Chantaje al amante de la calle Enamorados
Condenada a tres años de cárcel una mujer que cobró al menos 28.000 euros para no desvelar una infidelidad
Cuando su padre le pidió prestados 6.000 euros, Nuria ya sabía que algo no iba bien. Unos meses antes, el hombre había acudido con cierta desesperación a su hermano David: le pidió 10.000 euros para hacerse unos “arreglos en la boca”. El hermano se quedó sorprendido: creía que su padre, ex empleado de banca, tenía “mucho dinero”. El hombre, que tiene 83 años, argumentó que todo lo tenía invertido en bolsa y David le dejó el dinero. Pero contó el extraño episodio a su hermana.
Al interrogar a su padre, Nuria notó que le daba excusas, que se ponía nervioso. Hasta que, tras años de secretos, mentiras y amenazas, se derrumbó: necesitaba el dinero porque había tenido una “aventura” con la vecina, que le amenazaba con contárselo todo a su mujer si no pagaba. Dijo que se sentía avergonzado mientras a Nuria se le caía un mito: creía que eran “la pareja perfecta” y su padre, “un ejemplo” de virtud, declararía más tarde en el juicio. Aun así, llamó a la amante y con una frase cerró años de chantaje: “Se te ha cortado el grifo”.
Si no me pagas, de esto se entera tu señora”, amenazó Remedios a Castor
Carlos S. y Remedios P. vivían puerta con puerta, desde hacía más de 40 años, en la calle Enamorados, en Santa Coloma de Gramenet (Barcelona). Él, nacido en Teruel, tenía llaves del piso de ella. Y ella, nacida en Almería, tenía llaves del piso de él. Las parejas se conocían y tenían una relación cercana, cordial, de vecinos de los de antes. Hasta que, en torno a 2008, Carlos y Remedios dejaron de ser vecinos para convertirse en amantes pasajeros. Poco después de que comenzasen su aventura sexual, ella le dijo que estaba embarazada. Y le exigió 5.000 euros para abortar.
Fue el primero de una serie de chantajes que solo terminarían seis años después, con la confesión de Carlos y la intervención de sus hijos. “Si no me pagas, de esto se entera tu señora”, le amenazaba Remedios, que aseguraba disponer de vídeos como prueba. El hombre fue pagando lo que le dijo, primero en sobres que le entregaba en mano y, más tarde, mediante transferencias bancarias. Tenía miedo de que su mujer, delicada de salud, “tuviese un disgusto” al conocer la aventura y temía decepcionar a sus hijos.
La extorsión de la examante llevó a la víctima a la ruina económica
El chantaje condujo a Carlos a la angustia existencial y a la ruina económica. Lo peor llegó en 2013. “Necesito 18.000 euros, arréglatelas como puedas”, le exigió Remedios. “Desquiciado”, como diría en su declaración, el hombre malvendió sus acciones en bolsa y pagó. Como era una cantidad muy elevada, le hizo una transferencia bancaria. Cuando, en marzo de 2014, la mujer le pidió otros 10.000 euros, él no tuvo más remedio que irle a su hijo Alberto con el cuento del dentista. Tal como entró en su cuenta, el dinero salió hacia la de Remedios.
La justicia ha dado credibilidad al relato de Carlos y ha condenado a Remedios a tres años de cárcel por un delito de amenazas. La mujer, que ya no vive en el bloque de Santa Coloma, debe devolverle los 28.000 euros de las transferencias (no hay pruebas del dinero entregado en mano) y pagarle otros 1.000 euros por los daños morales: depresión, ansiedad, estrés.
El tribunal no da crédito al relato de la mujer, que acusa al hombre de acoso
En el juicio, Remedios, que tiene ahora 66 años y carece de ingresos, fue incapaz de dar una “explicación verosímil” sobre esas cantidades, que no devolvió. Dijo que Carlos alguna vez le regaló “una rosa o un anillito” e incluso que le escribió un poema por su cumpleaños. Pero negó haberle pedido dinero nunca. Declaró que, tal vez, las transferencias eran una forma de compensarla por “años de acoso sexual”: le hacía tocamientos en la escalera, la perseguía cuando subía a tender la ropa a la azotea… Remedios llegó a sostener ante el juez que, en una ocasión, Carlos entró sin permiso en el piso (tenía las llaves) y la forzó. Si no denunció entonces, dijo, fue porque “creía que se le pasaría”. El tribunal no ha dado ningún crédito a su relato.
Tras la denuncia del hombre, que interpuso el abogado Carlos Carretero, todo salió a la luz. El marido de Remedios conoció la infidelidad y, a juzgar por lo que ha declarado ella, está “muy dolido”. La mujer de Carlos parece que le ha perdonado: siguen viviendo, juntos, en el piso de la calle Enamorados.
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