Un verano para el “acercamiento social” en la infancia
No nos confundamos: la “distancia social” es la que evidencia que no todos los niños y las niñas disfrutan de las mismas oportunidades educativas
Las actividades de verano que se han puesto en marcha las últimas semanas lo han hecho con la voluntad de recuperar un derecho esencial de la infancia: recuperar unos espacios intencionadamente socializadores y unos aprendizajes significativos desde metodologías lúdicas. Y lo hacen bajo un planteamiento especial en el contexto de la covid-19.
Reivindicamos “el acercamiento social” en lugar del concepto envenenado de “distanciamiento social”, popular en los medios de comunicación para referirse a la “distancia física de separación”. No nos confundamos: la “distancia social” es la que evidencia que no todos los niños y las niñas disfrutan de las mismas oportunidades educativas. Y la educación en el tiempo libre es uno de los antídotos más potentes para hacer frente a la falta de igualdad de oportunidades educativas de la infancia. Las experiencias educativas de las actividades de verano, los juegos de los campamentos urbanos, las aventuras de los campamentos de naturaleza... complementan aprendizajes, compensan oportunidades y favorecen la justicia social.
Monitores y monitoras han programado actividades especialmente orientadas al acompañamiento emocional. Estamos ante la primera experiencia globalizadora para compartir las angustias, la tristeza vivida, las pérdidas y renuncias... Y con cuentos, juegos, dinámicas individuales y de grupo, intentarán canalizar estas emociones hacia el vínculo con los demás.
Las actividades para reencontrarnos con la naturaleza, para desarrollar proyectos de solidaridad, orientadas al protagonismo y la participación infantil, los juegos de agua, los espacios lúdicos y llenos de confidencias o de juego libre, están especialmente pensadas para que niñas y niños vivan un verano muy especial después de estos meses de confinamiento y experiencias tan intensas.
Y el verano ha arrancado bajo la excepcionalidad organizativa que altera planificaciones de actividades, espacios y horarios, para ponerle las máximas barreras posibles a la covid-19 con medidas de seguridad, salud e higiene adicionales. Espacios y perímetros seguros, controles de accesos y registros de sintomatologías, actividades al aire libre y planificadas para mantener distancias entre participantes, nuevas rutinas de limpiezas e higiene personal.
Un reto organizativo mayúsculo que hace posible el equilibrio entre prevención de riesgos, función educativa y acompañamiento emocional. Sabiendo, además, que esta experiencia será capital en la organización social a partir del otoño, cuando empezamos las actividades en todas partes.
Carles Xifra es responsable de Dirección de Innovación y Contenidos de Fundesplai.
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