La Casa de les Punxes no volverá a abrir “de momento”
Los propietarios del edificio de Puig i Cadafalch aseguran que los trabajadores están en ERTE
La Casa de les Punxes de Josep Puig i Cadafalch, uno de los edificios modernistas de Barcelona más singulares situado ocupando toda una isla del Eixample, junto a la Diagonal, no ha abierto sus puertas al público desde el pasado mes de marzo, cuando todos los centros culturales y museos de Barcelona cerraron para evitar el avance de la pandemia. Y no lo hará, “de momento”, según explicaron ayer fuentes de Texna, la empresa inmobiliaria propietaria de este edificio desde que lo compró en 2010 y que lo abrió al público en agosto de 2016 con el fin de poder difundir esta obra y la figura de su arquitecto.
La versión de la empresa contrasta con la de los trabajadores de este centro que aseguran que el pasado 22 de octubre se le comunicó a toda la plantilla el cierre definitivo del centro a los visitantes después de más de cinco años de apertura.
“Estamos en pandemia y nuestra visita se realizaba basándose en las audioguías que ahora están prohibidas por las medidas sanitarias y, por lo tanto, no podemos hacerlas. Y tampoco podemos abrir el bar café que hay en la parte baja del edificio”, se limitan a decir estas mismas fuentes de la empresa que invirtió 25 millones en la compra del inmueble hace diez años y tres millones más para poderlo poner a punto y abrirlo a las visitas.
Según estas mismas fuentes empresariales, a los trabajadores de la Casa de Les Punxes se les ha aplicado un ERTE, y siguen trabajando “dos o tres”.
Josep Puig i Cadafalch se gastó casi todo el presupuesto para construir el exterior, entre 1903 y 1906, de la Casa Terradas, un castillo neomedieval conocido popularmente como la Casa de les Punxes. Y lo hizo decorando la fachada con relieves, mosaicos, vidrieras, hierros y cerámicas. Pero para su interior no dedicó los mismos esfuerzos, quizá por el carácter piadoso de sus propietarias, las tres hermanas Terradas, lejos de la ostentación propia de la burguesía barcelonesa de entonces. Pero eso marcó el carácter austero de unos interiores y, ahora, la dificultad para atraer a un visitante que tiene en la misma ciudad ejemplos desbordantes de arquitectura interior modernista.
Por eso, Texna, por mediación de la tecnología creó una visita inmersiva en la que se mezclaba realidad virtual y 3D “siguiendo las expresiones culturales y de entretenimiento de hoy en día”, según defendieron el día se su apertura Montse Jiménez, directora comercial de Casa de les Punxes y Eduald Tomasa, de Grup Transversal, responsable de la museografía.
El visitante realizaba un recorrido por el piso noble de la vivienda, de 500 metros cuadrados, acompañado de un cortometraje en 3D filmado en Cardona en el que se explicaba la leyenda del dragón y la leyenda que tanto identifica a Cataluña. “Algo que no se explica en ningún otro lugar de la ciudad”, insistió Tomasa.
La apertura quería conseguir parte de pastel que representaban los miles de visitantes que recibía la ciudad cada año en busca de patrimonio y que hacían el camino de Paseo de Gràcia a la Sagrada Familia, tal y como explicaron los responsables de este nuevo espacio.
En su apertura se marcaron el poder atraer el primer año a 100.000 personas. Las visitas tenían un precio de 12,50 euros —visitas narradas con la audioguía— y 20 euros si era con guía y la posibilidad de acceder a lugares más privados de la casa, como los seis torreones, iconos del edificio, donde se explica la historia de la casa, de la obra de Puig i Cadafalch y el modernismo barcelonés.
Pero al final, la mayor fuente de ingresos era el bar y la cafetería situada en los bajos del edificio, que ahora, sin visitantes y con el cierre que decretó la Generalitat de toda la restauración ha precipitado el cierre definitivo.
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