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17.500 ancianos esperan plaza de residencia en Cataluña pese a haber 15.200 vacantes

Los centros para mayores piden a la Generalitat “más agilidad” para cubrir las plazas vacías

Josep Catà Figuls
Coronavirus residencias de ancianos
Josefa Pérez, de 89 años, ha sido la primera persona en recibir la vacunación contra el coronavirus en Cataluña el mediodía de este domingo en la residencia de ancianos Feixa Llarga, en L'Hospitalet de Llobregat (Barcelona).Alejandro García (Efe)

Las residencias sufren el vacío dejado por la pandemia. El descenso de los nuevos ingresos por miedo al virus y la alta mortalidad en estos centros a causa de la covid 19, que ya ha causado el deceso de 8.803 ancianos desde que estalló la crisis, según datos de Salud, han dejado muchas plazas sin ocupar pese a haber 17.500 personas en lista de espera. Los centros alertan del impacto económico que supone y del riesgo de que muchos dejen de ser viables. Una de las patronales del sector, ACRA, reclamó ayer al Govern “más agilidad” para asignar las 15.200 plazas vacías que hay en total y que podrían cubrir el 85% de la lista de espera.

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La situación epidemiológica en las residencias de personas mayores está ya muy lejos del drama que vivió el sector en los primeros meses de la pandemia. Con la población residente ya vacunada, la incidencia del virus en estos centros ha bajado en picado. Actualmente, en las residencias catalanas hay solo 66 personas con covid 19 y la incidencia acumulada en los últimos 14 días es de 150 casos por cada 100.000 habitantes (entre la población catalana en general es de 269). Esta semana, solo ha habido un fallecido por coronavirus en los geriátricos, y 21 ingresados. Estas cifras contrastan con los más de 1.300 muertos por semana que se registraban hace un año, o con los más de 150 fallecidos a la semana que había en enero, justo cuando empezó la campaña de vacunación precisamente en estos centros.

El descenso de los contagios ha propiciado un relajamiento en las fuertes medidas con las que los geriátricos han tratado de frenar la entrada del virus en un entorno especialmente vulnerable. En marzo, el Departamento de Salud aprobó un protocolo con el que se flexibilizaron las visitas de familiares y las salidas fuera de los centros, devolviendo una cierta normalidad a una comunidad, la de los residentes, que ha sufrido el confinamiento más duro durante muchos meses. En este contexto, ya no es necesario tener tantas plazas vacías en los centros como reserva para aislar y sectorizar en el caso de que entre el virus, algo que había dejado a las residencias sin capacidad para sacar rendimiento de todas las plazas que tenían en oferta.

Hace unos días, el Govern liberó 1.750 plazas de las 3.000 que estaban reservadas, y que ahora se destinarán a nuevos ingresos. El Departamento de Asuntos Sociales destaca que ha financiado en todo momento el parque de plazas que se han mantenido vacías con esta finalidad, y recuerda a la patronal que no puede financiar la totalidad de plazas que han quedado vacías por la pandemia.

Con el protocolo, tampoco los nuevos ingresos son un problema: hasta que se aprobó la nueva normativa, las personas que entraban en una residencia por primera vez tenían que presentar una prueba PCR negativa y guardar un aislamiento de 14 días. Esta obligación desincentivaba a las familias a llevar a sus abuelos a los centros, por temor a que un confinamiento de dos semanas acelerase el deterioro físico y mental de los usuarios. Este requisito ya no es necesario, y los nuevos usuarios pueden entrar directamente en el centro.

Pese a la mejora general de la situación, las residencias siguen sufriendo las consecuencias de tener plazas vacías. La patronal más grande del sector, ACRA, alertó ayer del impacto que conlleva tener una parte importante de las plazas sin ocupar. En Cataluña hay 64.000 plazas en residencias (la mitad de las cuales reciben financiación pública) y 18.858 en centros de día. ACRA destaca que 11.373 plazas en residencias están vacías, y 3.827 lo están en los centros de día. En total, 15.200 plazas sin ocupar, entre privadas y concertadas. De estas, solo 1.753 son camas reservadas para covid y el resto son plazas que no están ocupadas y que, tras la campaña de vacunación y el fin de las restricciones en los nuevos ingresos, podrían estarlo.

”Hace falta más agilidad, ser más flexibles”, destaca Cinta Pascual, presidenta de la patronal. La razón es doble: primero, la de dar respuesta a las familias que necesitan este recurso, ya que hay 17.500 personas en lista de espera, y la media de tiempo para acceder a una plaza es de 436 días. Los centros acusan al Govern de hacer una gestión lenta, y el departamento remarca que desde junio de 2020 se han hecho 13.040 ingresos (4.884 desde enero) y que si las plazas siguen vacías también es por la reticencia de las familias: del total de personas en lista de espera, un 40% ha renunciado una o más veces a diferentes propuestas de plazas.

La segunda razón por la que piden asignar nuevos usuarios es la económica: según los cálculos de la patronal, por cada plaza vacía se dejan de ingresar,como mínimo, 1.944 euros al mes. Solo con las plazas vacantes en centros de día (que tienen un precio de 697 euros) se dejan de ingresar 2,6 millones al mes. “La desocupación en las residencias es del 20%, una situación que dificulta la sostenibilidad de unas empresas y entidades consideradas, sobre el papel, como esenciales”, destaca la patronal a través de un comunicado.


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Sobre la firma

Josep Catà Figuls
Es redactor de Economía en EL PAÍS. Cubre información sobre empresas, relaciones laborales y desigualdades. Ha desarrollado su carrera en la redacción de Barcelona. Licenciado en Filología por la Universidad de Barcelona y Máster de Periodismo UAM - El País.

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