Imitando a Dinamarca
En la transición energética y fiscalidad tenemos dos escollos “de país” que será muy interesante comprobar cómo se sortean en el pacto de ERC y Junts
El pasado lunes 12 de abril, la portavoz de Esquerra Republicana de Catalunya, Marta Vilalta, declaró en rueda de prensa que no hay ningún escollo insalvable (“ni uno”) que pueda evitar el pacto de gobierno con Junts per Catalunya. Pocos minutos después, la portavoz de Junts, Elsa Artadi, explicó en otra rueda de prensa que su partido tampoco ve escollos de esta categoría. Eso es lo que dicen al unísono las portavoces de ambas formaciones; vistas las dificultades para alumbrar un acuerdo, es inevitable pensar que en este asunto tiene que haber escollo encerrado.
En las primeras semanas después de las elecciones, el foco se situó en la estrategia independentista, y más concretamente en el papel que debía tener (o no) el Consell per la República en esta nueva etapa del procés, una vez superado el umbral —aunque sea famélicamente— del 50% de los votos. Sin perjuicio de la importancia de esta cuestión, quizás el foco estaba en el lugar equivocado y la verdad es que hay temas de otra naturaleza que están difiriendo más de la cuenta la incorporación de Junts a la propuesta de acuerdo ya firmada por los republicanos con la CUP.
Algo pasa con las energías renovables, que parecen tener más detractores de los que tiene la energía nuclearAlgo pasa con las energías renovables, que parecen tener más detractores de los que tiene la energía nuclear
Una de las cosas más sorprendentes del acuerdo ERC-CUP es la “moratoria” de grandes instalaciones previstas por el Decreto 16/2019 de medidas urgentes para la emergencia climática y el impulso a las energías renovables. En su día, el Decreto recibió el apoyo de ERC, Junts, PSC, Ciudadanos y Comuns, pero parece que en su prurito por pactar con los cupaires antes de hacerlo con Junts, los republicanos se lo han pensado dos veces, lo cual previsiblemente ha irritado a sus prospectivos socios de gobierno. El mismo día 12 de abril, el consejero de Territorio y Sostenibilidad en funciones, Damià Calvet, ofreció su contribución a las negociaciones en forma de artículo publicado en La Vanguardia (El futur energètic de Catalunya), en el que recordaba que con el Decreto se había apostado por una implantación acelerada de proyectos eólicos y fotovoltaicos y decía con todas las letras que Cataluña no se puede permitir “moratorias ni derogaciones”.
Algo extraño pasa en Cataluña con las energías renovables, que en determinados ambientes parecen tener más detractores (y más combativos) de los que ha tenido nunca la energía nuclear. En los años álgidos del procés, tanto Artur Mas como Carles Puigdemont se refirieron a Dinamarca como uno de los modelos que la Cataluña independiente podría emular. Pues en este ámbito la imitación no va demasiado bien encaminada: a pesar de lo que pueda parecer, en Cataluña el número de parques eólicos y de aerogeneradores es raquítico, mientras que en la pequeña Dinamarca hay más molinos de viento que en todo el Reino Unido, un país seis veces mayor.
En la propuesta de acuerdo ERC-CUP se incluye la Renta Básica Universal. Lo que no dice es cómo se va pagarEn la propuesta de acuerdo ERC-CUP se incluye la Renta Básica Universal. Lo que no dice es cómo se va pagar
Otro posible escollo en la tabla negociadora también tiene su dimensión danesa. En la propuesta de acuerdo ERC-CUP se incluye un plan para la implantación de la Renta Básica Universal. Lo que no dice la propuesta es cómo se va pagar todo eso. Quien sí que lo dice el programa electoral de la CUP: como no podría ser de otra manera, la RBU se paga con más impuestos, y por esto la CUP propone nada más y nada menos que “modificar el IRPF a un tipo único del 49%”. Para que se entienda: ahora mismo en España el tipo es progresivo y oscila entre el 9,5 y el 22,5%, en función de los ingresos. En la parte del IRPF cedida a Cataluña (el llamado “tramo autonómico” del IRPF) el tipo máximo es del 25,5%.
En este punto tampoco parece que Junts—ni el país en su conjunto— esté muy a favor de grandes subidas de impuestos. Los más avezados quizás recuerden trifulcas pasadas a propósito de la conveniencia de incrementar en un punto o dos los tipos del gravamen del tramo autonómico. Todo esto nos aleja una vez más del referente danés. Si en España los tipos oscilan entre el 9,5 y el 22,5%, en Dinamarca lo hacen entre el 8 y el 59%. A una persona que cuyos ingresos estén entre los 5.000 y los 60.000 euros —que en Cataluña es la inmensa mayoría— en Dinamarca se le aplica un tipo del 40%.
Sea cual sea el papel final del Consell per la República, su presidente y su flamante carné, en los ámbitos de la transición energética y fiscalidad tenemos dos posibles escollos “de país” que será muy interesante comprobar cómo se sortean en el pacto que supuestamente están cocinando ERC y Junts.
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