Los restauradores piden a Colau pagar solo el 25% de la tasa de terrazas
El gremio sostiene que en 2023 se deberán replantear a la baja las ordenanzas aprobadas meses antes de la pandemia
Los restauradores de Barcelona quieren que se prorrogue la excepcionalidad de la rebaja en la tasa de las terrazas por el covid durante todo el año que viene y pagar el 25% de lo aprobado en la ordenanza actualizada en 2019, meses antes del estallido de la pandemia, con unos incrementos que nunca se han llegado a aplicar. Supone mantener la bonificación del 75% que se decidió en 2020 y se ha prorrogado durante 2021 para paliar las restricciones que sufrió el sector. El gremio, que mantiene conversaciones tanto con el gobierno municipal como con la oposición sobre esa cuestión, confía en que ése sea el criterio final. Algo que no está del todo claro, a tenor de las ordenanzas para el año próximo que el pasado lunes se presentaron: sobre el papel se apuntaba que la bonificación del 75% desaparecería pero posteriormente la concejal de Hacienda, Montserrat Ballarín, matizó que “habría una reducción fruto del diálogo”.
Los restauradores argumentan que se debe mantener la bonificación del 75% ateniendo a las consecuencias de las restricciones sufridas por bares y restaurantes a lo largo de la pandemia que les impidieron trabajar durante meses de forma parcial y a veces con cierre obligado: “No hay que confundir la recuperación de la pandemia con la recuperación económica del sector con una mayoría de autónomos que han acumulado muchas pérdidas y mucha deuda en forma de ICOs que se tienen que pagar”, sostiene Roger Pallarols, director del gremio que no ve la recuperación del sector antes de tres años.
Pallarols añade que esa rebaja del 75% es “lógica y no puede ser de otra manera, después del macro aumento que impusieron hace dos años con unas tasas que multiplicaban por cinco las que pagan en Madrid”. De facto, esa bonificación del impuesto de los veladores ha supuesto para la mayoría de los restauradores que no hayan notado la actualización de 2019 que se adoptó después de años de no tocarlas y que supuso, por ejemplo, multiplicar casi por cuatro lo que pagaba un bar en la zona central de Barcelona por cada mesa de su terraza.
De paso, el gremio abre otro melón: que aquellas ordenanzas se revisen a la baja en 2023, en pleno año electoral. “No se trata de si hay elecciones o no, sino de poner sobre la mesa la construcción de un consenso que no existió y que lo que se paga por una terraza en Barcelona sea homologable a lo que se paga en zonas equiparables de Madrid o de las principales ciudades catalanas”, añade.
La aprobación del incremento de la tasa puso en pie de guerra entonces al sector que se reconcilió con el consistorio de Ada Colau con las medidas por el covid: la rebaja de las tasas y dar manga ancha con la ampliación de las terrazas, tanto con las nuevas sobre calzada (1.588) como las que crecieron en las aceras (2.180). Unas medidas excepcionales que ahora están en proceso de regularización. “La pandemia ha supuesto un cambio de preferencias en los barceloneses y las terrazas han venido para quedarse”, comenta el director del gremio que da por descontado que las de calzada permanecerán todas y prevé una disminución sobre las aceras, bien porque no cumplan las normativas o porque así lo decidan los restauradores si el gasto no compensa a los ingresos.
La excepción de Ciutat Vella y Gràcia
Algunos barrios de Ciutat Vella, como el Born y el Gótic, y Gràcia han sido la excepción a las ampliaciones generalizadas en todos los distritos durante la pandemia. Hasta el 70% de las ampliaciones de terrazas solicitadas se denegaron. En Gràcia, en la zona central, se argumentó la excepcionalidad de la plataforma única de acera y calzada para denegar las autorizaciones excepcionales. Los restauradores se quejan de que tampoco les dejaron poner dos barriles junto a la fachada para que se consumiera de pie.
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