Autónomos a prueba de coronavirus
Decenas de pequeños empresarios de Barcelona luchan por mantener abiertos sus negocios, reorientando su actividad y digitalizándose
Bloqueo, parálisis, mentalización y pensar cómo salir adelante. Son las fases por las que han pasado cientos de autónomos que vieron cómo de la noche a la mañana sus negocios entraban en barrena por la pandemia del coronavirus. Todo un ejercicio de supervivencia en el que siguen enfrascados, unos adaptando su actividad, otros dando un giro por completo a sus vidas. Haciendo números como locos pero sin tirar la toalla.
Susana Mendoza, de 47 años, ya se ha reinventado dos veces. Soprano profesional, dejó las partituras con la crisis de 2008: “Cómo hablaba varios idiomas y tenía estudios superiores me presenté al examen de Guías turísticos habilitados por la Generalitat en 2010 y aprobé”. Y a eso se ha dedicado, como autónoma, hasta la irrupción de la pandemia. “A partir de febrero me fui quedando sin clientes. Me di cuenta de que tenía que hacer algo porque solía trabajar, sobre todo, con familias de Estados Unidos, Canadá y de Brasil y estaba claro que tardarían en llegar”, explica.
Con ciertos conocimientos de informática y programación no se lo pensó dos veces y se presentó a las Becas Vinted para romper la brecha tecnológica de género. “La gané de forma parcial por lo que pedí un crédito ICO para poder pagar el resto del curso intensivo que dura seis meses”, dice esta emprendedora, madre de dos gemelos de tres años. La formación la hace en la empresa Ironhack, establecida en el 22@ de Barcelona. “Hay mucha demanda de analistas de datos, si vivimos en un mundo que todo son datos”, afirma con un optimismo a prueba de bombas.
El 95% de las empresas de Barcelona tienen al autónomo como titular del negocio y pocos trabajadores.
El 95% de las empresas de Barcelona tienen al autónomo como titular del negocio y pocos trabajadores. No tienen el respaldo de grandes estructuras y cuando hay crisis la sufren de forma más acusada. Y muchos están convencidos de que no saben hacer otra cosa: “Sobre todo a partir de los 50, eso lo hemos visto en los 1.300 autónomos a los que hemos acompañado desde la crisis económica y ahora se ha disparado”, explica Rosa Juny, directora de la Fundación Pimec, una de las entidades que ayudan a cientos de empresas sobrepasadas por la crisis.
La empresa municipal Barcelona Activa ha puesto en marcha una batería de planes de asesoramiento individualizado. Ruth Fernández, propietaria del comercio de vestidos de novia Érase un vez, es una de las que ha acudido al asesoramiento de esos planes. De la noche a la mañana, el 13 de marzo, recogió patrones de vestidos en los que estaba trabajando y una máquina de coser portátil pensando que serían dos semanas: “Luego me di cuenta de que no sería así y que los siete encargos para bodas de este verano y otoño corrían peligro. El shock fue total, el alquiler, los gastos…”, recuerda.
En su negocio trabaja ella, una trabajadora fija —ahora con ERTE— y otra a la que se le acabó el contrato en marzo: “Todo el mundo hablaba de mascarillas y yo pensé que los niños algún día saldrían a la calle”. Apostó por tejidos ecológicos y tenía que encontrar proveedores adecuados. Licenciada en Bellas Artes y diseño ha vuelto a teñir ella las telas con productos naturales y cose, una a una, todas las mascarillas. De las infantiles pasó a las de adulto y ahora va por encargos de empresas. “Las bodas que tenía se han reprogramado para este otoño así que ya estoy en pruebas de los vestidos. Todo es muy incierto pero hay que salir adelante”, dice.
Hay actividades muy difíciles en un contexto de riesgo de contagio, como impartir formación de cursos de belleza. La academia de Sole Cester cerró con dos cursos en marcha y una treintena de alumnos en sus casas. “Son cursos que siempre habían sido presenciales porque hay muchas prácticas”, explica en el centro reabierto. Argentina, instalada en Barcelona hace 10 años, empezó en un entresuelo pequeño. La empresa le fue bien, creció y se cambió de local a uno mayor.
“Todo es muy incierto pero hay que seguir adelante”, dice Ruth Fernández, que pasó en su pequeño taller de fabricar vestidos de novia a fabricar mascarillas
Antes de la pandemia, trabajaban ella y cinco profesionales más. Ahora son tres y hacen parte de la formación online a través de plataformas digitales: “Hemos reanudado las prácticas presenciales, pero hay gente que tiene miedo porque llevamos las pantallas protectores pero para maquillar hay que acercarse”. Su principal problema ahora son los gastos y diseñar un tipo de curso que sea compatible con la formación virtual en caso de verse obligada a cerrar físicamente el negocio y para eso cuenta con el asesoramiento de Barcelona Activa.
La experiencia del holandés Erwin es distinta. Es el titular de Pura Vida Rickshaw Tours, una pequeña empresa que cuenta con seis triciclos y hasta la pandemia cinco trabajadores “La cuestión es que el turismo que ahora empieza a llegar con cuentagotas no es el cliente habitual del rickshaw que suele ser sobre todo de Estados Unidos y del Norte de Europa”, cuenta y añade que seguramente reconvertirá algunos de los triciclos para el reparto de paquetería:
Planes de reactivación
Cuando la pandemia estalló, Barcelona contaba con 123.000 autónomos y en mayo pasado eran 118.225, según el Idescat. Una destrucción que, en opinión de los expertos, puede ser mucho mayor en los próximos meses. Más en el sector del turismo y del comercio. Tanto las ayudas de la Generalitat como las del Ayuntamiento de Barcelona se liquidaron en un tiempo récord. Al margen de las subvenciones, Barcelona Activa ha diseñado más de 2.000 planes de reactivación para pequeñas empresas a las que les hace un diagnóstico, una propuesta de hoja de ruta y les ayuda a buscar formas de financiación: “Es la clave para la reactivación de los sectores más vulnerables”, sostiene Jaume Collboni, primer teniente de alcalde de Barcelona.
“Es mucho más sostenible que hacerlo en coches”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.