia por un vívido recuerdo de infancia: “Jordi Puig –título de una de sus canciones - fue un compañero de escuela que murió de repente a los 16. Todos tenemos un Jordi Puig en nuestra vida, un primer golpe que indica que no duraremos siempre. Hacía años que la quería escribir, y hasta que no descubrí que ésta era la idea que alimentaba mi recuerdo no pude hacerlo”, explica Lluís. Aún con todo, sabiéndose mayores, de ahí el título del disco, allí nacieron los tres, no se esperen miradas al pasado. Els Pets encajando su edad: “Fíjate”, dicen Lluís y Joan, “hace años nos hubiésemos esforzado para que nos gustase la música del momento, ahora aceptamos que parte de ella no nos gusta, aún reconociéndole un sentido”. Es aquí cuando Joan vuelve a sacar a colación su amado rock de los setenta y Lluís luce orgullo boome”: “Sí, lo soy, ¿qué pasa?”
Pero frisar los sesenta no te convierte en antigualla, ¿no? “Por supuesto”, interviene Lluís “somos lo que somos, tenemos nuestros tics, mis canciones ya se parecen a canciones que ya he hecho, pero buscamos en la gente más joven mantener un sonido relevante. Por eso Joan Pons (El Petit de Cal Eril) como productor”. Lo cierto es que el pop del disco suena mucho a El Petit, en especial los teclados, “y las baterías”, tercia Joan. ¿Vampirización? Ambos lo admiten con reservas. “Cuando escoges un productor tan artista como Joan aceptas su sonido. Además no queríamos sonar como en el anterior disco, que también produjo. Es cierto que no escoges productor para discutir con él y también que en el futuro habrá otro sonido” admiten. Falín disiente: “Lo que pasa es que ni Brad Jones ni Marc Grau –otros productores del grupo- tenían discos tan populares como para establecer comparaciones”, asegura retrepándose en el sofá. Probablemente no ha dejado de sonreír en toda la entrevista: “¿y a esto lo llamáis trabajo?”, pregunta a Lluís y Joan para rematar la conversación. Niñatos, parece pensar.
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