Empar Moliner gana el Ramon Llull con una novela sobre una mujer en crisis menopáusica
La escritora se embolsa los 60.000 euros del galardón con ‘Benvolguda’, su tercera narración larga
Puede pasar: un detalle, un gesto o un objeto desentierran algo del interior de una persona y la vida, de repente, aparece ante uno con toda su dureza. Es lo que le ocurre a la guapa, cincuentona, dibujante y recién menopáusica Remei cuando, dentro del coche, se percata de que su joven marido músico se enamorará inexorablemente de la violinista suplente que ahora los acompaña. Y ahí, de golpe, asoma una madurez repentina no sentida, la caducidad de la vida matrimonial, artística o hasta la maternal. Pura crisis. O así lo siente la protagonista de Benvolguda, la novela con la que Empar Moliner ha obtenido en Barcelona el XLII premio Ramon Lull, el mejor dotado de las letras catalanas junto al Sant Jordi (60.000 euros), que convoca Grup 62.
“Es una reflexión sobre el pasado, la amistad y aquello que no te acaban de explicar nunca sobre la menopausia; mi protagonista estrena certificado de menopáusica oficial”, ironiza Moliner (Santa Eulàlia de Ronçana, 55 años), que si bien tiene una dilatada trayectoria literaria que arrancó en 1995 con los relatos de L’ensenyador de pisos que odiava els mims y cuenta ya con unos cuantos galardones (T’estimo si he begut, premio Lletra d’Or 2005; Tot això ho faig perquè tinc molta por, premio Mercè Rodoreda 2015), responde perfectamente al perfil tácito de los ganadores de este galardón del Grupo Planeta desde hace casi una década: personaje muy popular por mediático (es colaboradora estable en los medios públicos Catalunya Ràdio y TV-3 y columnista en el diario Ara) y es autora de la casa (obtuvo el premio Josep Pla en 2020 con Feli, esthéticienne y publica en el sello Columna: La col·laboradora, És que abans no érem així…), con unas ventas garantizadas.
En la que es su tercera novela, Moliner utiliza la primera persona (“un narrador omnisciente no puede mentir; en primera persona quizá sí puedes hacerlo”), dejando en el aire el halo autobiográfico: “Todo el mundo me lo preguntará y es cierto que yo me lo copio todo: lo que escribo parte en buena medida de mí, si bien también aplico la ficción”. Lo que sí es genuino, admite, es esa voluntad de diseccionar las relaciones de pareja que cruza tanto sus reconocidos relatos como sus novelas: “Mi tema, en el fondo, son los matrimonios, generalmente no muy felices o simpáticos; me parece un buen escenario para poder recoger a la vez lo sublime y lo más pringoso; soy una enferma del realismo”.
Benvolguda, a pesar del título, no parece que vaya a ser una mirada amable a la crisis inevitable cuando se llega a la cincuentena. “No, no lo es, pero tampoco me parece que sea tan terrible cumplir años; ahora, hablar de la crisis de los 40 se me antoja ridículo, cuando a los 50, 60 o hasta los 70, se tiene hoy un aire tan joven”. Si rezuma la novela, de “capítulos cortos”, dice, “un punto de nostalgia; aflora un pasado un poco feo”, que acentúa tanto, por un lado, la menopausia de la protagonista, un tema “del que en público se habla edulcoradamente”, como la particular drogadicción que ha vivido la protagonista con la maternidad: “No es tan decisivo que tú hagas años como que tu hijo celebro los 20 o los 30; ella ha sido una yonqui de la maternidad y ahora teme la fase de su hija casi adolescente”, acabándose así una etapa de la vida para ambas, en una mirada de sociología próxima que acostumbra a ser transversal en la obra literaria de Moliner.
Con traducciones al castellano (Planeta) y al portugués (Planeta Portugal) garantizadas, el 9 de marzo (Columna, en catalán) llegará a librerías una obra, según el jurado, “durísima y amabilísima a la vez” (Isona Passola), “una fantasía masoquista de una mujer de 50 años” (Carles Casajuana); “muy realista” (Gerard Quintana) y tejida con “una lengua eficaz y de hoy, cotidiana, muy próxima y divertida” (Carme Riera). Pura Empar Moliner, pues.
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