La marcha hacia la igualdad
El nuevo sentido común nos impulsa a todos los que nos reconocemos dentro del espacio del laborismo verde a trabajar para combatir la desigualdad y la lucha contra la emergencia climática
Decir que somos una sociedad fracturada por la desigualdad es un lugar común, que nadie en su sano juicio se atreve a cuestionar.
Pero esta realidad incontestable nos abre un escenario de batalla política sobre su alcance, su impacto y sobre todo, su remedio, que bajo mi punto de vista no puede ser otro que el del laborismo verde.
Si bien hasta ahora predominaban las tesis de aquellos que exclusivamente se preguntaban cuánta desigualdad puede soportar el capitalismo, para seguir perpetuándolo, algunos, desde antes, pero ahora los más, planteamos cuánta desigualdad puede soportar una democracia; en términos morales y éticos, de justicia e incluso hay quien también en términos de eficacia.
Y esta fue precisamente la cuestión que planeó, a veces de soslayo y otras mirando a los ojos, el encuentro que Yolanda Díaz y Thomas Piketty celebraron el pasado viernes en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Un acto para dar la vuelta al calcetín y situar la democracia en su sentido más amplio, también el material, en el centro.
La desigualdad actual, donde el 50% más pobre posee solo el 5% de la riqueza, no es fruto del azar ni de un fenómeno atmosférico. Responde y emana de decisiones políticas. El reverso de esta situación nos deja ver, por tanto, cómo la lucha por la igualdad es el motor de la historia. Una marcha que viene de lejos, que es un fenómeno de largo plazo y que avanza al galope de revoluciones, pero más generalmente de rebeliones, de peticiones de más igualdad o de fenómenos naturales, como señala Piketty en sus libros.
Esto significa que las crisis, y la del coronavirus es un buen ejemplo, son también momentos de oportunidad política y cultural que facilitan la lucha por instituciones más justas. Sin ir más lejos, el gran consenso nacido de la crisis de la covid, como mínimo en Europa, es la necesidad de gobiernos protectores; es la consciencia de la necesidad de avanzar en el sistema de bienestar y de cómo este se mantiene gracias al sistema fiscal.
No es una casualidad que, según datos del último CEO, la sociedad catalana otorgue una importancia creciente a los servicios públicos —con una nota cercana al 9 sobre 10—, y solo un 8,6% crea que es necesario bajar impuestos, aunque ello menoscabe los servicios existentes.
Es por ello que a la hora de abordar los grandes retos de la desigualdad, el camino es claro: no habrá igualdad sin redistribución pero tampoco sin predistribución.
Es en esta dirección, en la de garantizar vidas más libres para todos y todas con unas condiciones dignas, donde toman protagonismo medidas como un sistema fiscal progresivo, la subida del salario mínimo, la propuesta de En Comú Podem del Salario Máximo, o la misma reforma laboral, fruto del diálogo social y que ahora mismo se encuentra en fase de negociación con los partidos del bloque de la investidura.
La responsabilidad de un espacio político progresista es ofrecer condiciones de posibilidad y bases materiales para que la ciudadanía pueda acceder a una vida digna, una vida buena. Y en este sentido, el liderazgo político de Yolanda de la mano de tendencias intelectuales como la que representa Piketty nos invita a ser optimistas.
El nuevo sentido común que se ha abierto nos impulsa con fuerza a todos aquellos que nos reconocemos dentro del espacio del laborismo verde a trabajar con todas las herramientas de transformación social a nuestro alcance para responder a la misión central de nuestra era, que no es otra que el combate contra la desigualdad y la lucha contra la emergencia climática. Esa es la única base posible para construir un proyecto igualitario y emancipador para toda la ciudadanía que nos permita seguir avanzando en esa marcha hacia la igualdad.
Jéssica Albiach es presidenta de En Comú Podem en el Parlamento de Cataluña.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.