La vida es más feliz con La Cubana

A esta Barcelona gris y apagada por la pandemia le hacen falta muchas inyecciones de energía y buen humor para recuperar la alegría y las ganas de fiesta. Por eso hay que celebrar por todo lo alto el regreso de La Cubana al Teatro Coliseum, escenario en el que querían festejar sus 40 años como compañía teatral con el estreno de Adeu Arturo en septiembre de 2020. No lo pudieron hacer entonces por culpa de la Covid, pero ahora ese deseo se ha cumplido con el estreno de este renovado y efervescente espectáculo que mantiene intacto el espíritu de La Cubana: celebrar la vida con un chute de risas, ingenio y amor por el teatro popular.

Estrenado en mayo del 2018 en el Teatro Olympia de Valencia, Adiós Arturo llega a la Ciudad Condal traducido y adaptado al catalán, con música nueva, nuevo vestuario y la sustitución de cuatro actores. De hecho, cabe hablar casi de una nueva producción -pero con el plus añadido de un exitoso rodaje- que cierra una gira española con cerca de 500 funciones en 30 ciudades y más de 300.000 espectadores. Tienen programadas 113 funciones hasta el próximo 22 de mayo, sin posibilidad de prórroga. A tenor del ambientazo de su estreno oficial, el martes, con un estimulante sarao previo a las puertas del Coliseum animan, animado por un combo, la fiesta no ha hecho más que comenzar.

Adeu Arturo es La Cubana en estado puro, una celebración del teatro popular que clava sus raíces en la revista y el sainete cómico lírico, con esa facilidad para conectar y hacer participar al público tan made in El Molino. El funeral, diseñado por el propio difunto, de un polifacético, célebre, riquísimo e imaginario artísta llamado Arturo Cirera Mompou -un bon vivant que muere a los 101 años y quiere una despedida festiva, sin penas y tristezas, entre sus amigos- es la trama-pretexto del espectáculo escrito y dirigido por Jordi Milán en el que los 11 actores de la compañía dan vida a más de 60 personajes en un ejercicio de fregolismo antológico.

Hay viejas divas de la ópera, la salsa cubana y el cabaret y el imaginario popular se dispara a través de números hilarantes que recrean hits eternos de la canción popular, desde el tema central de El cantor de México, a cargo de una vieja gloria en estado comatoso) o El Relicario en una delirante versión en inglés, a la Habanera, de Carmen, a cargo de una diva con bastón, Entre toques surrelistas y sorpresas, el recuerdo mitómano evoca artistas únicos como Luis Mariano, Celia Cruz, Sara Montiel.

No decae la fiesta en la primera parte del montaje, el insólito funeral festivo cargo de artistas de todo el mundo que rinden homenaje al difunto ante su ataúd de diseño y bajo la omnipresente mirada del loro que acompañó al soltero Arturo durante cuarenta años.

La segunda parte nos sitúa tres días antes del óbito de Arturo, con los familiares rapiñando lo que pueden antes de hora. Sin canciones ni estrafalarios invitados, en un clima vodevilesco muy previsible, el espectáculo pierde fuelle. Pero no importa, porque allí están, con la gracia de siempre, los actores de la compañía, clavando los gestos y tics que definen a cada personaje. Es de justicia, pues, citarlos a todos: Filomena Martorell, Xavi Tena, David Ramírez, Annabel Totusaus, Nuria Benet, Àlex Gonzàlez, Montse Amat, Toni Sans, Virginia Melgar, Miguel Arnau y Víctor G. Casademunt. ¡Larga vida a La Cubana!