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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El teatro del 2%

Habría que analizar si las persistentes reticencias presupuestarias con la cultura de los sucesivos gobiernos independentistas podrían obedecer a razones más de fondo

Albert Branchadell
Pedro Sánchez, a su llegada al teatro del Liceo el pasado 21 de junio
Pedro Sánchez, a su llegada al teatro del Liceo el pasado 21 de junioLLUIS GENE (AFP)

Al presidente Pedro Sánchez le afearon que utilizara el Gran Teatre del Liceu como escenario para comunicar a la sociedad catalana su decisión de conceder los indultos a los presos independentistas catalanes. Marta Vilalta, secretaria general adjunta de ERC, criticó las “puestas en escena operísticas” de Sánchez; la vicepresidenta y portavoz de Junts per Catalunya, Elsa Artadi, tachó de “farsa” y “acto propagandístico” la conferencia del presidente; la ANC convocó una movilización para denunciar el “espectáculo” propagandístico; y los CdR recurrieron al término “teatro” en un sentido que curiosamente no recoge el Institut d’Estudis Catalans pero sí la Real Academia Española (“acción realizada para fingir o aparentar”).

Lo más curioso del caso es que estas aceradas críticas viniesen de los mismos independentistas que en los últimos tiempos han hecho un intenso uso de las instalaciones teatrales para vehicular sus mensajes políticos. El 16 de enero de 2017, por ejemplo, el entonces presidente Carles Puigdemont pronunció una conferencia en el Teatre Romea con el título “2017, un año clave para el futuro de Cataluña” (en el cual proclamó, por cierto, que “ya estamos siendo independientes”). El 25 de marzo de ese mismo 2017 Puigdemont presidió en el Teatre Nacional de Catalunya un acto del que entonces todavía era su partido (el PDeCat), titulado Diguem Sí. En julio del mismo año el Gobierno de la Generalitat en pleno volvió al TNC con el acto Garanties per a la democràcia. Per un referèndum legal, efectiu i vinculant, en el cual se hicieron públicos los detalles del referéndum del 1-O (que después no resultó ni legal ni efectivo ni vinculante). El sucesor de Carles Puigdemont, el justamente olvidado Quim Torra, también pisó los teatros. El 4 de septiembre de 2018, por ejemplo, acudió al TNC con su conferencia El nostre moment (traducción catalana de momentum), en el cual desgranó su irrealizada propuesta para llegar “hasta el final”.

A la consejera Garriga le quedan tres presupuestos para demostrar que el incremento va en serio

En este género teatral, también cabe destacar las actuaciones de algunos consejeros de Cultura (los que han combinado un cierto vedetismo con mandatos suficientemente largos para montar shows). En un lejanísimo 3 de junio de 2013, el entonces consejero de Cultura Ferran Mascarell (un caso de estudio en el campo de la longevidad política) ofreció una conferencia protoindependentista en el Teatre Romea titulada Els catalans i el seu estat. El 15 de marzo de 2016, el entonces consejero de Cultura Santi Vila se presentó en sociedad en el Petit Palau del Palau de la Música Catalana con una conferencia titulada Ara és demà. Les polítiques culturals en un moment fundacional.

En esa conferencia estelar Santi Vila prometió muchas cosas: entre ellas, acercar el presupuesto de Cultura al 1% del presupuesto de la Generalitat y de entrada inyectar 50 millones de euros extra en las cuentas del Departamento. La verdad es que esas promesas no se cumplieron. En 2016 el presidente Puigdemont no logró aprobar unos nuevos presupuestos, prorrogó los de 2015 y Vila se quedó sin sus 50 millones. En 2017 Puigdemont sí que logró aprobar unos presupuestos, pero Vila no vio colmadas sus aspiraciones: en lugar de los 50 millones prometidos por Vila, el Departamento de Cultura solo obtuvo 22 y se quedó clavado en el 0,77% del presupuesto de la Generalitat.

El secesionismo ha hecho un intenso uso de las instalaciones teatrales para vehicular sus mensajes

De un tiempo a esta parte, el listón a alcanzar ya no es el 1% de Vila sino el 2%. El porcentaje aparece tanto en el acuerdo ERC-CUP como en el que firmaron posteriormente ERC y JxCat, y la nueva consejera de Cultura lo ha mencionado en diferentes ocasiones. En una entrevista concedida al diario Ara, Natàlia Garriga imitó a Vila y se atrevió a dar cifras. Si en 2016 Vila pedía 50 millones de un año para otro, ahora Garriga pide 100 más en los presupuestos de 2022 (su objetivo para esta legislatura es pasar de los 298,1 M€ actuales nada más y nada menos que a 600).

Ante estas especulaciones hay razones fundadas para el escepticismo. Aparte del fiasco Vila, tenemos que JxCat ya llevó el 2% en su programa electoral de 2017, mientras que en los únicos presupuestos que logró aprobar en toda la XII legislatura (los de 2020), el porcentaje destinado al Departamento de Cultura no pasó del 0,71%.

Aquí habría que analizar si las persistentes reticencias presupuestarias con la cultura de los sucesivos gobiernos independentistas podrían obedecer a razones más de fondo. Sea como fuere, a la consejera Garriga le quedan tres presupuestos para demostrar que lo del 2% va en serio y no es teatro.


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