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Esquerra y la hegemonía cultural

El periodista Manel Lucas publica ‘Breve historia de ERC’, un recorrido por la trayectoria del partido de Oriol Junqueras

Oriol Junqueras durante su participación en el acto del 20º aniversario de la Fundació Josep Irla.
Oriol Junqueras durante su participación en el acto del 20º aniversario de la Fundació Josep Irla.Joan Sanchez
Manel Lucas Giralt

ERC aspira a ocupar la centralidad política de Cataluña. Desde que, a principios del presente siglo, hizo un gran salto electoral y se convirtió en una de las dos o tres fuerzas principales del Parlament, Esquerra ha combatido por desplazar a los demás y ser el partido de referencia, eso que en catalán se denomina el pal de paller (“el palo del pajar”, algo así como el eje que sostiene todo un entramado social o político).

El sueño de todo dirigente republicano del siglo XXI es reproducir lo que fue en los años ochenta y noventa el pujolismo, la ideología que personificaba Jordi Pujol y que incluía al partido (CiU), una extensa red de entidades sociales y, sobre todo, un marco mental dominante. ERC sería, en ese sueño húmedo, una especie de catch-all party, partido “atrápalotodo”, que iría desde el centro hasta la izquierda y sería independentista, aunque aceptando que el Estado catalán no será para pasado mañana.

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A los responsables del partido les gusta equipararlo al Frente Amplio, la coalición uruguaya de centroizquierda e izquierda de los presidentes José Mújica y Tabaré Vázquez. Otro referente habitual al que aluden los republicanos es el Scottish National Party, el Partido Nacional Escocés, de ideología socialdemócrata pero que agrupa a la inmensa mayoría de independentistas del territorio. Escocia también es uno de los espejos en que se mira el soberanismo catalán, porque en 2014 pactaron un referéndum de autodeterminación con el Gobierno conservador británico de David Cameron.

En paralelo a ese intento de ocupar el espacio central, ERC busca la hegemonía cultural, según la terminología que estableció en su momento el teórico marxista Antonio Gramsci. Se trata de convencer a la mayoría de la sociedad de que el proyecto sociopolítico del partido es el que más conviene a sus intereses y expectativas.

En la cocina ideológica de ERC trabajan desde hace años algunos intelectuales que han diseñado un modelo basado en lo que definen como “independentismo no nacionalista”. ¿Cómo se entiende esto? Según estos intelectuales, querer separar a Cataluña de España no se justifica tanto por la historia, la tradición, la lengua o la cultura como porque, en la sociedad actual, es el mejor camino para lograr un estado del bienestar real.

El sociólogo británico Anthony Smith distinguía entre el nacionalismo geológico y el nacionalismo gastronómico. El primero es el que se basa en las esencias de la nación, cuya existencia hunde sus raíces en la Historia y es anterior a todo Estado. El segundo es el que se crea en una sociedad concreta en un momento concreto por la voluntad de sus miembros de organizarse como colectivo diferenciado. Este segundo es el que propugna ERC en la actualidad.

Eso no significa que desde las filas republicanas no haya apelaciones a la lengua catalana, a la cultura, a la tradición o a hechos históricos que supuestamente han convertido a Cataluña en algo distinto del resto de España; casi siempre los dos nacionalismos aparecen mezclados. Pero lo cierto es que, al menos en el discurso oficial del partido y en los mensajes habituales de sus dirigentes, se insiste más en lo gastronómico que en lo geológico. Otra cosa es que en las bases o en el electorado también se puedan encontrar resabios de nacionalismo clásico. Sobre todo en el interior de Cataluña.

Ese modelo ideal cocinado por los intelectuales de ERC también incluye las principales características del tipo de Estado en que sueñan: un Estado de clases medias, progresista en términos generales e integrado en la Unión Europea (UE). Y, según afirmó explícitamente el actual líder, Oriol Junqueras, con la cooficialidad de las lenguas catalana y española (algo que generó en su momento un considerable revuelo en el mundo del nacionalismo más puro, defensor del monolingüismo catalán).

Con estas premisas, ERC trata de alejarse de los nacionalismos conservadores, populistas y antieuropeístas que han ido apareciendo en los últimos años en diversos países de la UE y que también tienen seguidores dentro de Cataluña.

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