Los meteorólogos alertan de un futuro con más olas de calor como la que vive España
Estos fenómenos se han duplicado en una década. Un portavoz de la AEMET: “En 30 años, un verano como los de ahora se considerará un verano frío”
España vive la primera ola de calor del año, un episodio que, desde este miércoles, afecta a casi toda la Península —salvo el Cantábrico— y Baleares y en el que se esperan alcanzar los 45 grados de máxima en el valle del Guadalquivir, así como noches tórridas —de 26 a 28 grados de mínima— en varios puntos del país. Las altas temperaturas llegan tres días después del contundente informe científico del IPCC, el panel de la ONU de expertos en cambio climático, que advierte de que la acción del ser humano ha provocado ya alteraciones sin precedentes en el sistema climático, lo que está relacionado con los fenómenos meteorológicos extremos. Aunque la atribución de un episodio concreto al cambio climático se realiza con posterioridad, Rubén del Campo, portavoz de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), confirma que España ha duplicado las olas de calor en solo una década. “La acción humana está incrementando las olas de calor en frecuencia e intensidad. En 30 años, un verano como los de ahora se considerará un verano frío”, explica.
Según la agencia estatal, los termómetros marcarán entre 5 y 10 grados por encima de los valores medios de esta época. En algunos puntos del nordeste y de la mitad sur se registrarán más de 10 grados por encima de los valores medios. El organismo prevé que la presencia de polvo en suspensión, que en ocasiones actúa de paraguas y ayuda a que se formen nubes, puede alterar los pronósticos. En cualquier caso, las temperaturas diurnas y nocturnas serán “muy altas, extremas, inusuales para esta época del año” en la mayor parte de la Península.
Las olas de calor requieren que se cumplan tres criterios para ser consideradas tales: las temperaturas tienen que ser muy altas, es decir, un 5% más cálidas que las que suele haber en verano; tienen que afectar a gran parte del territorio —al menos al 10% de las casi 800 estaciones climatológicas con las que cuenta la agencia estatal—, y deben prolongarse al menos tres días. “En este caso sabemos que se van a cumplir las características a priori, por eso la podemos declarar ya”, dice Del Campo. “Otras veces solo sabemos que era una ola de calor tras el análisis de los datos a posteriori”, añade.
Este tipo de episodios se han duplicado en tan solo 10 años, según los datos de la AEMET. Entre los años ochenta y la década de los 2000 hubo entre 10 y 12 olas de calor por década (casi una al año); en la última década (2010-2020) se han producido 24. Del Campo lo resume así: “Las olas de calor se han duplicado en una década y la tendencia es que cada vez sean más frecuentes y más intensas. Y paralelamente los récords de calor son mucho más frecuentes de lo que lo serían sin cambio climático”.
El climatólogo Dominic Royé, profesor en la Universidad de Santiago de Compostela, ha estudiado las olas de calor españolas y ha realizado una proyección a futuro, publicada en el último número de la revista científica Atmospheric Research. “En las tres décadas entre 1971 y 2000 hubo en España una media de 21 días de olas de calor al año”, apunta Royé. “Según nuestra proyección, en 2050 habrá como mínimo 41 días anuales de estas características, mientras que en el peor escenario de emisiones alcanzaremos los 50 días con calor extremo”. El profesor, que elaboró su trabajo junto a Nieves Lorenzo y Alejandro Díaz-Poso, aporta otro dato: si en las tres décadas de final del siglo XX cada uno de estos fenómenos afectó, de media, al 16% del territorio de la Península, en 2050 se extenderá por entre el 26% y el 32%.
“Una ola excepcional”
Royé considera que el episodio actual “es una ola excepcional porque va a tener temperaturas muy elevadas tanto en las máximas como en las mínimas. Y la población afectada también es muy grande, solo se quedarán fuera la cornisa cantábrica y Galicia”. En cualquier caso, “habrá que ver después en qué términos se sitúa la ola, porque por ahora es una predicción que puede cambiar con la observación, está por ver si llegan partículas del Sáhara que no dejen entrar toda la radiación, lo que evitaría que se alcancen las temperaturas máximas previstas”.
Hicham Achebak, del grupo Clima y Salud del ISGlobal (impulsado por Fundación la Caixa), ha participado en un estudio, publicado en The Lancet el 1 de julio de este año, en el que constata que las muertes por el calor y sus efectos ascendieron a 3.669 personas al año en el periodo 1998-2012 en España. A partir de esos datos y contando con el aumento de la temperatura, el informe prevé que las muertes en España podrían llegar a las 14.531 anuales en el periodo 2035-2064 (en el peor escenario, sin reducir emisiones de gases de efecto invernadero); mientras que de 2070-2099 serían 30.443 los fallecimientos (también en el peor escenario). En cualquier caso, el estudio no tiene en cuenta la capacidad de adaptación de los españoles. “En las últimas cuatro décadas ha habido una mejora en los estándares de vida y más acceso al aire acondicionado y la calefacción, con lo que mucha población está mejor preparada para estas temperaturas”, admite Achebak.
