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Mantras del retorno

La publicidad institucional ante la pandemia sigue incorporando logos y lemas rutinarios, cuando no insolentes

Mercè Ibarz
El pavellón de Ifema durante la pandemia.
El pavellón de Ifema durante la pandemia.JAIME VILLANUEVA

Escribo todavía fuera de la ciudad, sin que pueda recoger ninguna impresión fresca de Barcelona en este final de verano raro. Las que me llegan a través de los míos y de los medios son tan raras como el mismo verano de este año raro que vivimos peligrosamente y que igual se alarga más de los 12 meses de rigor, como si estuviéramos en el mundo en espiral del exigente narrador Faulkner, un tiempo que avanza y se para a la vez, un tiempo, dice alguien en sus páginas, en movimiento perpetuo y sin progreso.

Pues sí. La ciudad vacía, la ciudad desconcertada. La ciudad para la que faltan palabras, si lo que perseguimos es que escribir y leer no se vuelva irrelevante. Practicar y recorrer el camino que desde las pestes medievales recuerda e indica que lo propio de la naturaleza humana es reír, me digo cada dos por tres. “No m’enredes”, que dicen por aquí, en el catalán del Bajo Cinca, lo proferimos en ocasiones y contextos variados, tanto si es literal (“no me tomes el pelo”) como para negar (“de ninguna manera”) o reconocer lo no dicho en lo que oyes o ves (“no me digas”, “mira por dónde”, “hosti”). No me enredes. Se dice con enojo a veces, con asombro o a carcajadas otras.

El Bajo Cinca también sabe de la pandemia, claro, lo verían ustedes en las noticias de principios de verano, por San Juan. Ahora la cosa está digamos que calmada. La gente de la comarca se hace pruebas a montones en Fraga, hay días que a centenares. Un vecino anciano está ingresado desde hace semanas y sigue, los infectados que conocemos han dado ya negativo, los jóvenes africanos vecinos de delante de casa entran y salen cada día enmascarados como todos, y desde luego no se ha celebrado la fiesta mayor de la Virgen de Agosto. Una empresa frutera del pueblo se vio afectada en junio y ha sufrido lo suyo para seguir adelante, y a lo que veo no se ha echado el tiempo sufrido a la espalda sin más. En el bar donde desayunamos con mascarilla (eso sí que es reír) esta mañana he topado con un joven con una camiseta de vibrante color rosa y el lema “Covid-19 también es un desafío. Esfuerzo y pasión”. La palabra de cuerpo de letra mayor: desafío. Omito el nombre de la empresa que firma la cosa, que bastante ha salido ya en los medios. Esfuerzo y pasión. Desafío. Pues sí. Pues sí que me lo pone usted bien.

El Bajo Cinca también sabe de la pandemia. La gente de la comarca se hace pruebas a montones en Fraga

Comunicación, señoras y señores. Es lo que se ha aprendido por aquí. Si los medios te retuercen el nombre durante 15 días y aparecen cámaras que no te dejan estar, ni a ti ni a tus vecinos, espera sentado llorando a que pase y que los plumillas y camarillas se vayan con su rutina a otra parte. Y luego, vuelve a poner tu nombre en danza con un mensaje vibrante estampado en la espalda de camisetas de color rosa vibrante. Y vuelta al curro, que como recogió el sabio judío Jafudà Bonsenyor en su libro de proverbios Llibre de paraules e dits de savis e filòsofs (siglo XIV, ahora en versión moderna de Manuel Forcano, editorial Barcino, acabado de salir del horno), “la verdad es la cosa más amarga de este mundo”. Un desafío, y tanto que sí.

Cansada estoy de ver en la publi de la Generalitat el mantra “7,5 milions de futurs”, como si no hubieran muerto 13.000 personas en Cataluña, como si no contaran.

Ni punto de comparación tiene lo de la empresa frutera de mi pueblo (se lo paga) con la publicidad institucional en los medios públicos (se lo pagamos). La única que prácticamente hay en los periódicos impresos desde marzo, aquí y en otros lugares. Por todas partes es lo mismo: no hay publicidad, ya que la actividad económica ha caído en picado y el consumo lo mismo. Y los publicistas se lucen. Cansada estoy de ver en la publi de la Generalitat el mantra “7,5 milions de futurs”, como si no hubieran muerto 13.000 personas en Cataluña, como si no contaran. ¿Tanto cuesta, todavía ahora, para decir “Salvem la tornada!”, eliminar ese logo en páginas que ya llevan tres logos más (/Salut, activem.gencat.cat, Generalitat de Catalunya)? Y qué decir del “España puede” del Gobierno central, tras el “Saldremos más fuertes”, en este verano raro que ha dejado claro que no, que España no está saliendo más fuerte. No sé quién idea estos eslóganes insolentes y ni siquiera se fija en sus logos rutinarios. Pero si el anuncio de la lotería de la Grossa de este verano raro fue retirado por su gracieta descerebrada sobre el ascenso social, ya me dirán por qué seguimos con los mismos y parecidos mantras seis meses después del inicio de la pandemia. Da risa. Sí, este final de verano es un retorno al tiempo que avanza y se para a la vez. No enreden.

Mercè Ibarz es escritora y crítica cultural

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