Las calles de Klein y Moriyama esperan el desconfinamiento
Los destacados fotógrafos de la vida urbana coinciden en Barcelona en dos exposiciones, ahora cerradas
El americano William Klein (Nueva York, 1928) y el japonés Daido Moriyama (Osaka, 1938) son dos de los fotógrafos contemporáneos que mejor han sabido captar la vida urbana de ciudades de medio mundo. En 2012 coincidieron personalmente en Londres cuando la Tate Modern les dedicó una exposición conjunta comparando y enfrentando sus trabajos. Una muestra que fue calificada “como la más importante de fotografía que se podía ver en el Reino Unido en una generación”. Pero ahora, por arte y magia de la programación, Fundació Catalunya-La Pedrera y Foto Colectania han hecho que los particulares mundos de estos dos viejos amigos vuelvan a encontrarse en Barcelona, en sendas exposiciones que abrieron sus puertas casi a la vez y que ahora, las medidas para frenar el avance de la covid-19, obliga a que estén cerradas a la espera de que el desconfinamiento permita reabrir.
Klein, a sus 93 años, estuvo presente en la inauguración de su muestra el 5 de marzo; Moriyama, con sus 83 años no, en la presentación de la suya en día 12, un día antes de que se decretase el cierre de todos los equipamientos culturales. Pero su ausencia no estuvo provocada por el coronavirus, sino “porque ya solo viaja para recoger grandes premios”, tal y como aseguró Sohey Moriyama, sobrino y director de la fundación del fotógrafo, durante la presentación de la muestra en Barcelona.
Premios como el que el que le concedió la Fundación Hasselblad (el Nobel de la fotografía) en Göteburgo en 2019, que ha motivado la exposición Daido Moriyama. A Diary, que tras verse en esta ciudad sueca recalaba en Barcelona, en su primera escala internacional, hasta el 21 de junio; algo que la pandemia ha alterado por completo.
Desde Foto Colectania aseguran que “cuando se reabra, la muestra se prorrogará tres meses; el periodo de nuestras exposiciones”. Mientras, desde esta galería especializada en fotografía que ha permitido ver el trabajo de muchos de los grandes, recuerdan que la exposición está disponible en su web dentro en lo que han llamado Foto Colectania Virtual en el que pueden verse imágenes, videos, textos y testimonios del propio fotógrafo y de las comisarias Louise Wolthers y Sara Walker, de la Fundación Hasselblad.
Con respecto a la muestra William Klein. Manifiesto, que estaba previsto que estuviera abierta hasta el 7 de julio, los responsables de La Pedrera aseguran que tienen “la voluntad de prorrogar la exposición, pero no es todavía seguro, a expensas de cómo se desarrollará la apertura de los espacios públicos y cómo será la vuelta a la normalidad”.
Vistas las dos exposiciones, no hay duda de que los dos fotógrafos se parecen. Klein y Moriyama son autores de unas imágenes impactantes realizadas de forma instintiva, con grandes contrastes en blanco y negro, en las que predominan calles atestadas y caóticas. Los dos se recrean en los primeros planos desenfocados y la utilización del grano y de las composiciones con personajes aparentemente coreografiados, siempre en movimiento, lejos de cualquier norma, desmontando convenciones y formas establecidas hasta entonces.
Klein y Moriyama, tal y como explicaron los comisarios de sus exposiciones, muestran en sus imágenes la vida de los ciudadanos de Tokio o Nueva York a un ritmo trepidante. En el caso del japonés “como si fuera un parpadeo” y realizan “diarios visuales de lo que acontece en ellas”. Los dos se fijan lo mismo en un niño que llora como en el que amenaza con un arma, en una pareja que se besa en la calle o en una mujer que parece huir de la cámara; en un majestuoso perro callejero o en una modelo supersofisticada que cruza una céntrica calle atestada de gente en Roma.
Era lógico que Klein y Moriyama acabaran encontrándose. La fama del libro que el americano hizo sobre su ciudad natal, Nueva York, lo llevó a Roma en 1956; y tres años más tarde a Moscú y Tokio, metiéndose, en cada una de ellas, entre las aglomeraciones de la gente para conocerlos a fondo. Por su parte, el japonés ha explicado como en 1960 descubrió la obra de Klein que le influyó tanto como la lectura de Jack Keoruac y del activista James Baldwin. De ahí comenzó a hacer fotolibros (cuenta con más de 300 publicaciones) con la idea de hacer “un collage del mundo” que le llevaron a exponer en 1974 en el MoMA de Nueva York.
Y en esa ciudad, donde nació Klein, diez años antes que él, “es donde está mi lugar preferido para fotografiar, Times Square, por la cantidad de historias que se producen de forma simultáneamente y por la luminosidad de los anuncios. Me gustaría instalar una cabaña en medio y vivir allí”, ha asegurado Moriyama sobre esta plaza en alguna de sus entrevistas; quizá el lugar del mundo donde la vida urbana alcanza mayores cotas, siempre que el coronavirus lo permita.
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