Pujar por una barrera de peaje y que no te entre en casa: “Es el mejor ‘pongo’ de la historia”

En esta vida urbana y pandémica, puedes comenzar la noche de Reyes en casa, confinado, solo, agobiado y sin Reyes... y acabar pujando por una barrera de peaje en una subasta, comprándola y que luego no te entre en casa y la tengas que dejar en la azotea, a la intemperie.

Es lo que les pasó a Laura Estada y Marc Peñarroya, del barrio de Sant Andreu de Barcelona. Ella trabaja en la SER y, como muchos en Ràdio Barcelona, puso la radio para escuchar el programa Cap Nen Sense Joguina. “Dijimos, ¿y si participamos en la subasta de objetos? La barrera del peaje era la típica cosa que a la gente no le atrae, pero tiene una historia, un recuerdo... Cuando acabamos las vacaciones, el 31 de agosto, subiendo de Andalucía nos comimos los últimos peajes pagando... y mira”, cuenta Estrada de corrido.

Comenzaron pujando por 150 euros. El pique con otro aspirante fue inmediato. De diez en diez euros se plantaron en 200. “Pensamos: esto se nos va de las manos. Y paramos”, sigue Laura: “Al rato, llamó Marc, porque la subasta de la barrera seguía abierta, la cosa se animó y llegamos a 300 euros”.

Y así están. Con la barrera en la azotea. “No nos entra en el piso, pero es el mejor pongo de la historia”. La siguiente viñeta es la verbena que preparan, cuando todo esto acabe: “Que la gente venga disfrazada de coche y con la barrera hacemos un limbo”.