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Crónica
Texto informativo con interpretación

¡Al Tibidabo! ¡Al Tibidabo!

“Todo está listo para abrir, lo único que nos falta son los niños”, explica un responsable del parque de atracciones barcelonés

Ana Pantaleoni
Las sillas voladoras de la atracción Diavolo del Tibidabo, cerrado temporalmente por la pandemia.
Las sillas voladoras de la atracción Diavolo del Tibidabo, cerrado temporalmente por la pandemia.Albert Garcia (EL PAÍS)

Nadie en la Atalaya. Nadie en el avión rojo. Nadie gritando en la casa de Freddy Krueger. Los autos de choque se concentran en el medio de la pista. Parados. Y los puestos de comida mantienen la persiana bajada. Como parados están la montaña rusa, el barco pirata y el carrusel. Llueve esta mañana de miércoles en Barcelona. Una más, de tantas mañanas de pandemia, en las que el Tibidabo sigue cerrado. El Tibidabo y tantas otras cosas. La lluvia deja paso a la niebla, una niebla blanca que no permite ver la ciudad. Me quejo. Un poco. Me lamento. “Pero, oye”, dice un trabajador, “nada de crónicas tristes, eh… que estamos a punto y preparados para cuando nos den el pistoletazo de salida”.

Correcto. Rebobinamos. Arranca esta crónica de nuevo.

Quiero volver a las sillas voladoras. Cuando era niña siempre empezaba el parque por abajo. Suficiente adrenalina, sin llegar a rozar el miedo, con el gustazo del aire y de disponer de Barcelona en la suela de los zapatos. Era una imagen del verano. Del algodón de azúcar rosa claro. De las faldas plisadas y las sandalias. De la felicidad. Hoy las sillas voladoras siguen ahí. Paradas desde que se decretó el confinamiento el pasado mes de octubre. Las miro tras mi mascarilla gris: limpias y listas para volver a volar.

El Tibidabo alza ahora su voz: está preparado para arrancar de nuevo. Como lo está, también, Port Aventura, otro templo del disfrutar. Otros ya lo han hecho. Salvo en Cataluña, los parques temáticos hace semanas que pueden abrir con limitaciones de aforo, pero sufren una caída de la afluencia por las restricciones de movimiento entre comunidades. En Andalucía, cuenta Eva Sáiz, la asociación de feriantes ha puesto en marcha Viva Park, un parque de atracciones móvil e itinerante que pretenden instalar en las ciudades que estén de fiesta. Este domingo cierra sus puertas después de un mes instalado en Sevilla y la siguiente parada será Jerez. En Madrid, el parque Warner abre los fines de semana con una limitación del 60%. Para contrarrestar las pérdidas, la Asociación Española de Parques de Atracciones y Temáticos (AEPA) reclama una reducción del IVA al 10% para el sector, equiparándolo con ocio y cultura, así como una suavización de las restricciones de movimiento para estimular la afluencia de visitantes.

Pero volvamos al paseo matutino. “Todo está listo para abrir, lo único que nos falta son los niños. Tenemos listo el certificado de covid free. Y tenemos que recuperar muchas sonrisas, ese es nuestro lema”, explica David González, responsable de área de experiencia a clientes. González dice que este será un año muy especial, porque se celebra el 120 aniversario del parque, pero también por la inauguración del tranvía. “Cambia la filosofía del parque con el estreno de la Cuca de Llum, un transporte súper ecológico que será la nueva puerta de entrada del Tibidabo para que no sea necesario coger el coche particular. De esta forma, pacificamos mucho más la montaña”.

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En el Tibidabo trabajan unas 150 personas, pero llegan a los 500 en los momentos de máxima afluencia del verano. Suman unos 700.000 clientes al año; eso sí, en uno normal pero no en año covid. “Empezábamos Halloween con mucha ilusión y llegó el cierre. Y hasta hoy. Al principio de la pandemia venía una sola persona al parque. Hemos vivido con la sensación de impotencia que hemos tenido todos. Pero todos hemos colaborado a mejorar la situación de la pandemia. Y ahora ya nos queda poco, estamos muy ilusionados”, explica Rosa Ortiz, directora del Tibidabo. ¿Qué atracción será la primera donde se subirá la directora cuando abran? “Yo creo que en la montaña rusa. Necesitamos mucho aire”.

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El mundo se divide también entre los amantes de los parques de atracciones y los que no. Reconozco que la pasión se suele enmarcar en una época de la vida que coincide con la descendencia. Con niños, los parques saben mucho mejor. El desconfinamiento que estamos a punto de vivir permitirá a sus fans acudir a estos parques para expulsar la adrenalina. “¡Al Tibidabo! ¡Al Tibidabo!”, animaba la publicidad de La Vanguardia el 23 de junio de 1927 a los barceloneses para que subieran al parque de atracciones de la montaña mágica durante la verbena de Sant Joan. El anuncio, encontrado por el periodista José Ángel Montañés, proponía disfrutar del “maravilloso espectáculo de las hogueras de la ciudad, viéndose desde la Atalaya las de casi toda la provincia de Barcelona. Espléndida iluminación general, sardanas a las 10 de la noche y castillo de fuegos artificiales a las 12”. El anuncio recordaba que todas las atracciones estaban abiertas, como el Ferrocarril Aéreo, el Museo de la Guerra, el Tren de Montaña... “y tranvías toda la noche”. Una invitación en toda regla para disfrutar del parque. Y eso es lo que toca, en cuanto las autoridades lo permitan: Regresar al Tibidabo.

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Sobre la firma

Ana Pantaleoni
Redactora jefa de EL PAÍS en Barcelona y responsable de la edición en catalán del diario. Ha escrito sobre salud, gastronomía, moda y tecnología y trabajó durante una década en el suplemento tecnológico Ciberpaís. Licenciada en Humanidades, máster de EL PAÍS, PDD en la escuela de negocios Iese y profesora de periodismo en la Pompeu Fabra.

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