El monasterio que quiere ser un refugio climático
El complejo arquitectónico de Santa María de Pedralbes es uno de los más de 160 lugares de Barcelona en los que la ciudadanía puede combatir las altas temperaturas
El Ayuntamiento de Barcelona ha habilitado un entramado de refugios climáticos repartidos por toda la ciudad en los que la población pueda refrescarse durante el verano. Se trata de más de 160 centros cívicos, complejos deportivos, museos, bibliotecas y jardines que se han adaptado para incorporar espacios de sombra e hidratación, además de tener contacto directo con la Cruz Roja para atender posibles golpes de calor que tengan lugar en uno de estos lugares.
A esta lista de locales también se suman un total de 11 colegios de diferentes barrios de la ciudad en los que se han llevado a cabo una serie de reformas para que sigan abiertos durante el verano y den cobijo a la ciudadanía, pero también con el objetivo de preparar estos centros más a largo plazo para la subida de temperaturas derivada del cambio climático. Para ello, se han instalado más puntos de hidratación, espacio de sombra y vegetación.
Mediante la iniciativa de los refugios climáticos, la Administración de la alcaldesa Ada Colau (Barcelona en Comú) pretende que todos los vecinos de la ciudad, indistintamente de su condición y en cualquier distrito de Barcelona, tengan a su disposición un lugar con aire acondicionado a una distancia máxima de 10 minutos a pie desde su domicilio. El plan también incluye el traslado a estos refugios de personas que viven en la calle o que no cuentan con una vivienda óptima que cumpla con un mínimo de condiciones climatológicas adecuadas para combatir el calor.
El Ayuntamiento asegura que en todos los establecimientos se garantizan las medidas higiénicas para evitar la propagación del coronavirus. Las restricciones de aforo se han establecido de acuerdo con las que corresponden al edificio, como es el caso de bibliotecas o museos, y se ha regulado específicamente en aquellos refugios en los que se ha designado una sala en concreto y no la totalidad del espacio.
El monasterio de Santa María de Pedralbes forma parte del conjunto de refugios climáticos, aunque desde 2019, momento en el que se designó como espacio de refrigeración, no se ha atendido a nadie por un golpe de calor. “Nadie ha pasado por este espacio desde que se abrió con esta finalidad”, lamenta Enric Puga, trabajador de las oficinas del monasterio. La sala de conferencias del edificio se habilitó hace dos años con el propósito de convertirse en un punto de referencia para los vecinos de Pedralbes donde combatir las altas temperaturas o recibir atención médica si fuera necesario. Se trata de una habitación climatizada y una fuente de agua para todo aquel que lo necesite, pero que todavía nadie les ha dado uso. “Es una buena iniciativa, pero que probablemente ha tenido una difusión tímida”, comenta Puga.
En ello también coincide la familia Navarrete Romero, que ha venido a Barcelona desde Málaga y visita el emblemático edificio del barrio barcelonés. “Está muy bien que la gente pueda disponer de estos lugares, pero quizás falta que se dé a conocer un poco más”, señala la madre de la familia. A pleno mediodía, el termómetro marca 31 grados centígrados con un 62% de humedad, unos valores que se prevé que serán constantes hasta el domingo o el lunes, cuando se espera que el calor empiece a apaciguar. Las calles del barrio de Pedralbes están prácticamente desiertas en agosto, pero los turistas se acercan a visitar el complejo arquitectónico, considerado un monumento historico artístico nacional. “Este lugar es un remanso de paz”, coincide la familia malagueña, “por el entorno, la tranquilidad y, sobre todo, el frescor”.
El espacio del monasterio parece ideal para hacer frente a la ola de calor. El claustro cuenta con vegetación, espacios de sombra e infinidad de arcos de estilo gótico que permiten que circule el aire por los pasillos. Unas condiciones que han llevado a Ángel Silos y Rocío Villanueva a venir a pasear por el monasterio con su hijo, que va montado en el cochecito. “Venimos aquí porque se está fresquito y podemos llevar al niño sin sufrir por si nos abrasamos”, apunta la madre, que afirma conocer el proyecto del Ayuntamiento, pero “no sabía que el monasterio formara parte del entramado de refugios climáticos”. De hecho, no hay ninguna señal claramente visible que guíe a los visitantes hasta el lugar designado dentro del edificio. “Es una buena medida para garantizar que todo el mundo tenga un espacio fresco y con aire acondicionado, especialmente ahora que la luz está carísima”, comenta Villanueva.
Los horarios de apertura de las instalaciones y del refugio climático varían según el día de la semana, pero permanecerán abiertos todo el verano más allá de los días de ola de calor.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.