El experto del ISGlobal explica que el aumento de la temperatura está relacionado directamente con el aumento de la mortalidad. “Estas temperaturas desencadenan procesos en nuestro cuerpo que se traducen en un crecimiento de los ingresos hospitalarios por causas cardiovasculares y respiratorias, así como en más muertes. Los más afectados son los mayores, que son los más vulnerables”. Para minimizar este impacto, y tras una grave ola de calor en 2003, España puso en marcha un sistema de alerta por calor extremo. “El sistema básicamente trata de concienciar a la población, le pide que no salga a la calle en las horas que hay más sol, que beba mucha agua… Son cosas básicas, pero muy efectivas”, dice Achebak. Algunos países están poniendo en marcha centros de refrigeración, situados en pabellones o instalaciones municipales, para que quienes no dispongan de aire acondicionado puedan refugiarse allí en los momentos más calurosos.
El portavoz de la AEMET apunta además que estos fenómenos “aumentan muchísimo el riesgo de fuegos”. De hecho, la Dirección General de Protección Civil y Emergencias del Ministerio del Interior ha recomendado a la ciudadanía “extremar las precauciones” por esta causa, dado que el país se encuentra en riesgo extremo de incendios. Cataluña ha ido más allá y ha prohibido actividades como campamentos juveniles en el medio natural y el uso de maquinaria agrícola entre las 10.00 y las 20.00 en los 279 municipios, así como en varios espacios naturales. Del 1 de enero al 25 de julio de 2021, se han producido 1.959 incendios en España, que han calcinado 37.535,9 hectáreas de superficie forestal, según los últimos datos del Ministerio para la Transición Ecológica. Si bien esto es bastante más que el año pasado por estas fechas (21.132 hectáreas), hay que tener en cuenta que las cifras de 2020 fueron especialmente buenas por el efecto de los confinamientos y restricciones de movimiento más severas por la pandemia.
Riesgo extremo por altas temperaturas en Aragón y Cataluña
La AEMET ha decretado para este jueves aviso rojo, es decir, riesgo extremo, por temperaturas de hasta 43°, en zonas de Aragón y de Cataluña. Las zonas más afectadas serán la Ribera del Ebro de Zaragoza, donde se alcanzarán los 43º, la depresión central de Lleida, con 42º, y el Pirineo de Lleida, donde se prevén 40º entre el mediodía y las ocho de la tarde. El viernes, lo peor se traslada del este al sur, con avisos rojos y hasta 44° en las campiñas sevillana y cordobesa y en el valle del Guadalquivir de Jaén. Sin embargo, el pico de la ola será de viernes a domingo.
El portavoz de la agencia ha señalado que seguirán las noches tórridas, en las que la temperatura no bajará de los 25 grados, sobre todo en la cuenca del Ebro, en la zona centro y mitad sur, y “especialmente en grandes ciudades donde la propia urbe genera temperaturas más elevadas por el fenómeno conocido como isla de calor urbana”.
Esta primera ola de calor del verano viene acompañada de polvo en suspensión porque la masa de aire que llega al país habrá recorrido el norte de África. Por ello el portavoz considera que durante estas jornadas calurosas crecerán las nubes de evolución. En algunos puntos del interior podrían desembocar en tormentas con muy pocas precipitaciones o incluso secas, que localmente podrían dar lugar a fuertes rachas de viento, y en zonas puntuales, granizo y rayos que pueden incrementar el riesgo de incendios.
Canarias y el extremo norte peninsular —norte de Galicia y algunos puntos de Asturias y Cantabria— quedarán al margen de esta ola. Sin embargo, en el archipiélago canario se notará una subida de temperaturas este jueves, que se intensificará el viernes y, a partir del sábado hasta los primeros días de la próxima semana se registrarán temperaturas muy elevadas de más de 35º en algunos puntos de las islas y temperaturas mínimas también muy calurosas.
La salida de la ola de calor será gradual en la Península. Rubén Del Campo ha aclarado que es posible que el domingo bajen las temperaturas en el tercio norte peninsular, “pero todavía no se notará el alivio en la mayor parte de España, incluso podría repuntar algo el calor en puntos del Mediterráneo peninsular y Baleares”, ha explicado. Según las previsiones, el lunes podrían bajar las temperaturas en amplias zonas del norte oeste y área mediterránea peninsular. Sin embargo, en el valle del Guadalquivir y en puntos del sureste el calor continuará siendo extremo e intenso. “El martes podría darse por finalizada la ola de calor en general con temperaturas altas, pero con valores más soportables”, ha concluido.
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