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Syldavia celebra su festividad de san Wladimir con el reino libre de coronavirus

El consulado barcelonés del imaginario país de las aventuras de Tintín entrega pasaportes con motivo de la fecha y estudia peticiones de asilo

Jacinto Antón
El cónsul honorario de Sildavia en Barcelona, Enric Reverté, con un pasaporte del reino.
El cónsul honorario de Sildavia en Barcelona, Enric Reverté, con un pasaporte del reino.

Llegan buenas noticias de Syldavia: el reino del Pelícano Negro está libre de Covid-19. La pandemia no ha traspasado las fronteras de la pequeña monarquía balcánica, quizá gracias a la intercesión de su patrono san Wladimir, cuya festividad se celebra precisamente hoy, 15 de julio. Como es tradicional en la fecha, los 15 consulados en toda Europa de Syldavia, el imaginario país de las aventuras de Tintín -en las que aparece por primera vez en 1938, en El cetro de Ottokar-, aprovechan para entregar los pasaportes nacionales a los que lo hayan pedido y se les haya concedido. Así ha ocurrido este mediodía en la delegación consular de Barcelona, donde el cónsul honorario señor Enric Reverté, revestido con los atributos de su cargo, notablemente el collar de la Orden del Pelícano de Oro, ha entregado una parte de esos pasaportes, dado que por razones de seguridad ante la emergencia sanitaria por el coronavirus la ceremonia se ha de realizar en dos franjas horarias (la segunda esta tarde).

El consulado de Syldavia en Barcelona se encuentra en la quinta planta de un inmueble en la calle de Zamora. En la puerta una placa identifica el lugar. Se echa a faltar algún guardia del Tesoro Real syldavo (o syldavio) en uniforme de gala, con alabarda, dolmán y sable. Dentro reina un ambiente festivo, con un picapica consistente básicamente en pastel de san Wladimir (muy parecido a la coca de llardons y gentileza del pastelero oficial señor Artigas) y diversos invitados, entre ellos el cónsul de Syldavia en Extremadura (también lo hay), honorable Juan Manuel Manzano. No parece haber ningún espía bordurio (la nación enemiga). Desgraciadamente no se ven por ningún lado bebidas espiritosas para el brindis -la cita habría mosqueado notablemente al capitán Haddock-, pues en Syldavia lo que prima, Dios les perdone, es el agua mineral de San Wladimir. Esa es una de las principales exportaciones del reino, junto con los violines de la excelente madera syldavia y el uranio de las montañas Zmylpathes que permitió al país, como es sabido, sobre todo si has leído Objetivo: la Luna, ser el primero en llegar a nuestro satélite propulsando el famoso cohete X-FLR 6. Una reproducción de la astronave ideada por el profesor Tornasol ocupa como es lógico un espacio central en el consulado, en el que destaca también una maqueta del Unicornio.

Portada del álbum de Hergé 'El cetro de Ottokar' (Juventud), con Tintín y guardias reales de Syldavia.
Portada del álbum de Hergé 'El cetro de Ottokar' (Juventud), con Tintín y guardias reales de Syldavia.

Sobre la mesa del cónsul, los pasaportes, el sello de Syldavia y lacre, una reproducción del célebre cetro de Ottokar (el original está, cuando no lo roban, en el castillo de Kropow, residencia de los reyes syldavios, a las afueras de Klow) y algunos documentos diplomáticos. También la valija consular y unos folletos turísticos (“visitad Syldavia”), patrocinados por la aerolínea nacional, Syldair. No hay en cambio bandera, lo que azora un poco al cónsul. Quizá está en la lavandería. “En total hemos tenido 180 peticiones de pasaportes, de los que hemos cursado 80”, explica el representante del país del Pelícano Negro en una entrevista con este diario. “Aprovechamos este día glorioso para entregar los que aún no habían sido recogidos”. Los pasaportes, en francés, con tapas rojas y el preceptivo pelícano syildavio, llevan la foto del titular y sus datos. Los gastos de tramitación son de 12 euros (el cambio al khor, la moneda nacional, no está claro).

¿Para qué sirve el pasaporte syldavio? Reverté se muestra desconcertado. “Para disfrutar, claro, y para viajar a otros países imaginarios de Hergé. El San Teodoros de Tapioca y Alcázar, Khemed, Rawajpoutalah, Tetaragua, Sondonesia…Para Borduria, la gran enemiga dictatorial de Syldavia no, por supuesto…”. El cónsul recalca que todo es un gran divertimento, pero eso no impide que la gente pida certificados de penales y que ahora se estén planteando confeccionar un DNI syldavio. Hay personas también que, visto como está nuestro país, piden asilo en Syldavia. “Estudiamos las peticiones una por una”, señala con la diplomacia que se le supone el cónsul.

Monarquía honesta

Las noticias que llegan de Syldavia son buenas. “Reina un ambiente fantástico, no hay Covid-19, es el país que aquí todos querríamos”. Pues es una monarquía. El cónsul titubea, pero un invitado -quizá un miembro camuflado de la Zepo, la Zekrett Politzs, el contraespionaje syldavio-, lanza por encima del hombro: “¡La nuestra es una monarquía honesta, eh, no como otras!”.

Reverté que entre sus cargos incluye el de miembro de la directiva de la asociación catalana de tintinófilos, explica que consiguió el cargo de cónsul de manos de la cancillería consular syldavia que han formado aficionados belgas, franceses y canadienses. Le otorgaron la dignidad consular -por cuenta de Su Majestad Muskar XII- a la vista de sus méritos, que consisten en ser tintinófilo de pro, divulgar la obra de Hergé y sobre todo disponer de un local, en su caso Can Tonet Galerie-Racó Tintinaire, que es a la vez tienda de objetos relacionados con Tintin y lugar de reunión de aficionados al periodista del tupé. En el piso doblado en consulado se realizan actividades relacionadas con Tintin y se intercambian noticias, investigaciones y descubrimientos. El cónsul despide tras lamentar que no va a haber danzas tradicionales –”tenemos una edad”- y sugerir a su interlocutor que se tramite un pasaporte syldavio, por lo que pueda pasar. Pero el visitante, aparte del corazón en Ruritania, tiene cargo oficial en el Reino de Redonda de Javier Marías y no está claro que haya doble nacionalidad a la hora de ser súbdito de países imaginarios…

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Sobre la firma

Jacinto Antón
Redactor de Cultura, colabora con la Cadena Ser y es autor de dos libros que reúnen sus crónicas. Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona y en Interpretación por el Institut del Teatre, trabajó en el Teatre Lliure. Primer Premio Nacional de Periodismo Cultural, protagonizó la serie de documentales de TVE 'El reportero de la historia'.

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