Viajes por el túnel del tiempo
De cuando se publicitaba la droga psicodélica, la “hostia zen”. Recuerdo de uno de los primeros consumidores del ácido aquí: Damià Escuder. Sí, aquellos tiempos fueron otros
Entro en este túnel del tiempo de pasillo negro. Accedo a una sala de color fucsia, leo lo que ahora me dispongo a transcribir, y me quedo francamente pasmada. Lo traduzco con igual pasmo, no tanto por lo que dice sino por quién lo publicó entonces: “LSD es el nombre abreviado con el que se conoce la dietilamina del ácido lisérgico. Sus efectos psicodélicos fueron accidentalmente descubiertos por Albert Hoffman, químico europeo que la sintetizó (…) el Living Theatre, músicos de rock como Bob Dylan, Donovan, Beatles, Rolling Stones, Byrds, Beach Boys, han experimentado y trabajado bajo sus efectos”. ¿A qué se debe mi pasmo, si estoy en una muestra sobre la contracultura barcelonesa de los setenta? Pues a la revista que publicó este artículo que la expo reproduce parcialmente. Sigue así: “¿Qué es el viaje? Es un salto en el tiempo y en el espacio. El hombre se puede trasladar a la época histórica, pasada o futura, presente en su inconsciente. El ácido sería, para entendernos, la materialización de una máquina del tiempo”. Escribe Damià Escuder. Y lo escribe ¡en la revista de los monjes de Montserrat, Serra d’Or!
Químico de formación, no es extraño que conociera los orígenes de la sustancia sintetizada por otro químicoQuímico de formación, no es extraño que conociera los orígenes de la sustancia sintetizada por otro químico
Sí, aquellos tiempos fueron otros. Victoria Combalía explicaba la exposición y su contexto en estas mismas páginas hace poco, con sumo acierto. No repetiré argumentos sino que me dejaré deslizar por este túnel del tiempo a través de este texto de Escuder, uno de los primeros consumidores de LSD en España (Viquipèdia dice). Del ácido, como se decía entonces en plan coloquial, no sé si esta palabra ahora sigue vigente ni si nadie la recuerda, más allá de su condición de vintage, antigua. Escuder se inventó una denominación propia para esta droga psicodélica. La hostia zen. Bueno, lo de hostia liga con la revista que publica el artículo… y con la contracultura, le da la vuelta. Algo espiritual, vaya. Químico de formación, no es extraño que conociera los orígenes de la sustancia sintetizada por otro químico. También era pintor y rodaba cosas. Estamos en los primeros años sesenta, antes de que este hombre se largara a Londres a practicar la psicodelia. Aquí está como precedente contracultural.
La exposición no documenta el título ni la fecha de la publicación del artículo. Sería después de su vuelta, hacia el 68 o el 69. Antes de descubrir la hostia zen Escuder militó en el FOC (Frente Obrero de Cataluña), pasó por la comisaría de Vía Layetana y estuvo preso dos años en la Modelo, Carabanchel y Soria. Nacido en 1934, murió en 2011 tras una vida de viajes no solo de ácido sino, como era de rigor entonces, por la India y la China. Fue también no de los introductores del taichí. El ácido no tuvo larga vida, el taichí la sigue teniendo.
Ahora hablamos más de distopías, de una sociedad hipotética fatal e indeseable. Poco hablamos de utopías.Ahora hablamos más de distopías, de una sociedad hipotética fatal e indeseable. Poco hablamos de utopías.
“La duración de cada trip [viaje, anglicismo hoy también vintage]”, prosigue Escudé en el artículo en Serra d’Or, pedagógico y divulgativo, “es de ocho a veinticuatro horas y se puede cambiar de viaje, haciendo diversos pequeños trips diferentes uno de otro. Así se puede cambiar de etapas históricas y geográficas diferentes, sugeridas por los diferentes objetos”. Sigue, explicando que se puede así viajar por el tiempo: entras en el siglo pasado, pasas por el Renacimiento y acabas en la edad de piedra, o saltar al futuro. Los malos viajes, horror trip son consecuencia de “épocas de exaltación del yo en que se ha producido una ruptura del hombre con la naturaleza”. Me quedo pensando si estamos en un momento así, sin ácido digamos pero con otras drogas que no necesariamente son las prohibidas. Exaltación del yo, ruptura con la naturaleza. Algo así vivimos desde hace bastante tiempo. Malos viajes. No es extraño. Como si nos hubiéramos tomado un ácido funesto, que nos sienta mal. Así estamos.
Soy más bien galáctica, de Sisa (también está en la expo), por lo que la conciencia cósmica a la que se refiere luego el escrito de Escuder me suena lejana. Ahora hablamos más de distopías, de una sociedad hipotética fatal e indeseable. Poco hablamos de utopías. Pero en aquellos años sesenta se hablaba incluso de la “superación” del viaje que emprendes con un ácido, que, como nos ha explicado el Escuder, podía tener su cara negativa pero que en suma podía ser interesante. Esta superación del viaje “tiene lugar en regiones históricas en las que el hombre ha tenido conciencia cósmica”. Confieso no entender nada. Simplemente me pregunto si hubo debate en la redacción de Serra d’Or antes y después de la publicación de este texto, del que de momento no sé ni siquiera su título. Habrá que buscarlo en alguna hemeroteca. Cosas.
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