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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El sorprendente caso Trapero

No se ha podido probar judicialmente que el mayor de los Mossos y los suyos cometieran delito alguno pero sí me parece probado hasta la saciedad que eran unos mandos incompetentes

Francesc de Carreras
Cese Trapero
El mayor de los Mossos, Josep Lluís Trapero.ALBERT GARCIA

El jefe de los Mossos d’Esquadra en los meses de septiembre y octubre de 2017, cuando se produjo en Cataluña el golpe a la democracia, era el mayor Josep Lluís Trapero, un policía conocido y con fama de competente. Tras el fallido golpe fue destituido de su cargo al aplicarse el artículo 155 de la Constitución y sometido a proceso judicial acusado de varios delitos ante la Audiencia Nacional, muy parecidos por cierto a los de los altos cargos políticos aforados que fueron juzgados ante el Tribunal Supremo.

En sentencia reciente, Trapero y otros altos mandos policiales catalanes han sido absueltos. Se trata de una sentencia justa en términos judiciales porque es el resultado de un proceso llevado a cabo con todas las garantías. Por lo tanto, no cabe dudar de su inocencia desde el momento en que la resolución judicial ha sido firme. Así pues, desde el punto de vista de la verdad procesal, Trapero y sus colegas están limpios de todo delito.

Al poco de conocerse la sentencia, Josep Lluís Trapero ha sido nombrado de nuevo mayor de los Mossos, es decir, su jefe máximo. Vuelve a su antiguo puesto, lo cual no deja de ser sorprendente. Así como hemos dicho que Trapero, tras su proceso judicial, quedaba limpio de todo delito, también hay que decir que su actuación en aquellos dos meses fue desastrosa. ¿Por qué a un cargo de gran relevancia que tan mal lo hizo entonces se le repone en el mismo puesto?

Lo hizo mal, primero, el día 20 de septiembre al no ser capaz de impedir que unos manifestantes rodearan desde primera hora de la mañana y durante toda la jornada la consejería de Economía para que se llevara a cabo, por orden judicial, el registro del edificio. La impericia —¿o la connivencia?— de los hombres de Trapero dejó atrapada a la secretaria judicial que en nombre del juez estaba efectuando el registro.

Pero, en segundo lugar, la torpeza fue aún más flagrante en torno al supuesto referéndum del 1 de octubre. ¿Es posible que los Mossos que dirigía Trapero no supieran que aquel domingo se produciría una especie de votación de acuerdo con unas leyes aprobadas irregularmente tres semanas antes, suspendidas por los tribunales y palmariamente inconstitucionales?

Déjenme aportar dos anécdotas personales referentes a mis cuatro nietos, todos ellos entonces en enseñanza primaria. En la escuela de dos de ellos, la directora escribió un correo a los padres diciendo que desde las 16.00 del viernes hasta las 8.00 de lunes dejaba de estar en funciones como directora y no se hacía responsable de lo que sucediera en el centro durante el fin de semana. Algo no solo anormal y alarmante sino a todas luces ilegal.

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En el colegio de mis otras dos nietas la cosa fue diferente. La madre de las niñas recibió el viernes un correo de la presidenta de la asociación de padres invitándola a que pasara en la escuela todo el sábado y la noche del domingo hasta la mañana siguiente para así celebrar padres e hijos la “tradicional fiesta de otoño” —que nunca, ni antes ni después, se ha celebrado— con el fin de fomentar la convivencia entre las familias y ver disfrutar a los niños “jugando a pijamas”. Naturalmente, mi hija no se creyó tal patraña y me llamó el viernes por la tarde para comentármelo: se está preparando en las escuelas el referéndum ilegal. Con los datos que me daba resultaba evidente.

Así pues, el viernes por la tarde constaté lo que se estaba preparando, también pensé que ello lo impedirían los Mossos, coordinándose con la Policía Nacional. No solo se preparaba una acción ilegal, sino que los Mossos actuaban bajo mandato judicial para que todo ello se impidiera. Lo normal y lógico era que se cerraran las escuelas el mismo viernes por la tarde.

Me pregunto: ¿es posible que yo, como tantos otros, tuviera noticia el viernes lo que por lo visto no sabían el mayor Trapero, máximo encargado del orden público, del cumplimiento de las leyes y de los mandatos judiciales? No me parece posible. No se ha podido probar judicialmente que Trapero y los suyos cometieran delito alguno pero sí me parece probado hasta la saciedad que eran unos mandos incompetentes. Si es así, ¿por qué se le da a Trapero, de nuevo, el mando de los mossos? ¿Se premia a los incompetentes? Ho tornaran a fer.

Francesc de Carreras es catedrático de Derecho constitucional.

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