La foto imposible del álbum de Horacio
Una exposición en el Col.legi de Periodistes da fe de la obra tan ingente como singular del autor que más siguió a Cruyff
Horacio Seguí es el autor de la fotografía popularmente conocida como el gol imposible, un título que da fe de la dificultad de una jugada que si no hubiera sido retratada difícilmente sería creíble, incluso después de ser emitida por TVE. Algunos episodios son célebres por una instantánea más que por una secuencia de imágenes, ni que sea porque se dieron cuando todavía se imponía la tradición oral en el fútbol más que la pantalla, tiempo en que el aficionado tendía a construir un relato a medida sobre su equipo, en ocasiones incluso imaginario, por supuesto también en el Barça.
El gol imposible fue marcado por Johan Cruyff en el Camp Nou el 23 de diciembre de 1973 en el partido de Liga disputado contra el Atlético, el momento fue inmortalizado por Horacio Seguí y no fue de “chiripa”, por más que sea la palabra del autor, como si se negara a si mismo después de reivindicar a los demás hasta el extremo de montar una huelga en 1987 antes de un Barça-Madrid. La jugada fue tan impactante y trascendente que 48 años después ilustra la postal que anuncia la exposición dedicada al fotógrafo y abierta hasta el 14 de marzo en el Col.legi de Periodistes.
La obra de Horacio es ingente y al tiempo singular por la fotografía que expresa a ojos de los demás el instante cumbre de su seguimiento a la figura de Cruyff. Una situación que de manera objetivable es extraordinaria resulta rutinaria desde el punto de vista del fotógrafo que se desvive por el jugador y por el Barça. Las mejores fotos no salen por casualidad sino por la dedicación y el talento de los que no tienen ataques de importancia y se preguntan si lo extraordinario no tiene algo de impostado, profesionales que se consideran comunes y también únicos como Horacio.
El fotógrafo y el futbolista se conocían desde 1970. Cruyff fue invitado aquel año por la revista RB a pasar la mañana en la playa de Castelldefels y la tarde en el Camp Nou. La jornada resultó tan distendida que el jugador simuló firmar un contrato con el Barcelona. Así quedó registrado por Horacio, que había sido contratado precisamente por Agustí Montal, el presidente del club azulgrana desde 1969 hasta 1978. Horacio fue durante un tiempo el fotógrafo del Barça y también de Cruyff. El vínculo invita a la literatura para explicar el gol imposible marcado al Atlético.
No se sabe de ningún periodista que conociera más los movimientos del delantero ni que supiera enfocar mejor las porterías del Camp Nou. Únicamente Horacio pudo haber visualizado la jugada de Cruyff: “La foto salió bien porque seguí la trayectoria del balón y no porque aguardara la respuesta de Johan”, responde sincero, después de romper a llorar una vez ha recordado el funeral del neerlandés y aseverado que seguramente fue el futbolista más plástico y agradecido para una cámara, aunque no el mejor, un puesto que reserva a Alfredo Di Stéfano y no a Pelé.
“Yo estaba al lado del palo y podía intuir qué iba a pasar si pensaba en Cruyff”, prosigue quien conoció también a la Pantera Eusebio y al Kaizer Beckenbauer. “Podía saltar, girar o quedarse quieto. No era fácil de encuadrar y opté por meter la pelota en la cámara”. La imagen resultó única por el escorzo de Cruyff, porque ni su pie ni tampoco el cuero tapan la figura de Benegas y por la cara de asombro con la que Reina se mira la acrobacia del llamado as volador, el genio que en el Camp Nou le dio velocidad, altura y precisión al juego quieto y perfeccionista de Kubala en Les Corts.
”¡Tú no viste a Olivella¡”. No es que quiera desmitificar a Cruyff sino que Horacio frena la imaginación del periodista, que siempre se muestra demasiado dispuesto a idealizar el fútbol que quiere ver para abrillantar su crónica antes que respetar cuanto sucedió de acuerdo a la mirada del fotógrafo, cuya versión está pegada a la realidad y no a la fantasía, al recuerdo vivido en persona después de pasar horas en el Camp Nou y también en el domicilio de los Cruyff en la calle Caballeros en Pedralbes. El pacto era que nunca publicaría una fotografía sin el consentimiento de Johan.
Únicamente cobraba por las que publicaba y naturalmente por las que eran de encargo mientras que la mayoría, y por supuesto las que no salían, las daba a sus protagonistas, algunos tan agradecidos que le recompensaban como por ejemplo Iñaki Urdangarin. “Se empeñó en pagarme unas postales que le había dado sin la intención de cobrar nada”, advierte Horacio, especialmente orgulloso de las botas que le regaló Cruyff el día que debutó en el Barça en un amistoso disputado en el Camp Nou contra el Círculo de Brujas cuando todavía su ficha no había sido tramitada por la Federación y no podía debutar en la Liga.
Horacio se anticipaba a la jugada porque era la manera de ganarse la vida en los campos de fútbol de España. Así se explica la foto del gol de Cruyff y también que mandara formar al equipo que conquistó la Liga 1973-1974 cinco jornadas antes de cantar el alirón en el Molinón. La foto de aquella ilustre alineación circulaba ya desde hacía horas por las rotativas y las imprentas cuando Sotil gritó “¡mamá campeonamos¡” en conexión con su casa de Perú. Tenía más información que cualquier periodista y, antes de que empezara la pretemporada, los fichajes ya habían posado con su nueva camiseta para los cromos de la Liga.
La historia del fútbol español desde 1972 a 2002 se puede contar a partir de los álbumes de cromos de Horacio. Intimó con los empleados, se ganó a los jugadores y fue bien atendido por los directivos por ser una especie de cordón umbilical del campeonato, el fotógrafo que ponía cara a los jugadores que disputaban los títulos y por tanto había que abrirle paso en los estadios de la misma manera que antes había conseguido entrar en los camerinos de cantantes y artistas que acudían a los distintos festivales musicales de España, Europa y América. Incluso llegó a pasear en su coche a Tom Jones y en sidecar a Adamo.
Tiene retratos de Julio Iglesias, Joan Manuel Serrat, Charles Aznavour, Raphael, Nino Bravo, Nuria Feliu, Mari Santpere, Massiel o de los Beatles. También de Salvador Dalí, Orson Welles y Salvador Allende. Ha sido un fotógrafo autodidacta, apegado a la calle y a su tienda, dispuesto para los encargos, seguramente porque su vida se inició como recadero en el Banco Hispano Americano, hijo de padre republicano exiliado y de madre trabajadora en una zapatería, familia sufridora des de que un bombardeo destrozó su casa en la guerra civil, hoy viudo de Tina a sus 91 años, solitario en su domicilio cercano al Camp Nou.
No se desprende de una sola fotografía de las muchas que aún le quedan, después de que su obra forme parte del Arxiu Nacional y del Barça, porque de cada una recuerda su historia, incapaz de diferenciar entre la que es banal de la importante porque todas tienen su vida y su razón de ser, como queda muy bien explicado en el libro La meva vida en un click (Editorial Base, 2017) de Toni Vall y recogido también por Esther Molas en el Col.legi de Periodistes. Muchos le insisten por el gol imposible de Cruyff. ¿Chiripa?, requiere el periodista para acabar y sacar el título que quiere. “Bueno, digamos instinto”. Palabra de Horacio.
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