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La mayoría de las salas de conciertos siguen cerradas en Cataluña

A las de tamaño medio o grande no les resulta rentable abrir con la actual normativa. El festival Sala Barcelona reabre hoy en el Castell de Montjuïc al aire libre

Imagen de Razzmatazz, cerrado.
Imagen de Razzmatazz, cerrado.

Una cosa es poder abrir y otra muy diferente que merezca la pena. Así podría resumirse la situación que viven las salas de conciertos en Cataluña, donde según datos de ASSAC, la entidad que las agrupa, la mayor parte permanecen cerradas. Los números que ofrece la asociación son categóricos: en Barcelona ciudad sólo han abierto 9 salas (Barts, Diobar, Marula Café, Meteoro, Taro, Upload, Vol, Sidecar y Tablao Cordobés), 12 en el resto de la provincia, 2 en la provincia de Tarragona, otras 2 en Lleida y 3 en Girona.

Ninguna de las salas que han abierto son de tamaño medio o grande. Lluís Torrents, gerente de Razzmatazz explica las razones: “Un aforo del 50% se ve reducido a un 15% si dispones las obligatorias sillas; el público no puede desplazarse de su ciudad, lo que dificulta la asistencia y, lo más importante, al no poder abrir las barras perdemos la fuente principal de financiación, ya que lo que se recauda por el concierto paga al artista o al promotor y el mayor ingreso para la sala son las bebidas. Así no podemos abrir”. Según Torrens, “quien abre son salas con gastos mínimos muy bajos”. Por extensión sacar de los ERTOS al personal sin saber si la actividad será continuada acaba por determinar la negativa a la reapertura.

Pero en el guirigay de licencias que regula la vida de las salsas de conciertos se dan situaciones paradójicas. La más llamativa la protagoniza Sidecar, que dispone de licencia de restaurante y bar en su sala de arriba y en la terraza y de sala de fiestas en la de abajo. Conclusión en palabras de Roberto Tierz, su propietario “podemos montar conciertos en el bar pero no en la sala, porque en el bar podemos servir bebida y sufragar así los gastos que en la sala de abajo no podríamos afrontar”. Sidecar comunicará en breve una serie de conciertos acústicos en horario vermut para poco más de 15 personas que tendrán lugar varios sábados de diciembre. Técnicamente consta como sala abierta, aunque en realidad lo que es la sala continúa cerrada. La música se refugiará en el bar.

Por su parte la sala Barts realiza hoy su concierto de reapertura. Puede hacerlo por varias causas, una de ellas que no tiene licencia de sala de conciertos y funciona casi como un teatro. Joan Roselló, cofundador de The Project, promotora que gestiona la sala, dice que les ha salvado “tener un local con diversas líneas de explotación entre las que se cuentan conferencias, monólogos y otras actividades de inspiración teatral”. Además, “el porcentaje de concierto con butaca que ofrecemos es muy elevado y el gran penalizado es el concierto tradicional con el público en pie”. Roselló, cuya firma también promueve conciertos de grandes artistas con destino el Sant Jordi, cree que conciertos con más público podrán hacerse quizás en primavera, recuperando poco a poco el Liceo, Palau de la Música o Fòrum para el pop-rock. El Sant Jordi habrá de esperar, piensa, pero siempre ve el mismo perfil de actuaciones “el público sentado y ubicado con distancias en espacios muy amplios”.

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Pero ¿por qué las salas dependen tanto de las barras? Todo el mundo coincide en lo mismo, en las subvenciones: “Una sala de conciertos en Europa recibe una financiación pública que oscila entre el 40% y el 60% de su presupuesto, mientras que en Cataluña está entre el 1% y 3%”, asegura Torrents. Los teatros, por ejemplo, están más subvencionados que las salas, y ahora comienzan a competir con éstas para acoger actuaciones musicales. Carmen Zapata, gerente de ASSAC, asegura que en breve se harán públicas programaciones musicales en teatros de Barcelona. Torrents afirma que ha recibido llamadas del grupo Balañá por si desea promover conciertos en sus salas.

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De momento, amén de unas pocas salas pequeñas, ciertos centros cívicos o el festival Sala Barcelona, que hoy reabre en el Castell de Montjuïc al aire libre, la música en directo parece más propia de bares y teatros que de salas.

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