El Centre d’Arts Santa Mònica se resetea, una vez más
El nuevo director Enric Puig presenta el enésimo giro del centro de arte contemporáneo de la Generalitat acompañado de la consejera Natàlia Garriga
En el mundo cultural se asegura que el mayor problema que tiene el Centre d’Arts Santa Mònica es que está situado frente al despacho del consejero de Cultura, al final de La Rambla de Barcelona. Y cada vez que el consejero o consejera lo ve desde su ventana se plantea qué puede hacer con él. Será por eso por lo que este centro de creación contemporánea, 100% de la Generalitat, ha cambiado de rumbo casi tanto como lo han hecho los consejeros de Cultura dentro del gobierno de la Generalitat: siete diferentes (Ferran Mascarell, Santi Vila, Lluís Puig, Laura Borràs, Mariàngela Villaronga, Àngels Ponsa y Natàlia Garriga) desde enero de 2016, poco más de cinco años.
Este martes, Enric Puig Punyet, director del centro desde el pasado mes de febrero, en compañía de Garriga, en el cargo desde hace un mes, presentaron el proyecto de este centro para los próximos años. Y como no, se trata de un nuevo giro; un “reset”, como ellos mismos lo calificaron, que, después de 33 años (el centro abrió sus puertas con una muestra sobre arte surrealista en 1988) sigue planteando qué es y para qué sirve el Arts Santa Mònica, como pudo verse en el video de presentación que se proyectó durante la presentación.
A partir de ahora el Santa Mònica será un espacio “pluridisciplinar” en torno a las prácticas artísticas contemporáneas en el que habrá “una constante construcción de nuevos significados compartidos, habitado por artistas con múltiples voces y provenientes de varias disciplinas”, como se puede leer en la presentación del proyecto. Según explicó Puig: “Lo que queremos es romper con cierta lógica de construcción más jerárquica y trabajar más en horizontal, en red”. “El Santa Mònica se centrará en la investigación, la producción y la exposición”, siguió el responsable del equipamiento que dejará de ser “solo un continente”, para ser “un laboratorio de participación colectiva”. Para conseguirlo tendrá, y eso es lo único que no cambia, un presupuesto de 1,2 millones de euros, como en 2020, frente a los 3,2 millones que tenía el centro en 2016.
Pese al reset propuesto no será total, aclaró Puig tras preguntas de la prensa: “No se partirá de una idea de destrucción, sino de reinterpretación, tras hacer un trabajo arqueológico de ver lo que ha pasado en el centro y sus espacios”, intentando mitigar un poco la imagen de cambio radical que ha presidido cada etapa.
Según Puig, se invitará de forma periódica a un grupo de diez artistas de diferentes ámbitos a trabajar en proyectos de creación que no tienen que acabar en exposiciones. También se convocarán unas 20 becas de creación cada año. Todos los artistas quedarán agrupados en “gremios”, grupos de trabajo de mediación, arquitectura, digitalización o diseño editorial, de once meses de duración y desarrollarán sus ideas en torno a los ciclos de programación que propondrá el centro.
El primero de estos ciclos —y eso fue lo único tangible que presentó para todo su mandato Puig—, se entrará en poner en duda los mecanismos que hay dentro del formato expositivo: “La idea es acercar el Santa Mònica a un público curioso que desee formar parte de la propuesta como creador o espectador”, explicó. La exposición podrá verse entre el 24 de septiembre y el 10 de enero de 2022. Los primeros artistas que formarán parte del ciclo son Roger Bernat, Jordi Guillumet, Mònica Rosselló, Antoni Muntadas, Joana Moll, Mariona Moncunill, Roc Parés, Victoria Sacco y Mario Santamaría.
La transformación tendrá su parte arquitectónica, que ya ha comenzado. Puig explicó que el claustro —el edificio es una iglesia desacralizada— se convertirá en el elemento central del equipamiento “que irradiará al resto de estancias del edificio”. Por eso se han vuelto a abrir los balcones que permiten ver desde las alturas lo que pasa en el epicentro.
La cultura digital, bibliotecas y lengua, suben en el Departamento
El gobierno de la Generalitat aprobó ayer la reestructuración del Departamento de Cultura creando la Dirección General de Innovación y Cultura Digital, que impulsará la relación del arte y la cultura con lo digital. También apuesta por reforzar la política lingüística convirtiendo la Dirección General de Política Lingüística en Secretaría Sectorial, aumentando su rango dentro del Departamento, “al considerar la lengua [catalana, occitana y la lengua de signos catalana] como una prioridad gubernamental”. Los otros dos grandes cambios es que la Dirección General de Cultura Popular y Asociacionismo se hace con las casas regionales, hasta ahora en Presidencia, mientras que la Dirección General de Promoción Cultural y Bibliotecas recupera su antigua denominación, en la que estos centros de primer orden salen reforzados dentro del organigrama del Departamento.
El objetivo de estos cambios “estructurales relevantes” es “redefinir las estructuras del departamento y la gobernanza de sus equipamientos y organismos adscritos para adaptarlos a la realidad actual”. Está previsto, según se anunció tras la reunión del Govern, crear un “plan nacional de cultura digital”, que marcará los objetivos y los plazos para “poner en marcha las medidas necesarias para la consolidación de la cultura digital en Cataluña”.
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