Elies Rogent, sin fiesta de 200 cumpleaños, por ahora
Los descendientes del arquitecto buscan conmemorar los dos siglos del nacimiento de uno de los creadores catalanes más destacados de la segunda mitad del siglo XIX
La pandemia ha tenido efectos colaterales inesperados. Uno de ellos ha sido que Elies Rogent i Amat (Barcelona, 1821-1897), uno de los arquitectos catalanes más relevantes de la segunda mitad del siglo XIX, autor, entre otros, del edificio histórico de la Universidad de Barcelona y del Seminario Diocesano, además de la restauración del monasterio de Ripoll y de llevar a buen puerto, en un tiempo récord, las obras de la Exposición Universal de 1888, se haya quedado, por ahora, sin un programa de actos que conmemore los 200 años de su nacimiento. Por suerte, sus familiares, con su tataranieto a la cabeza, el también arquitecto Jordi Rogent, jefe del Departamento de Patrimonio Arquitectónico del Ayuntamiento de Barcelona entre 1993 y 2013, están empeñados en que la efeméride no pase desapercibida y han comenzado una serie de contactos con diferentes administraciones y las entidades con las que Elies Rogent tuvo un papel relevante.
“El pasado 18 de julio se cumplieron los 200 años de su nacimiento. Con este día en mente, hace más de un año comencé contactos con las entidades con las que Elies Rogent había tenido relación: fundó la Asociación de Arquitectos de Cataluña que luego acabó siendo el Colegio de Arquitectos de Cataluña; fue socio del Ateneu Català; el actual Ateneu Barcelonès, e incluso remodeló su sede de la calle Canuda. Durante 40 años fue miembro de la Real Academia Catalana de Bellas Artes y fundó la Escuela Provincial de Arquitectura de Barcelona.
Hablé con todas ellas y con la Diputación de Barcelona, que durante 25 años costeó el funcionamiento y el sueldo para la formación de arquitectos de la Escuela. Además, el 13 de marzo tenía prevista una reunión con la directora general de Patrimonio de la Generalitat. Pero el inicio del confinamiento por la pandemia lo paró todo e impidió que hubiera una continuidad en esos contactos y no se pudo cerrar ningún acto ni su financiación”, explica Jordi Rogent.
Pese a que el tataranieto de Elies Rogent lamenta que las administraciones no hayan tenido prevista la efeméride: “Podían haberse dado cuenta antes. Se han olvidado de él. Últimamente se celebran más años dentro del campo de la literatura que de artísticos, por decirlo así”, confía en que “en septiembre se retomen los contactos y pueda llevarse a cabo un acto académico en el paraninfo de la Universidad de Barcelona, uno de sus edificios más destacados, con la participación de estas instituciones y, quizá, una exposición organizada con el Colegio de Arquitectos y la Diputación de Barcelona”. Optimista, recuerda que “la posibilidad de conmemorar este bicentenario se alarga hasta el 18 de julio de 2022”.
Jordi Rogent asegura que, “intentando ser lo más neutral posible”, es necesario reivindicar a su tatarabuelo por muchos motivos: “Pero tres son fundamentales”, explica. “Es importantísimo por el tema de la Escuela de la Arquitectura en la que luchó por alejarse del neoclasicismo imperante mirando a hacía otros movimientos europeos del momento, pero, sobre todo, por incorporar los temas de estructuras de forma directa, ordenando a Joan Torras i Guardiola montar una asignatura de técnicas, para que los nuevos arquitectos tengan esos conocimientos”. Eso es uno de los motivos, explica su descendiente, por lo que los arquitectos españoles “somos los únicos de la Unión Europea que podemos firmar temas de estructuras complicadas. En el resto de los países lo hacen los ingenieros civiles”.
Otra de las aportaciones de Elies Rogent que hay que reivindicar es, a su entender, “el hecho de que gracias a las enseñanzas que se daban en esta escuela los arquitectos catalanes desarrollaron un Modernismo que siguen las ideas del resto de Europa, pero con un sello personal”.
Y la tercera es que, concluye, “más allá de las discusiones de sí Elies Rogent es el Viollet-le-Duc catalán —que unos dicen que sí y otros que no— pero si fue el que comenzó una forma de ver, estudiar, intervenir y de restaurar en los edificios catalanes, que nace de él y luego Josep Puig i Cadafalch y, en parte, Lluís Domènech i Montaner, siguen sus directrices”.
Fundación en Collbató
La fundación que los descendientes llevan años con la intención de crear en una casa que Elies Rogent y su mujer restauraron en Collbató como segunda residencia, a los pies de la montaña de Montserrat. Desde entonces, Can Rogent, ha seguido vinculada con sus familiares, pero la fundación sigue sin arrancar. “Legalmente todavía no existe, pero continuamos con la idea de poderla sacarla adelante y poder reivindicar su legado. En este último año y medio, coincidiendo con la pandemia, se han rehecho todos los pasos para poderla sacar, entre la familia y el Ayuntamiento de Collbató. En tres o cuatro meses todo se habrán solucionado, habrá unos nuevos estatutos y el proyecto tirará, seguro”, remacha.
Gaudí, ¿un genio, o un loco?
A Elies Rogent se le atribuye una famosa frase referida a uno de sus alumnos: “No sé si hemos dado el título a un loco o a un genio, el tiempo lo dirá”. Se refería a Antoni Gaudí, tras terminar sus estudios en 1878. “En mi familia siempre se ha dicho que él había dicho una frase similar a esta. Pero en la familia de Joan Torras también se dice que fue él el que dijo una frase parecida: “Le tenemos que dar el título porque si es un loco lo meterán en Sant Boi. Si es un genio le harán un monumento”. Jordi Rogent explica, que en los dietarios de su tatarabuelo, “en los que apuntaba cosas muy variadas como el precio de un café o las discusiones con Cerdà sobre dónde ubicar la nueva universidad, escribió, como cada año hacía al final del curso, el nombre de los nuevos titulados. Y junto al de Gaudí puso, entre paréntesis: ‘¿un genio o un loco?’. Era normal. Gaudí como proyecto final de carrera hizo un paraninfo para la Universidad de Barcelona. “Podía haberlo copiado o hacerle un homenaje, pero hizo algo totalmente diferente. Son ganas de ir a pisar y criticar el proyecto a tu profesor. En todo caso, era muy atrevido, porque se jugó el aprobado”.
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